Mestalla: corazón, empuje y sufrimiento pese a la debacle
En juego, otra final para hacer historia. El Valencia CF nunca ha jugado dos finales en la misma temporada en los cien años que contemplan su historia. Había mucho en juego pero para conseguir este hito, era necesaria la remontada contra el Arsenal de Unai Emery.
Por supuesto, Mestalla cumplió y generó un ambiente infernal para el rival, el de las grandes ocasiones. Con el recibimiento al autobús, la afición ya marcó el primer tanto del partido como así ocurriese aunque Gameiro fuese el que empujó el balón para batir a Peter Cech en el 11'. Todo Mestalla remató el cuero con el galo.
El ambiente ensordecedor que generó Mestalla desde el inicio acompañó al arranque fulgurante de un Valencia CF que era consciente de que sus posibilidades pasaban por marcar pronto.
Reacción de orgullo y pundonor inmediatamente después del gol de Aubameyang. Un jarro de agua fría para el valencianismo pero que apenas no tuvo efecto, no al menos, en la moral de la parroquia valencianista ya que enseguida sacaron fuerzas para volver a animar con más intensidad, si cabe. La afición dio un paso adelante y lejos de dejar que su equipo se amilanase, hizo todo lo contrario. Por delante quedaba un mundo y los futbolistas dirigidos por Marcelino pronto se acogieron al rebufo de la grada para volver a asumir el control del partido tanto en el plano anímico como en el táctico.
Mestalla sufría con su equipo. No dejaban de animar ni un sólo momento durante la primera mitad. El jugador número 12 apareció con más fuerza que nunca, la que siempre tiene Mestalla y que recuerda en cada gran ocasión junto a su equipo.
Todo se truncó al inicio de la segunda parte con el gol de Lacazette, que prácticamente sentenciaba. Eso se notó en el ambiente durante algunos minutos, sin embargo, el segundo gol de Gameiro antes del 60' animó al respetable y al equipo, que intentó lo imposible. Media hora por delante para anotar tres goles.
No pudo ser pese a los intentos del valencianismo, que no se rindió en ningún momento hasta el final. El recital de Lacazette y Aubameyang fue demasiado. El tercer tanto gunner fue un golpe mortal.
Al final, la hinchada agradeció el esfuerzo de sus jugadores a pesar de que el sueño de regresar a una final europea tres lustros después quedó truncado.