El Sevilla FC está atravesando su peor momento de la temporada. Ha perdido tres partidos seguidos, apenas ha logrado dos puntos de los últimos 12 que ha disputado en LaLiga y, para colmo, ahora viene una eliminatoria de Copa del Rey ante el FC Barcelona de lo más inoportuna, con el primer envite el próximo miércoles en el Sánchez-Pizjuán.
Sin embargo, lo peor de todo es la sensación que ha dejado el equipo en las dos últimas salidas ligueras. Ni en San Mamés ni en el Santiago Bernabéu dio el nivel que se espera de uno de los conjuntos que mejor competición estaban desarrollando hasta ahora.
De todas formas, el Sevilla tiene colchón –cada vez menos mullido- y pese a esta mala racha se sigue manteniendo en los puestos que dan acceso a la próxima edición de la Liga de Campeones, el verdadero objetivo de la temporada.
Ese colchón lo ha conseguido el equipo especialmente al calor de los suyos, ya que fuera de casa no es capaz de ganar en la competición doméstica desde que lo hiciera en Éibar el 29 de septiembre. Son ya casi cuatro meses sin conseguirlo.
La buena noticia para el Sevilla es que en el futuro le quedan diez partidos en casa y ocho lejos de las fronteras de la ciudad hispalense. Además, de los campos de los cinco grandes, que tan mal se le dan, sólo le queda visitar el Wanda Metropolitano.
Ante el Atlético jugará en la jornada 37 en la que será su última salida de la temporada. Antes, y cronológicamente, visitará al Celta, al Villarreal, al Huesca, al Espanyol, al Valladolid, al Getafe y al Girona.
A priori, son campos donde debería rascar más puntos que los 13 que suma hasta el momento en sus 11 salidas lejos del Ramón Sánchez-Pizjuán, el lugar donde realmente pasan todas las opciones sevillistas de acabar LaLiga ocupando un puesto en la zona de Champions.