El Molinón se enciende contra el equipo
La grada de El Molinón está al limite. Se agota la paciencia entre los seguidores del Sporting de Gijón ante la crisis de fútbol y resultados del conjunto dirigido por Rubén Baraja. Pañuelos, pitos y la innovadora, a la par que luminosa, protesta en forma de flashes. El malestar se acrecienta con el paso de las jornadas y amenaza con seguir su escalada si el balón no comienza a dar sus frutos.
La afición rojiblanca, convocada para mostrar su descontento con la gestión del club en el minuto cinco, terminó por extender sus protestas a lo largo de todo el encuentro. El dominio al que fueron sometidos los hombres de Rubén Baraja por un Córdoba en puestos de descenso fue un detonante más.
De la pañolada a los pitos sin solución de continuidad. El sonido de viento se mezcló con la lluvia, la tormenta se hizo presente en las gradas del templo rojiblanco. El equipo no transmite sobre el terreno de juego pero la grada sí que lo hizo. No está conforme con lo que los suyos le ofrecen. Las miradas puestas a partes iguales entre el banquillo y el palco.
Señales de fractura
Los flashes con los que los aficionados iluminaron el graderío del municipal gijonés fueron un modo brillante de llamar la atención. Una innovadora manera de protestar, de los clásicos pitos y pañuelos al rudio 2.0, pero la misma sensación de malestar entre una afición hastiada. Cánticos contra el 'Pipo' entreverados con la desaprobación hacia la labor de la propiedad del club. Hubo para todos.
La bronca con el pitido final fue atronadora. Un punto de difícil retorno en una relación muy deteriorada entre equipo y seguidores. La realidad del complicado momento del conjunto rojiblanco amenaza con destruir una de las principales bazas con las que cuenta el sportinguismo. El Molinón se enciende contra el equipo.