Un bodrio en peligro de extinción

El Sevilla FC ha sacado un pobre empate a cero en su visita al Villanovense en un partido típico de esta ronda de dieciseisavos de final de la Copa del Rey. Un equipo inferior muy motivado ante los suyos, el superior con muchos suplentes que notan la falta de ritmo y de acople, un césped horroroso y un marcador para que los locales se sientan orgullosos durante unas semanas y salgan de forma animosa en el estadio de Primera en el que sueñan jugar. Un bodrio de orden mayor, en resumen.

Para Machín, este jueves no era el día de todos los santos, sino el día de todas las oportunidades, tal y como había avisado en la previa. Ninguno de los que forman el once titular de LaLiga Santander salió de inicio y, claro, aquello se notó. De hecho, teniendo en cuenta cómo estaba el verde, bien hizo el soriano en no arriesgar con ninguno de ellos, acabando el partido con un solo cambio.

En la primera parte sucedió poco, muy poco. Un muermo de estos a los que nos condena la RFEF y LaLiga Santander con una Copa del Rey a doble partido, lo que permite a los grandes salir a medio gas en el campo de los inferiores con la red del partido de vuelta en casa. Encima, al ser festivo, en plena hora de la siesta, lo que hacía aún más infumable eso a lo que jugaban 22 hombres en Villanueva de La Serena. Felizmente para el fútbol, y para el calendario, esta idea de bombero toca a su fin y a partir del año que viene el Torneo del KO perderá en cantidad y ganará en emoción y calidad. Incluso en partidos a priori tan desigualados como éste.

El infame césped del Romero Cuerda fue más protagonista de lo esperado. De hecho fue casi lo más nombrado de un partido de fútbol de los que quitan afición. El Sevilla, al que se le supone mucha mayor calidad, sufría en un terreno de juego con la hierba altísima y un millón de toperas, aunque tampoco debe ser eso una excusa. Este tipo de canchas también forma parte de la esencia de la Copa y para ganarla hay que superar estos inconvenientes, aunque el sistema permite una reválida en casa y eso, claro es un colchón al que es difícil no tirarse.

Si acaso sí llamó la atención del sevillismo la irrupción de Javi Vázquez. El hijo del inolvidable Ramón se mostró con desparpajo, velocidad, buen centro e incluso detalles de calidad. No rehuía el chico la responsabilidad y fue, del once de no habituales, el que más se reivindicó ante Machín. Otros como Gnagnon, Nolito, Borja Lasso o Muriel vagaban por el campo sin la más mínima intención de aprovechar la ocasión que le había dado su entrenador.

La mejor ocasión sevillista del primer acto fue en el minuto 11, con un tiro escorado de Muriel que se encontró con la madera. Sin embargo, las más claras fueron del Villanovense, que a través del ídolo Pajuelo estuvo a punto de adelantar a los suyos.

Si la crónica del primer tiempo no invita a ver el partido repetido, la del segundo es para ni ver el resumen. Será harto difícil llenar un minuto y medio de imágenes interesantes de este encuentro.

Lo más destacable fue una mano clarísima de Aleix Vidal a la hora de partido que no vio Iglesias Villanueva, con la suerte de que no hay VAR en esta competición. También el debut de Pepe Mena con el primer equipo, el tercero del día tras Juan Soriano y Javi Vázquez.

No se acercaba el Villanovense con peligro y tampoco lo hacía el Sevilla. Con el césped hecho un patatal, la principal preocupación era no lesionarse, y la secundaria no encontrarse con un marcador negativo para la vuelta. Eso sí, en el último suspiro Quincy Promes estuvo a punto de hacer el tanto de la victoria, encontrándose con la madera. Tampoco habría sido justo.

Lo normal es que este 0-0 le sirva al Sevilla para pasar sin problemas en el Sánchez-Pizjuán, cuando dentro de más de un mes se dispute el partido de vuelta, pero tampoco es de recibo que los cerca de 800 sevillistas que se acercaron a Villanueva de la Serena vuelvan a casa sin ni siquiera un gol que comentar.

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