Sergio Ramos: ahora o nunca

El tema de la relación de Sergio Ramos con la hinchada del Sevilla FC es tan recurrente que cansa un poco. Sin embargo, esta vez ha reaparecido en las tertulias con un motivo, aunque ficticio, agradable. O por lo menos más apetecible de tratar que en otras ocasiones, fruto de desplantes e insultos. Nada menos que un hipotético regreso de Sergio al Sevilla. No hay partidos de fútbol hasta que empiece la Eurocopa y la gente no quiere hablar del enésimo robo en la factura de la luz. Pues hablemos, otra vez, de Sergio Ramos.

Hasta ahora, el debate sobre la idoneidad de su vuelta al Sevilla se ha extendido debido a dos razones: el aburrimiento del personal y el hecho de que el camero esté, al parecer, enfilando su salida del Real Madrid. Hasta allí se fue hace ya 16 años directamente desde Nervión. Pero en este lapso de tiempo han pasado demasiadas cosas como para que la hipotética posibilidad de que regrese al Sevilla no provoque un debate de estado. Pues debatamos, otra vez, sobre Sergio Ramos.

Primero, resumamos estos 16 años brevemente, pues ya está todo más que explicado. Dieciséis años de torpezas, todo sea dicho. Sergio Ramos derriba la puerta del primer equipo a lo bestia en vísperas de un centenario que se quiere celebrar a lo grande en Nervión. Tras el adiós del gran ídolo aeternum del sevillismo, José Antonio Reyes, y de la venta de Baptista semanas antes, en el Sevilla se quiere que sea Sergio el abanderado del gran proyecto. El alma del sevillista sobre el césped. Pero en esos planes se cruza nada menos que el Real Madrid, que ya había comprado a Baptista. Y se lio la pajarraca. ¿Quién le dice que no al Madrid? Nadie. ¿Quién dice que no a 27 millones de euros por un canterano en la situación del Sevilla en 2005? Nadie. Los trenes normalmente no pasan dos veces.

Desde el Sevilla FC se invita a Sergio a aguantar al menos un año más, pero es imposible. Públicamente, Del Nido viste la operación de indefendible clausulazo para protegerse de la furia de la hinchada. Taparse, como hacen todos los directivos. Públicamente, el jugador no puede decir más que lo que demanda el guion, aunque sea contrario a su proceder entre bambalinas. Taparse, como hacen todos los jugadores. Pero no todos los futbolistas son sevillistas, se criaron en la Carretera de Utrera y estaban a punto de coger el escudo del Sevilla por las asas para liderar un ambicioso resurgir de las tinieblas. Y no todos los jugadores hicieron lo que Sergio hizo después. A partir de ahí, empieza una historia de torpeza que ha derivado en una relación rota de la forma más absurda posible.

Cada vez que Sergio Ramos visitó el Sánchez-Pizjuán una gran parte de la grada le mostró insonora indiferencia y la otra se dividió entre los pitos y los insultos. Ramos, que siempre le echó la culpa de todo a Del Nido por decir que hubo pago de su cláusula y no venta pactada, como si eso fuera lo más relevante, quedó herido en su orgullo. Ya tenemos a dos partes heridas en el pecho: la afición por la marcha de uno de los suyos a un rival no muy simpático en un momento fastidioso y al jugador por los injustificados insultos de una parte, aunque minoritaria, de la grada.

Sergio los quiso combatir en lugar de ignorar. Torpeza infinita e impropia de lo que es, un tío curtido en mil batallas y que debe saber que era una guerra que no puedes ganar jamás. Es más, emprendiéndola das aún más relevancia a esa minoría que insulta, por encima de la mayoría. Y más torpeza: mostrar esa rabia en forma de penalti a lo Panenka en una eliminatoria casi decidida, impaciencia por lanzar una falta con 7-3 y gestos hacia los Biris Norte justo cuando la reconciliación había pasado de mayoritaria a casi total. Eso derivó en el estallido general del Sánchez-Pizjuán. Ninguna afición soporta que alguien se encare a ella, sea por la razón que sea. Y encima tras el esfuerzo realizado por el club para el borrón y cuenta nueva, homenaje incluido en el césped.

Algunos no le perdonan que se marchara mientras decía que se quería quedar, aunque con otros sí lo hicieron, el último hace un año. Otros no olvidan lo que hizo en 2017 y que derribó todo lo reconstruido. Eso sí que no lo hicieron otros. A esos dos grupos de sevillistas que persisten en repudiar a Ramos les propongo una reflexión y una pregunta. Si se volviese real la posibilidad de su vuelta, esta pasaría ineludiblemente por la renuncia por parte de Sergio Ramos a muchísimo dinero. El que cobra en el Madrid y el que le están dispuesto a pagar en no pocos sitios del mundo. En ese hipotético caso, ¿serviría ese romántico desprecio a tan ingente cantidad de dinero por regresar a su casa como irrechazable petición oficial de paz? ¿Aceptarían ese gesto de reconciliación?

Entiendo que, acompañado del debido envoltorio publicitario, por supuestísimo que el perdón sería concedido por mayoría absoluta. Es más, yo soy de los que piensan que las paces serían inevitables aun en el impensable caso de que cobrara por aquí su sueldo habitual. El mejor central de la historia de España de vuelta al mejor Sevilla de la historia aún en edad de merecer. Y no se trataría de rebajarse ni nada por el estilo. Uno repasa los jugadores que salieron mal de Nervión y sólo encuentra un caso en el que comprendería que se le cerraran las puertas a cal y canto: Vitolo.

Hasta ahora Sergio Ramos ha alternado muestras públicas de (indiscutible) sevillismo con otras de rencor y torpe soberbia ya descritas en este artículo. La puerta a este idílico final de película sólo la puede abrir él. Y, si la abre, sería mostrando un gesto definitivo que debería acabar con las dudas o rechazo de los que se niegan ahora en rotundo. Con toda una historia plagada de torpezas de unos y otros.

Pedir perdón y concederlo es una muestra de inteligencia que sólo los torpes la repudian. Una cualidad que está en desuso. Como no puede ser de otra manera, el Sevilla estaría encantadísimo de repatriar a Sergio ahora mismo, ya enfilando el ocaso de su carrera pero a un nivel indiscutible para este gran Sevilla. Más tarde, no. Aunque, desgraciadamente, no tiene ni un solo indicio de que esa fantasía pueda hacerse realidad. Entre otras cosas, porque ni el propio Sergio Ramos sabe qué va a pasar con su actual desconexión con Florentino Pérez. La verdad es que no veo a Sergio Ramos teniendo ese arrebato de romanticismo de rebajarse tanto el caché. Pero, desde luego, es ahora o nunca: previsible venta de récord de Koundé, puesto de central a cubrir con garantías y dinero, divorcio Ramos-Florentino y el mejor Sevilla de la historia dispuesto a dar un salto más.