El rugido de Gattuso se apaga en la jaula de Vallecas
”Me he equivocado en todo, el primer responsable soy yo. Hoy mi equipo ha jugado 10 minutos. Nos han matado en todo: segunda pelota, intensidad…han merecido ganar 3-0 o 4-0”, decía un Gattuso apagado al finalizar el partido en sala de prensa. Entonaba el mea culpa. Fue, en el banquillo el más intenso de su equipo en Vallecas, dónde los locales silenciaron al león y a sus pupilos.
Tradicionalmente, visitar Vallecas era uno de los escollos del calendario. Las dimensiones del estadio y lo cerca que se encuentran sus aficionados del césped, propiciaban un ambiente complicado para los equipos rivales. No obstante, desde hace 10 meses, esto ha cambiado. La última victoria del Rayo Vallecano como local en LaLiga Santander data del pasado 18 de diciembre de 2021. Aquel día, el descendido Deportivo Alavés fue el último en sufrir la furia del barrio madrileño.
Esa furia es la que quiso plasmar Genaro Gattuso desde que pisó la hierba vallecana por primera vez. Durante el calentamiento, el técnico italiano salió del vestuario para unirse a los ejercicios de sus futbolistas, exigiéndoles más ritmo a poco más de 15 minutos para que arrancase el choque. Un gesto de Gattuso que cada vez le caracteriza más y deja pocas dudas de si se trata o no de una pose en su personalidad.
Durante el partido
Vestido de negro, con camiseta de manga corta y pantalón largo -como viene siendo habitual-, Rino empezó su particular espectáculo desde la banda. Transpirado como siempre -hacía 32 grados a la sombra durante el partido-, Gattuso no se sentó en el banquillo ni un solo segundo de la primera parte. Se mantuvo de pie dando instrucciones y con los brazos en jarra, durante la mayor parte del tiempo. El italiano se mostró más relajado que en otros partidos, pese al resultado que campaba en el luminoso.
El Valencia CF perdió el control del juego desde el primer momento y eso se proyectó a través de los gritos de su entrenador. Correcciones tácticas por doquier y un rostro enfurruñado, en uno de los pocos rincones con sombra del estadio madrileño. El dedo de Rino marcaba el camino del partido o eso pretendía él, ya que su equipo fue desdibujado desde que empezó a rodar la pelota. El Valencia CF no impuso su dominio, pero Gattuso sí.
Tras la pausa de hidratación del primer tiempo, en la que el italiano se hartó a pegar chillidos, las cosas cambiaron levemente. Nico adelantó su posición en busca de ganar balones en zonas más peligrosas. Rino le pidió que ejerciera de Carlos Soler, al menos durante unos minutos, y eso, a corto plazo, es mucho pedir. Con algún centro lateral y pocas aproximaciones al área, los blanquinegros llegaron al descanso con mucho trabajo por hacer y con un Gattuso con ganas de berrear en el vestuario. Pareciera un boxeador cabreado el que entraba por el túnel de Vallecas.
El descanso como salvación
La cara y la cruz la protagonizó Nico, quien tuvo en sus botas el empate tras una jugada fantástica de Yunus por la derecha, y acabó introduciéndose el balón en su propia meta tan solo un minuto después. Gattuso, desesperado ante el triste espectáculo de su equipo, movió ficha rápidamente y 'castigó' al centrocampista gallego con la sustitución. El italiano le dio su oportunidad a Marcos André, quien debía demostrar personalidad y cierto punto de rebelión tras haber sido relacionado, durante las últimas semanas de mercado, con el Rayo Vallecano.
Y entre tantos errores, Rino reconoció el suyo de brindarle la titularidad a Gayà. El de Pedreguer no estuvo nada fino y mostró atisbos de estar falto de ritmo de competición. Así, el italiano lo sustituyó en el 64', al igual que a Hugo Duro, quien apenas entró en contacto con el esférico. Choque de manos y a seguir orquestando un partido, que se presentaba complicado para revertir.
El cambio de sistema no mejoró el juego del equipo y los dos Samus se mantuvieron igual de desaparecidos por las bandas. Gattuso volvió a ser el protagonista de la pausa de hidratación por los decibelios de su voz, pero el Rayo supo defender la ventaja cosechada, que pudo ser mayor pese al gol maquillador de Diakhaby, con la misma intensidad que le permitió estar por delante del marcador. Con los brazos en jarra y el rostro contrariado, el técnico del Valencia CF afrontó los últimos instantes de encuentro, pensando -seguramente- que todavía queda mucho por hacer.