

Al castillo de Baraja en Montilivi lo tumban por hambre
-
El Valencia se adelantó gracias a un gol de Hugo Duro
-
El Girona dominó el balón, pero el Valencia tuvo más llegadas hasta el 80
-
Con uno menos por lesión encajó el 1-1
El Valencia CF visitaba Montilivi con la intención de dar la sorpresa. Baraja lo hizo con su once inicial apostando por un doble lateral que le funcionó hasta que tuvo que modificarlo por el cansancio, la polémica lesión de Diego López y la falta de recursos. Eso, y sólo eso, permitió que el Valencia perdiera un partido en el que mereció más. Se adelantó gracias a un gol, un gran gol, a la contra pero no pudo hacer ante el asedio gerundense en los últimos diez minutos, ya con Stuani sobre el campo, que hizo el 1-1 y forzó para que Mosquera se anotara en propia puerta el 2-1.
El resultado es engañoso porque, a pesar de las desigualdades, fue una lección táctica de Baraja ante uno de los mejores entrenadores de LALIGA como Míchel. Cuando el técnico vallisoletano sacó a Foulquier, los valencianistas se echaron las manos a la cabeza pero la jugada estaba clara: Tocaba poner una sombra a Sávio y le funcionó porque lo secó.
Enfrente Baraja tenía a otro gran estratega español y Míchel lo cambió de banda en la segunda mitad para buscarle las cosquillas a Yarek. Baraja no se cortó y desplazó a Foulquier a la banda izquierda al tiempo que devolvía a Fran Pérez al costado derecho.
No contento con ello, ya con 0-1 en el marcador, sacó a Diakhaby de mediocentro, no de central como todo el mundo esperaba. El guineano no jugaba desde el 1 de octubre en el que se lesionó ante el Betis y Baraja lo colocó por delante de la zaga para tratar de cortar el asedio local. Fue en vano. A los castillos de Baraja los tumban en los asedios por hambre, no por fisuras en defensa.

Los cambios matan al Valencia CF de Baraja
Baraja hizo un triple cambio con 1-1 Canós, Amallah y Yaremchuk entraron y se marchron Foulquier, Diego López y Hugo Duro. No podían más, el equipo -con uno menos sobre el campo- había cedido el empate y, a partir de ahí, se deshizo. Y es que, sin armas, es muy difícil combatir a un Girona que es un gran equipo -líder de LALIGA- y que probó en cinco veces que Mamardashvili es uno de los baluartes de un Baraja que poco más puede hacer con este equipo. Sin refuerzos, sin provisiones, sus planteamientos acaban, como en Gerona, muriendo en la orilla.