El Almería había tirado la toalla, Édgar, central rojiblanco, no perseguía ni a sus rivales y el Sevilla tenía, posiblemente, todo a su favor para, tras remontar en cuatro minutos, tocar con sus manos unas vacaciones anticipadas, pero entonces se desconectó, se borró y se dejó empatar. Este equipo no es de Quique Sánchez Flores, que deberá explicar muchas de sus decisiones, sino de Bayona. Y como el director, se quedó sin premio.
Porque este Sevilla está empeñado en hacer Lo imposible, en que sus aficionados pasen tanto miedo como los que asistieron a ver El orfanato y, quizás eso es lo más claro, convertir esta temporada en la agonía que vivieron los de La sociedad de la nieve. Porque este equipo ha dejado de ser el 'Monstruo' que viene a verte, a ser, cada partido, un secreto, no como el de los Marrowbone, pero casi. Porque este Sevilla, repito, es más de Bayona que de Quique Sánchez Flores.
Tus rivales apenas ganan, peleas por el descenso más barato en la última década, consigues oxígeno ganándole a equipos realmente complicados como Atlético de Madrid o Real Sociedad y el día que lo tienes todo para ganar (y que el Cádiz te mete presión) das dos o tres pasos atrás.
El Sevilla, como si de una mala película se tratase, empezó a cometer todos los errores que le han llevado, partido sí, partido también, a perder puntos: imprecisión, nervios, ansiedad y, por encima de todo, intentar cosas que no está capacitado para hacer.
Quique Sánchez Flores apostó por una línea más alta, una presión más alta y ante el empuje local, una salida de balón como si del equipo de Diego Alonso se tratase: Soumaré de espaldas, Soumaré llegando justo, Soumaré apagando incendios... y Viera, por suerte para los sevillistas, perdonando todo lo que tuvo.
Bayona se ha caracterizado por dirigir películas trepidantes, emocionantes, trágicas, sentimentales y, normalmente, capaces de llegar al corazón del espectador. Si lo de este Sevilla, que curiosamente hoy tampoco ha tenido premio (o un óscar), no lo ha escrito este gran director...