Un Sevilla que ni fu ni fa

El Sevilla y la Real Sociedad han empatado en un partido bastante discreto por parte de los de Julen Lopetegui. Fue de menos a más el equipo hispalense, que firmó una primera parte deficiente para completar una segunda bastante más digna, incluso con algún remate a puerta, que ya es decir tras ver los primeros 45 minutos. Nuevamente, el rival le ganó la partida de inicio al Sevilla, con un planteamiento más acertado. Y nuevamente, los movimientos desde el banquillo equilibraron la contienda. En todo caso, nuevamente, como ante el Salzburgo en Liga de Campeones, el héroe volvió a ser Bono, que paró un penalti que evitó el triunfo realista.

El Sevilla por ahora no carbura demasiado. Genera poco fútbol, tiene poca claridad de ideas en ataque, se muestra muy precipitado y no consigue tener continuidad en el juego ni ritmo. A pesar de ello, claro, este equipo es un equipo de muchas hechuras, y tiene futbolistas que compiten más allá de un mejor o peor rendimiento. Por eso se mantiene de pie y luego incluso intenta asestar golpes de gracia. A punto estuvo de hacerlo Rafa Mir en la parte final del encuentro. En todo caso, no puede hacerle ascos ni mucho menos el Sevilla a este empate, que fue apurado y lo más parecido a justo tras lo visto en el encuentro. Pero tiene que evolucionar mucho aún el equipo de Lopetegui, individual y colectivamente. Pocos jugadores ofrecen un buen rendimiento particular y colectivamente está a años luz de cómo acabó el curso pasado. Al menos por ahora, y pese a todo, el Sevilla no pierde, y solo ha recibido un gol en contra en todo el campeonato.

Mal planteamiento de inicio

El Sevilla no planteó acertadamente el partido. Y no es la primera vez en este inicio de curso. La altísima presión de la Real Sociedad ahogó a los de Lopetegui, que además no encontraron salida alguna a esa apuesta donostiarra. Con Fernando y Delaney en el doble pivote, Rakitic demasiado lejos de la salida de la pelota, el Papu acostado en la banda izquierda, y desaciertos e imprecisiones generalizadas, el Sevilla no daba con la tecla para sortear esa concienzuda presión realista. Los de Imanol recuperaron una y otra vez la pelota en tres cuartos de campo, con lo que armaban pronto los ataques y pisaban área sevillista con cierta regularidad. Ante ello, intentaban los de Julen buscar en largo a En-Nesyri, pero tampoco el marroquí ganaba las acciones divididas ante Aritz y Le Normand. En realidad, al Sevilla no le funcionaba nada, y eso dio como resultado un encuentro soso, irregular, sin ritmo ni continuidad por parte hispalense. Suerte que entre todas esas tendencias erráticas, el conjunto nervionense se agarró a Bono, que evitó parando un penalti (por clara mano de Diego Carlos) el gol local. Fue lo único positivo en plano sevillista en la primera parte.

Lopetegui tiró de cambios en el descanso. Cambió los costados, aunque dejó al Papu en el campo. Rakitic y Lamela (que tampoco había estado peor que el resto) salieron y entraron Óscar y Ocampos para dar fuerza y velocidad a las bandas, propiciar más juego al espacio en largo para evitar la presión local, además de algo de combinación y opciones de salida de pelota por tanto.

Las variaciones lograron que la ubicación habitual de la pelota se trasladara de campo. El encuentro empezó a jugarse más en el campo de la Real y el cambio de posición del Papu, unido a las alternativas que empezó a ofrecer Ocampos, permitieron al Sevilla mejorar su juego ofensivo, contar al menos con más alternativas en campo contrario.

No es que llegaran oportunidades. De hecho no llegaron hasta la parte final del encuentro, una de Rafa Mir en una contra. Y otro disparo lejano de Diego Carlos. Fue lo poco que hizo el Sevilla en ataque, mientras se defendió con orden, eso sí.

Tampoco la Real aumentó sus revoluciones en ataque en esa parte final del partido y de ahí que al empate se llegara de forma más o menos natural.