Un golazo y un abrazo
El Valencia CF sufrió de lo lindo para doblegar al Celta de Vigo y tuvo que remontar el gol inicial de los gallegos. Lo hizo gracias a un golazo de Ferran Torres y otro, de Rodrigo, tras una buena jugada colectiva, que acabó con un abrazo al cuestionado Marcelino. El Celta-Valencia era un duelo marcado por la dramática situación de los locales y la imperiosa necesidad de los de Mestalla que, aunque fueron mejores, solo lo demostraron al final con un Ferran Torres salvador (gran tanto) y una buena acción de Parejo y Gameiro. Victoria tranquilizadora, ¿será el ansiado punto de inflexión?
De inicio Marcelino salió con su once de gala, excepción hecha de Kondogbia y Guedes. Así, volvían los Neto, Garay, Gayà, Carlos Soler, Cheryshev y compañía. Por supuesto, junto a ellos estaban los puntas fijos, Rodrigo y Mina, y el único doble pivote que le queda a Marcelino, Parejo y Coquelin. Precisamente el centrocampista galo fue el que tuvo la primera ocasión del partido. Su tiro lejano, tras una dejada de Mina, fue detenido por el meta Rubén sin apuros.
Ambos conjuntos comenzaron respetándose. Ninguno tenía el control del balón y el miedo a perder provocó que las faltas enterraran la creación en Balaídos. Con todo, el Valencia era quien más llegaba al área rival. Así, en una gran contra entre Rodrigo y Mina, la defensa les sacó el balón cuando Balaídos enmudecía. El gallego había enfilado la meta contraria como un avión. Se entretuvo y se la quitaron, pero el rechace le cayó a Rodrigo que, con su mala fortuna habitual, vio como Aráujo se la sacaba abajo.El siguiente aviso saldría de las botas de Carlos Soler. Tras lucir una pared con Rodrigo, el canterano se sacaría un cañonazo desde la frontal que forzó la palomita de Rubén Blanco.
Un error doble
Nada comparable, sin embargo, con el paradón que tuvo que hacer en el 39 Neto para evitar el gol de Boufal. Coquelin perdió un balón en la frontal de forma incomprensible, Boufal se quedó solo y Neto la mandó a córner. El saque de esquina terminó en una mala marca de Gabriel Paulista y del propio Coquelin que propició el gol de cabeza de Aráujo. 1-0, injusto para los méritos demostrados sobre el campo, pero eso ya no es noticia.
Antes del descanso, Dani Parejo, probó los reflejos de un meta que iba camino de convertirse internacional a estas alturas de partido. No en vano, para que nada faltara, le sacó un cabezazo de Mina a dos metros. Cierto es que estaba en fuera de juego, pero sirve como muestra de la falta de eficacia valencianista. El nerviosismo se trasladó al banquillo, donde Ismael Fernández fue expulsado por recriminarle una acción al cuarto árbitro.
Tras el descanso el panorama cambió poco y, por eso, al cuarto de hora, Marcelino sentó a sus bandas -Soler y Cheryshev- que estaban especialmente desacertados. En el costado derecho se colocó Ferran Torres y en el izquierdo Rodrigo, ya que Gameiro fue el que sentó al ruso. Quedaba media hora de juego y el Valencia estaba en crisis, noqueado. Y más que habría quedado si Brais Méndez, desde fuera del área, no hubiera encontrado las manos de Neto, una noche más erigido en salvador de su equipo.
Un golazo
Daniel Wass iba a completar el trío de cambios cuando, por fortuna para los intereses valencianistas, Ferran cazaría un centro medido de Gayà despejado por Aráujo para bajarla con el pecho y, a bote pronto y con el exterior, marcaría un auténtico golazo que establecía la igualada. 1-1. Del mal, el menos. Quedaba tiempo y Marcelino aplazó la sustitución unos minutos.
Y un abrazo
Ya con Wass en el campo, Mina y Garay, ambos de cabeza volvieron a comprobar que Rubén Blanco. Si alguien merecía ganar esos eran los de Marcelino pero, de nuevo, fueron presos de su falta de acierto en los metros finales. Y así llegó, al fin, el tanto de Rodrigo en el 83. Parejo se la puso a Gameiro entre líneas, y este le hizo el pase de la muerte al internacional español que, a placer, lograba el 1-2. El abrazo más sentido fue con su entrenador. Como una semana antes Parejo, Rodrigo demostraba así su apoyo al técnico por muy cuestionado que esté. Aún pudo ampliar su renta un Valencia que, ya desatado, demostró porqué es mejor que el Celta.