Europa amarga

El Sevilla se estrella en Europa. Ha caído ante el Lille en casa y se complica todo su futuro en la Champions, incluso en competición continental. Era el momento de dar un golpe en la mesa, de buscar una victoria fundamental. Y en el momento clave, incluso con el marcador a favor, se desconectó, se fue. Se fue del partido, se fue de la Champions, se fue de todo. La derrota ante el actual campeón francés le pone las cosas en chino. Actualmente es colista de grupo, aunque quedan seis puntos en disputa y sumar nueve puntos podría hacer soñar con la clasificación a los de Lopetegui. Pero más allá del resultado, obviedades al margen, es peligrosa la imagen ofrecida por el Sevilla en esta fase de grupos de la Champions. Ante el Lille fue notablemente superado en muchos aspectos, y durante la segunda parte se mostró absolutamente impotente, ni cosquillas le hizo a los galos. Imprecisiones, desesperación, precipitación, en el campo y en el banquillo, y como resultado ni una sola ocasión. Como resultado una derrota que deja tocado clasificatoria y mentalmente al equipo.

El partido estuvo bastante igualado al inicio, más incluso que en Lille, donde el Sevilla, aunque no marcara, mostró más superioridad de inicio. El equipo francés salió valiente y apostó por tener bastante la pelota, con un Renato Sanches acaparando todo el juego y demasiado liberado por parte de los centrocampistas nervionenses, que si bien se replegaban bien y dejaban pocos espacios, a veces olvidaban demasiado al portugués en la construcción. El partido era un toma y daca muy equilibrado, aunque el Sevilla cuando se ponía hacía algo más de daño moviendo la pelota de lado a lado. Tampoco es que perforara las líneas defensivas del Lille, pero tuvo un par de aproximaciones con peligro y una en la que se alió con la suerte para que un rebote le quedara a Suso y originara a la postre el gol de Ocampos, tras el rechace del portero.

El gol confirmó el plan sevillista. Bien replegado, concediendo pocos espacios y sacrificándose mucho para evitar las salidas en velocidad del Lille, el conjunto de Lopetegui apenas concedía ni espacios ni ocasiones. Tampoco salía demasiado a la contra con peligro, aunque alguna llegada tuvo. Tal y como estaba el encuentro, el duelo estaba en mantenerse seguro, fiables en defensa y esperar un segundo gol, pero ese plan se lo cargó Delaney de un manotazo. Porque fue un manotazo innecesario del danés lo que provocó el penalti, uno más, y van cuatro en esta fase de grupos, que permitió a David empatar. Los últimos minutos de la primera parte fueron una locura que no acabó en tragedia porque Bono salvó un mano a mano.

En la segunda parte el Lille confirmó la evolución del encuentro. Físicamente y técnicamente el equipo francés fue creciendo y el Sevilla menguando. El inicio de la segunda mitad fue muy sorprendente. El conjunto francés se fue de nuevo muy valiente al ataque, y encontró espacios con facilidad, hasta lograr un segundo tanto que ponía muy cuesta arriba el encuentro. Si ya en igualdad los de Lopetegui no encontraron huecos, con el marcador en contra fue casi imposible ante un Lille mucho más fiable y rotundo. Ni Rafa Mir ni En-Nesyri se encontraron en ningún momento asistidos. Faltó conexión, pegamento entre líneas para enlazar con los jugadores más ofensivos. Los cambios (Munir, Jordán, el delantero marroquí, Lamela, Montiel por la lesión de Navas) tampoco activaron al equipo, más bien al contrario cuando se tuvo que retirar el palaciego. El partido se fue agotando con un Sevilla impotente, precipitado y ahora mismo ahogado en su mismo grupo de Champions. Es colista, ya no depende de sí mismo y si repite la imagen de hoy es quimérico pensar en un futuro positivo en Europa.