'Yo me remendaba, yo me remendé...'

El Sevilla ha solventado su visita a la República Checa, la ida de la eliminatoria de Europa League ante el Sigma Olomuc, con un triunfo que, si no solventa definitivamente la eliminatoria, sí que es suficiente para encarrilarla. El gol de Sarabia, uno más, tras una gran asistencia de André Silva, permite a los de Machín salir airosos de un partido discreto como poco, por momentos horroroso, y que solo cogió color sevillista en el tramo final, cuando el técnico soriano remendó el desastroso partido sacando a tres piezas de su 'unidad A', André Silva, Navas y Sergi Gómez. Los dos primeros fabricaron el gol que luego anotó Sarabia, y el central, casi con su mera presencia, arregló muchos de los problemas que habían generado un trío formado por Gnagon, Amadou y Berrocal que no funcionó.

Fue de lo poco positivo de un partido en el que también fue una buena noticia Gonalons, que recién llegado ofreció buena imagen y buen rendimiento. Por contra, sí preocupan otros aspectos del equipo, como el bajo rendimiento de futbolistas como Muriel, los propios defensas o Nolito, que acabaron difuminados.

Si el Sevilla quería dejar solventada la eliminatoria, de entrada la predisposición no fue la mejor para lograr el objetivo. No salió al partido el equipo nervionense como en Vallecas, y pareció dejarse ir algo y sentirse menos seguro.

Anduvo falto de seguridad y acierto. De seguridad porque la defensa que dispuso Machín, pese a una buena acción individual de Gnagon nada más comenzar el encuentro, dejó bastante que desear. Berrocal, cuyo futuro pinta de color, a día de hoy debe ser consciente que su presente está en blanco, por hacer. Debe crecer y adquirir conceptos y agresividad que aún no tiene. Luego, la línea de tres, con Amadou esta vez de central, no se coordinó como debía. Y eso lo aprovechó el Sigma Olomuc para generar peligro sin demasiado esfuerzo, aunque por suerte no culminara por falta de acierto. Eso sí, tuvo tres o cuatro ocasiones realmente claras.

Luego arriba el Sevilla tampoco es que tuviera demasiada mordiente. Acumuló llegadas, disparos y remates lejanos, pero poco peligro. Muy flojo Muriel, muy individualista Sarabia y las llegadas de Arana y Aleix, que eso sí eran constantes, tampoco culminaban con precisión. Casi lo mejor del Sevilla estaba por dentro, Gonalons, Banega.

El partido del Sevilla fue horrible hasta que en la segunda mitad Machín tiró de Navas, André Silva y Sergi Gómez, que asentaron al conjunto nervionense

Aparte de esto, la presión tampoco se ejecutó de la mejor manera posible y eso provocó un partido algo descontrolado, en el que el Sevilla iba a rachas y daba la sensación de fragilidad.

No debió de surtir demasiado efecto la charla de Machín en el descanso, porque la salida al campo del conjunto nervionense tras el descanso no fue muy halagüeña. Mismos defectos, misma relajación, misma falta de concentración y poca mordiente arriba, donde el Sevilla ni remataba.

Por el contrario, pudo darse con un canto en los dientes el equipo de Machín por mantener su puerta a cero a pesar de las claras, clarísimas y clamorosas ocasiones de las que disfrutó el Sigma Olomuc.

Los cambios para arreglar la situación

Viendo que en el campo las cosas no solo no cambiaban, sino que iban a peor, Machín materializó su enfado en los cambios. Retiró a un Nolito que fue perdiendo fuerza como la gaseosa, a un Aleix que llegaba pero no acertaba en los últimos metros y a Amadou, a medias lesionado a medias perdido. Las entradas de André Silva, y sobre todo de Navas y Sergi Gómez asentaron al equipo.

Precisamente un gran servicio del portugués provocó la primera gran ocasión del conjunto sevillista, que inexplicablemente malogró el colombiano. Pero a la segunda, la segunda gran asistencia de André Silva, sí que tuvo un gran premio. Una buena salida de balón con Navas, que salió raudo con la pelota, una buena transición y la calidad del portugués y una magnífica definición de Sarabia dieron el premio al Sevilla, merecido o no.

Con estas nuevas armas casi pudo anotar el segundo el Sevilla en los minutos finales, pero cuando la pelota llegaba a Muriel casi que moría, y se dio por contento con el 0-1.

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