Mestalla dio toda una lección de civismo
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Ha sido una tarde noche en la que han pasado cosas extrañas en Mestalla. El ambiente ha estado frío por momentos; quizás las nuevas normas de conducta atenazaron a los aficionados, que no sabían cómo actuar, no eran conscientes qué es lo que estaba bien o qué estaba mal. Pero Mestalla se arrancó a animar y mucho... pero sin la Curva Nord que andaba enfadada porque el día anterior del choque, en la presentación de su peña, nadie del club estuvo en el acto. No sería por ganas, pero no corrían buenos tiempos para ello porque Antiviolencia está esperando la más mínima para sancionar a los clubes.
Pero la Curva se arrancó en el minuto 40 de partido y por lo visto había ganas de cantar porque se pasaron cantando y saltando incluso en el descanso. Mestalla les pidió que animaran, el resto del campo cantaba sus canciones, sus letras, animaron a la Curva y ellos olvidaron cualquier enfado porque delante estaba el Valencia. Lección de civismo en Mestalla, todos los aficionados dieron lo mejor de sí para demostrar que ningún aficionado sería expulsado como ya ha sucedido en otros estadios.
Desde el principio se notaron algunos cambios en lo que viene siendo habitual en Mestalla. Llegaron los dos autobuses a la vez, uno detrás de otro, un gesto que no sé si estuvo buscado pero que aplacó bastante los ánimos de alguno que se atreviera a gritar algo prohibido al conjunto rival porque tuvo que elegir la opción de animar al tuyo. El comunicado del presidente Amadeo Salvo en la previa del choque, difundido por todos los medios de comunicación tuvo su continuación en Mestalla, con pancartas y lonas pidiendo respeto al rival, en la publicidad estática también se podían leer estos mensajes e incluso en vídeo marcador.
Todo estuvo muy estudiado para que la gente estuviera concienciada de que lo prioritario era animar a su equipo y olvidarse de los rivales. El comportamiento fue exquisito desde el primer minuto hasta el último. Incluso los árbitros se llevaron aplauso en el calentamiento, fueron coreados por algunos aficionados, no sé cuanto grado de mofa o de compromiso había en ese gesto pero fue la tarde-noche de Mestalla, esa en la que sucedían cosas raras. Incluso tuvo cabida la ola mexicana en Mestalla. Había ganas de fútbol y de goles y Mestalla dio toda una lección.