El 'embrujo' de Diego Alves está de vuelta
Sus compañeros de equipo echaban de menos los piques en los entrenamientos con Diego Alves y es que el meta brasileño volvió a tirar de picaresca para poner nervioso a los lanzadores chés. Alves echó mano de sus 'embrujos', de su particular 'magia' para desviar los balones con la mirada hasta que acaban estrellándose en la madera o fuera del arco.
En el entrenamiento de este jueves en la Ciudad Deportiva se ha podido comprobar una vez más que el portero brasileño sigue teniendo ese don que sólo los grandes porteros poseen, que hacen que los delanteros vean la portería más pequeña de lo habitual. Fue el portero escogido para detener los disparos de los jugadores más ofensivos chés y tan sólo De Paul logró marcarle un gol después de más de 70 lanzamientos a portería.
Y así lo celebró el argentino, por todo lo alto, porque ni Alcácer, ni André Gomes, ni Bakkali, ni Piatti, ni Danilo... nadie logró hacerle un gol al bueno de Diego. Bueno sí, marcó De Paul tras más de 70 lanzamientos. El embrujo de Alves maniató a los delanteros del equipo, los puso nerviosos y sus disparos se marchaban fuera o acababan mansamente en las manos del brasileño. A Alves le ocurre algo similar a lo de Casillas, que son capaces de 'desviar' balones con la mirada, pero el secreto no es otro que la enorme capacidad que tienen para tapar los pequeños espacios que dejan a los delanteros y éstos tienen que ajustar mucho los lanzamientos.
No hay secreto, cuando un portero tapa bien los palos suele hacer que el delantero dispare a portería ajustando al máximo y el balón termine fuera o en los postes. Por eso los buenos guardametas reciben más palos que los malos porteros, porque obligan al delantero a ajustar al máximo. No sólo el factor suerte juega, también hay que buscarla.