Garay: "Mi familia era muy humilde, ayudaba a mi padre a repartir con el camión"

Ezequiel Garay cumple 30 años este próximo lunes y lo hace en un momento de su vida en el que disfruta plenamente de su trabajo, también de la vida en pareja junto a su mujer Tamara Gorro y desde hace un año ambos lo hacen de la princesa de la casa, su hija Shaila.  Sus vidas han cambiado transversalmente, de arriba a abajo, porque el nacimiento de su niña por fin les ha permitido recoger el fruto de su amor y gozar de una alegría plena que suaviza cualquier mal trago que pasaron en los últimos años.

“No sabes lo que nos ha cambiado la vida, lo que luchamos mi mujer y yo para ser papás, no veíamos la luz en ese túnel, pero cuando tienes a tu pequeña en brazos y ver todo lo que has luchado pues te reconforta. Es algo muy bonito que vivimos los dos. Estos momentos que hemos pasado, los que estamos viviendo ahora no los vamos a olvidar porque nos han unido mucho más. Estamos muy orgullosos de todo lo que hicimos y lo que hacemos día a día”
“No sabes lo que nos ha cambiado la vida, lo que luchamos mi mujer y yo para ser papás, no veíamos la luz al final del túnel, pero cuando tienes a tu pequeña en brazos y ver todo lo que has luchado pues te reconforta. Es algo muy bonito que vivimos los dos. Estos momentos que hemos pasado, los que estamos viviendo ahora no los vamos a olvidar porque nos han unido mucho más. Estamos muy orgullosos de todo lo que hicimos y lo que hacemos día a día”
Siempre se ha conocido a Garay por ser uno de los grandes defensas que ha dado Argentina en la última década. Siempre fue llamado a ser el defensa del futuro porque a su inquebrantable juego defensivo, se unía una gran inteligencia en el campo y mucho gol. Garay es de esos defensas con alma de delantero que sobrepasan con cierta asiduidad los cinco goles cada temporada, pero ha sido capaz de irse por encima de los dígitos en dos campañas.
En cambio, no ha dejado que se conozca ni que trascienda mucho de cuando vivía con sus padres; quizás su timidez le hacen no querer destacar demasiado, ni levantar la voz, pero en las distancias cortas te gana y muestra como es. La humildad de Ezequiel brota por cada uno de los poros de su piel gracias a la educación que sus padres le inculcaron desde bien pequeño. En su Rosario natal, evitó la bebida y las drogas, gracias a sus padres, al fútbol y también a sus amigos: "Gracias a dios no tuve problemas con nada de eso, la educación que me dieron mis padres, también de los amigos que tenía y que tengo porque los conservo desde los cuatro años. Todos me dieron consejos para pasar de ser anónimo a famoso de la mejor manera, me ayudaron a tener los pies en el suelo"; un nuevo rosarino que viene a engrosar el listado en el que destacaron Banega, Kily González y Pijo López.

La humildad de Garay

Garay proviene de una familia muy humilde, en la que su mamá Miriam era ama de casa, mientras que su padre Goyo se subía al camión todos los días para repartir quesos. Ezequiel lo recuerda bien porque ayudó mucho a su padre lo que le hacía ganar un poco de dinero para poder comprarse unas botas de fútbol cuando jugaba en los barriales del sur de Rosario. “Siempre nos costaron mucho las cosas. Mis padres se sacrificaron mucho para poder comprarme mis primeras botas de fútbol. Yo quería devolverles todo lo que me estaban dando; mis papás sin saber que yo iba a ser profesional siempre se implicaron para que tuviera las mejores cosas. Me siento muy orgulloso de poder devolverles todo lo que me dieron”.  
El esfuerzo que hicieron para que Ezequiel llegara a cumplir su sueño fue tremendo, pero al final lo lograron. Su perfil bajo siempre le ha ayudado a mantener los pies en el suelo y se comporta igual jugando en el Deportivo Cultural Sarmiento y el Santa Teresita que ahora cuando lo hace en el Valencia CF. “Soy un chico humilde, mis padres me enseñaron una serie de valores que pongo en práctica siempre, no intento aparentar ni me gusta. Gracias a dios pueden disfrutar hoy en día de mi hermana y de mi hermano Benjamín (Juvenil B del Real Madrid) que están disfrutándolo porque le llevan a los entrenamientos y a los partidos, algo que conmigo fue imposible porque les tocaba trabajar".
"Mis padres se sacrificaron mucho para poder comprarme mis primeras botas de fútbol. Siempre nos costaron mucho las cosas y me siento muy orgulloso de poder devolverles ahora todo lo que me dieron”

Un chico maduro a los 13 años

El ‘Negro’, sobrenombre con el que se conoce, maduró muy pronto y con tan sólo 13 años, siendo un niño, le dio toda una lección a la vida misma: al enfundarse la camiseta de Newell’s por primera vez sabía que pronto podría devolverles a sus papás todo lo que le habían dado esos años. Ese fue su objetivo fundamental y aquello le sirvió para ser perseverante en el futuro. En el nacimiento de su hija Shaila quedó bien demostrado lo luchador que puede llegar a ser y tras una conmovedora historia pudieron tener su esperado bebé. Fue por maternidad subrogada tras muchos intentos y decepciones. “Nadie sabe bien por lo que hemos pasado”.
Desde su debut con el primer equipo de Newell’s, en donde marcó de cabeza tras un magnífico centro del Burrito Ortega, la vida de Garay ha pasado muy deprisa, todos los acontecimientos se sucedían y cuando lograba alguna meta marcada echaba la vista atrás para ver el camino recorrido y no perder el norte en ningún momento. Su papá Goyo fue siempre el que le aconsejó, es verdad que no hablaba mucho pero cuando lo hacía todos callaban y temblaba la casa además de con las palabras justas. "Hablábamos mucho cuando volvíamos de los entrenamientos porque las cosas estaban pasando muy rápido, no podíamos creer lo que nos estaba pasando sobre todo cuando echábamos la mirada atrás y veíamos por todo lo que habíamos pasado. Pero siempre nos hemos caracterizado por no creernos nada, seguir trabajando y desde la humildad afrontar todos los retos que se presentan".