Con la venia... o sin ella

Año nuevo, vida vieja. Así que nos hemos pasado año y pico viendo cómo los de siempre actuaban de abogado defensor del pobre Julen Lopetegui para ahora aguantar que desde el mismo atril se lance un escupitajo de demagogia sobre el entrenador del Sevilla FC. Desde la distancia todo es más fácil, sobre todo escupir, pero piénsenlo antes, hombre. Igual que pasara la temporada anterior con unas palabras de Monchi en el Santiago Bernabéu tomadas interesadamente al pie de la letra para atizar al de San Fernando, ahora toca una sesión de malabarismo con las declaraciones de Lopetegui.

¿Su delito? Advertir públicamente de que en la Copa del Rey no se sigue el protocolo que estrictamente se obliga a cumplir a los equipos en LaLiga Santander. Todos juntos en espacios pequeños mientras que semanalmente no se les deja a los jugadores ni ducharse a dos metros de otro compañero. ¿Qué dice la acusación? Que el técnico vasco ha cargado contra el modesto Linares Deportivo y sus instalaciones en Linarejos. Y que eso está feo. ¿Algún agravante para una condena aún mayor? Faltaría más, señoría: el Sevilla FC dejó basura en el vestuario visitante, algo sin precedentes en este país (risas). No se hable más: a la hoguera.

Evidentemente, ni Monchi iba a retirar al equipo del Bernabéu ni Lopetegui ha tenido falta alguna de decoro con el Linares, todo lo contrario. Evidentemente, ni esta ha sido la primera ni será la última vez que vuelen los salivajos de demagogia por los raíles del AVE de los teclados y los micrófonos. Es más, en las dosis adecuadas y aceptando que siempre encontrarán complicidad en interesadísimos altavoces locales, un servidor siempre ha estimado que estos dardos son muy necesarios para explicar cómo se forja la idiosincrasia de un club, cómo se origina un big bang sevillista e incluso cómo puede ayudar a un cierre de filas con uno de los mejores entrenadores que se recuerdan por Nervión.

Y ese entrenador responde al nombre de Julen Lopetegui. Porque los mismos que ahora dan lecciones de moralidad a 530 km de distancia, aun partiendo de una evidente tergiversación, son los mismos que llevan año y pico diciéndole a los sevillistas y la prensa deportiva que sigue al Sevilla FC que no se pasen con Lopetegui, que qué es lo que quieren. Es un pecado habitual en quien baja en el mapa. Porque claro, aquí necesitamos ser instruidos. Miren ustedes, dejen a los sevillistas gestionar como crean oportuno su exigencia genética porque, para empezar, no les va nada mal; y para continuar, si en algún lugar existe la receta mágica para tensar la cuerda sin romperla es en Nervión. Los sevillistas exigen, riñen, celebran y vuelven a pedir, pero jamás sueltan a los suyos de la mano.