En pleno Noviembre y ya en Febrero

El Sevilla ha logrado en la cuarta jornada de la fase de grupos su clasificación para los octavos de final, ahí es nada. Lo ha hecho ganando al Krasnodar a domicilio y dejando para las dos últimas jornadas, ante el Chelsea sobre todo y ante el Rennes, el detalle de hacerlo como primero o segundo. Pero el mérito de hacerlo con dos jornadas aún por delante, el mérito de hacerlo con dos jornadas por disputar, y de hacerlo con victoria a domicilio tiene ya suficiente peso. Estará el Sevilla entre los 16 mejores de la Champions League. Y de facto y de hecho se despide de la posibilidad por cierto de pelear la séptima Europa League.

Anecdótico dato, que se compensará con la alegría de los sevillistas, que ya saben que verán a su equipo en el bombo de las eliminatorias de la máxima competición europea. Y alegría doble porque el Sevilla alcanzó su objetivo de meter los dos pies en la siguiente ronda en los últimos minutos del partido. Antes de que Munir hiciera el segundo el Chelsea había hecho lo propio en Rennes y había certificado también la clasificación. Pero el Sevilla lo hizo por sí mismo con ese tanto de Munir, que vuelve a marcar por cierto.

Ese gol fue el premio a una buena primera mitad de partido y a una buena parte final del partido. Entre medio, una mala presentación tras el descanso que complicó en exceso el partido y le llevó al empate y hasta algún gol más en contra pudo llevarle. Pero es verdad que de nuevo con los cambios el Sevilla y Julen cambiaron la tendencia del partido. Óliver, Jordán, En-Nesyri e Idrissi dieron más presencia al equipo hispalense en campo contrario y el tándem marroquí por cierto fabricó el 1-2 en el descuento.

Salió muy serio el Sevilla, en su sólida versión europea. Lopetegui decidió resolver la ausencia de Jesús Navas con un 3-5-2 con Ocampos de carrilero, y eso hizo que el equipo nervionense estuviera cómodo tanto controlando la pelota a su ritmo, marcando su tempo, como sin ella, pues atrás contaba con efectivos suficientes para cerrarse con garantías y no conceder al Krasnodar.

Ocampos, precisamente, sorprendía tras el partido de ida asegurando que, tras la expulsión de Navas, se encontraba cómodo con la banda para él solo. Pues bien, con espacios por delante es verdad que el argentino está a sus anchas, y repleto de confianza intenta lo que haga falta, aunque a veces parezcan un 'imposible'. En una arrancada suya, en la que probablemente la cabeza habría recomendado tocarla atrás pero en la que el corazón del albiceleste le llevó a ir par arriba contra dos rivales, nació el tempranero y tranquilizador gol sevillista. Ocampos retó a dos defensores del Krasnodar para superarlos y acabar sacando un centro al área que, tras un despeje, se convirtió en una pelota suelta a los pies de Rakitic. El croata, que ya marcó en la ida ante los rusos, la cogió de cine a bote pronto y la coló junto al palo. Golazo que llenaba las arcas sevillistas de confianza.

El tanto permitió al conjunto hispalense jugar no relajado, pero sí tranquilo. Con la pelota el Sevilla tocaba y tocaba, con Rakitic como maestro de ceremonias, con los centrales participando y con Óscar de menos a más, intentando encontrar espacios y cansar a su rival. Sin ella, achicaba, se juntaba e intentaba salir a la contra. Pero solo una fue capaz de encontrar realmente, muy clara, de 4 contra 3, que acabó con un recorte y disparo inocentón de Koundé, que se había incorporado por la derecha. Fue ese el principal pero nervionense, que cuando robaba no se desplegaba con demasiada rapidez y no aprovechaba el lento repliegue del Krasnodar.

La salida tras el descanso fue horrible. El equipo, relajado, pareció dar por finiquitado el partido mientras el Krasnodar se subía a las barbas. Adelantó líneas, el centro del campo del Sevilla perdió comba y los rusos se hicieron con el partido cómodamente. Empataron pero tuvieron ocasiones para hacer más goles. Fue un hecho desgraciado, la lesión de Escudero, el punto de inflexión. Lopetegui hizo más cambios, sacó a Jordán, a Óliver y a Rekik, que cumplió como carrilero zurdo. El equipo se estabilizó, cogió más aire en la medular y a partir de ahí se estiró y empezó de nuevo a crear ocasiones. Los cambios de En-Nesyri e Idrissi dieron además velocidad al equipo arriba para armar contras ante las deslavazadas ofensivas rusas. Y por ahí, y por el buen hacer de Óliver y Jordán en el manejo del equipo, el Sevilla de nuevo se sintió superior. El gol final no era más que por fin la llegada de algo de precisión en los metros finales, pues antes el mismo Munir y casi todos los delanteros lo habían intentado sin suerte.

Pero el gol llegó, lo importante, y el Sevilla se mete de cabeza ya en los octavos de final, que arrancarán en febrero, y estamos en noviembre. Meritazo del Sevilla, que empieza a coger velocidad de crucero y que firma su cuarta victoria consecutiva entre Champions y LaLiga. Empieza a crecer el gigante sevillista.