De vergüenza a 'Vergogna'

El Sevilla FC es un alma en pena, un equipo sin espíritu, un conjunto sin dirección, un grupo anárquico sin orgullo, un retazo de futbolistas agotados otrora brillantes, un club sin norte, un proyecto desvanecido, un lamento constante. El Sevilla es, con todas las letras, una Vergüenza, así, con mayúsculas. Lo demostró en Valencia ante el Levante. Y el entrenador, Vincenzo Montella, un digno protagonista directo de tal estropicio. Vergogna se dice en italiano, por si no se da por aludido el técnico, o eso parece, transalpino.

Porque si vergonzosa ha sido la imagen del Sevilla en Valencia, como la que dio en la final ante el Barcelona, vergonzosa ha sido la dirección de Montella. En este encuentro, y en las últimas semanas. En algunas cosas, desde que llegó. Todo lo que no sea una destitución inmediata del sobrevalorado entrenador italiano será prolongar más días una agonía ya de por sí demasiado larga. Montella no se da cuenta de nada. De nada. Sigue jugando con futbolistas fundidos, que no pueden ni con las calzonas. Sigue apostando por un once que hace días y hasta meses que ya no ofrece su mejor versión. Toma decisiones ya no debatibles, sino que aúnan consenso claro: son horribles.
Montella sigue sin contar con Sandro y cuando lo hace lo pone en banda. Insiste e insiste en el Mudo Vázquez cuando hace ya tiempo que no da su mejor versión. Confía y confía en Sarabia que da síntomas de agotamiento evidentes. Como los dan Escudero o Banega, al que ha fundido en el camino en partidos instrascendentes en los que debió descansar para llegar fresco a estas alturas. Realiza cambios alucinantes o alucinógenos, como el de Layún cuando el equipo precisaba artillería. Mantiene un dibujo casi suicida para un equipo que ni va ni viene. No varía un ápice su primer plan y confirma su absurda testarudez. Y lo peor de todo es que esto no es nuevo, lo peor de todo es que el consejo de administración, con José Castro a la cabeza, lo sabe, y vendió un discurso ridículo para mantener al frente del equipo a un entrenador sin idea alguna de lo que necesita el equipo. 
Sinceramente, la derrota ante el Levante, horrible para los intereses del Sevilla en este momento, hace pensar. ¿Tenía más opciones el conjunto hispalense de ir a Europa, de las que le quedan, con Montella? ¿O más sin él y con una solución de urgencia?
Pues visto lo visto, todas las opciones serán más y mejores sin el entrenador italiano, que ha demostrado una sorprendente nulidad. Nulidad desplegada en el campo, en los despachos, nulidad en la que anda empapada el Sevilla desde hace algunas semanas. 
El conjunto todavía de Montella es un castillo derrumbado, roto. Un equipo que se despega, que deja espacios porque los jugadores o no pueden o no saben o no quieren correr. Un equipo que no genera peligro porque no marca y porque no juega con velocidad. Un equipo que elimina la sorpresa porque quiere jugar a su ritmo, un ritmo de derrota. Un equipo en el que apenas salvan la cara Navas y Carlos Fernández, lo mejor del Sevilla, golazo incluido, en Valencia. En el que un portero que hace paradas inverosímiles luego protagoniza actuaciones alocadas que lastran y hunden al equipo. En el que su mejor futbolista está fundido porque lo ha fundido el entrenador, en el que el vestuario se desmadra y en el que los futbolistas más frescos apenas participan porque los tiene crucificados el italiano (¿de verdad Roque Mesa no puede tener minutos en este equipo?).
Y así, un equipo muerto se deja una vez más la imagen, el escudo y la vergüenza en otro campo de fútbol. Y así, de vergüenza en vergüenza, se deja el Sevilla poco a poco Europa. La primera y urgente solución es evidente, decir Ciao Montella.

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