Examen a la crisis en Stamford Bridge

En medio de la crisis de identidad generada por la destitución de Marcelino llega un Chelsea-Valencia para estrenarse en la Champions League que dictará la evolución del cisma social y deportivo que existe en el Valencia CF. Quizá los menos responsables de crear el problema, los jugadores, son los únicos capaces de aminorar el conflicto consiguiendo buenos resultados. El rival y el envite, claro está, no lo pondrá nada fácil.

Con el choque en Mestalla ante el Leganés en el horizonte y la plantilla en silencio como respuesta al despido del técnico, el duelo que debería ser un ilusionante comienzo en la competición más atractiva de todas, se ha convertido en una dura prueba de fuego que marcará el futuro inmediato deportivo y social de la entidad.

Hay que jugar y el Valencia CF que terminó la temporada engrasado podría dar mucha guerra en Stamford Bridge, un estadio en el que nunca ha ganado. Ahora mismo, sin embargo, es una incógnita.

Lo que nadie puede permitirse es otra debacle como en el Camp Nou pues esta podría generar un ambiente irrespirable para el siguiente partido, al margen de comenzar a comprometer uno de los objetivos primordiales del club esta campaña y que no es otro que llegar lejos en la máxima competición continental. La crisis, escenificada con Celades solo en la sala de prensa, será sin duda un jugador más esta noche en Stamford Bridge.

La plantilla: pacientes y doctores a la vez

Y justo esta situación llega en el peor momento posible, ante el peor rival y en el peor escenario de todos. Los futbolistas son pacientes, víctimas de la situación sobrevenida, pero también los únicos doctores capaces de devolverle las constantes vitales a este enfermo.

Los jugadores, quizá los menos responsables de crear el problema, son los únicos capaces de aminorar el conflicto creado por Peter Lim logrando un buen resultado. El rival y el envite, claro está, no lo pondrán nada fácil.

¿Cómo afrontará Albert Celades el Chelsea-Valencia?

En el plano puramente deportivo es una incógnita cómo formará Celades a su equipo. Cinco entrenamientos son poco bagaje para cambiar cosas y la lógica dicta que el técnico catalán estará más centrado en recuperar anímicamente al vestuario más que otra cosa. Bajo ese prisma a nadie le puede sorprender que el entrenador apueste por un once muy similar al que formó en el Camp Nou. Esto es, un clásico 1-4-4-2 y con poca o ninguna variable destacable respecto al último choque.

Cierto es que en la lista de veinte convocados incluyó a Thierry Correia, pero parece precipitado que juegue salvo que haya algún problema inesperado con Wass.

Así, lo normal es que juegue Cillessen en la meta; Wass, Garay, Gabriel y Gayà en la zaga; Dani Parejo y Kondogbia en el doble pivote dejando a Coquelin en una banda y a Guedes en la otra. Sería el único cambio destacable si arriba vuelven a formar Rodrigo y Kevin Gameiro. Dicho esto, tras su estreno goleador, podría tener sus opciones de titularidad Maxi Gómez.

Todos ellos, a pesar de la incomprensión que les rodea, son ahora -como antes- los únicos capaces de devolver la sonrisa a una afición de capa caída, frustrada y que no concibe cómo su club se ha sumido en esta situación por la decisión de Peter Lim. El valencianismo se frota los ojos pensando que, cuando tendría que estar disfrutando por regresar a la Champions, el club se haya en un estado de conmoción cerebral.

Es doloroso comprobar como a un Chelsea que no puede fichar y fía su suerte a jóvenes prometedores y al que el Valencia le podría plantar cara, es ahora un rival que se encontrará con un equipo dolido, desnortado y sumido en el caos por la abrupta e inesperada destitución de Marcelino. Sólo de su capacidad de reacción depende que el Valencia CF no empiece a tirar la temporada por la borda cuando acaba de comenzar.