Hoy se cumplen 125 años del nacimiento de Guillermo Gorostiza, la Bala Roja, mítico jugador integrante de la delantera eléctrica del Valencia CF que, en la década de los 40 protagonizó la primera época dorada en la historia del Valencia CF, ganando Ligas, Copas y asentando definitivamente en la élite del fútbol español al Valencia CF. Pero su historia no tuvo un final feliz. Tras haber sido uno de los mejores extremos de la historia del Valencia CF y de LaLiga moriría a los 57 años de edad en el Sanatorio de Tuberculosos de Santa Marina de Bilbao.
"Abandonado en el olvido y casi sin recursos económicos, cuenta la leyenda que una de las escasas pertenencias que le encontraron al morir fue una pitillera de plata que le había regalado Luis Casanova con esta inscripción: «Al mejor extremo izquierdo del mundo de todos los tiempos", explica el portal Ciberche.
El atacante del Valencia CF, Guillermo Gorostiza (15/02/1909), formó parte de la ‘delantera eléctrica’ valencianista en los años 40’. El de Santurce (Vizcaya) anotó 110 goles en las 6 temporadas que defendió la camiseta che y logró 3 títulos.
Gorostiza fue una leyenda del Valencia CF y de LaLiga española. El futbolista de Santurce recaló en 1940 en la entidad valencianista tras su exitoso paso por ‘los leones’ con los que ganó 4 Ligas y 4 Copas, además de ser 2 veces ‘Pichichi’ de la competición. En el Valencia CF fue uno de los pilares de la ‘traca’ valencianista, comúnmente conocida como la ‘delantera eléctrica’ con la que ganó 3 títulos (Copa 1941, Liga 1941-42 y Liga 1943-44) en sus 6 temporadas como valencianista.
Gorostiza marcó 110 goles en los 170 partidos como valencianista. Cabe destacar que anotó el tanto número 500 del Valencia CF en Primera División. La retirada deportiva del extremo llegó después de pasar por el Barakaldo CF, el Juvencia de Trubia y el Logroñés.
Fuera de la crónica deportiva, Gorostiza tuvo una vida movida. Al Valencia llegó tras haberse declarado en rebeldía en el Arenas de Getxo y haber emigrado a Buenos Aires durante una temporada. A su regreso le tocó hacer la mili y lo fichó el Athletic, club con el que saltaría a la fama y jugaría durante la década de los 30 en el conjunto rojiblanco donde lo ganaría todo.
Durante la guerra, Gorostiza desertó y se pasó al bando nacional en plena campaña del Norte, pues era carlista. Al finalizar la guerra él se mantuvo como único titular en el Athletic de los que habían sobrevivido a la contienda. En la 40-41, con 30 años ya y con Piru Gainza apretándole el zapato en Bilbao emigró a Valencia donde, además de ser el jefe de aquel equipo viviría una segunda juventud futbolística.
"Su mayor problema radicaba en una personalidad algo bohemia y anárquica, que desgraciadamente le fue llevando hacia el alcoholismo sin afectar, aparentemente, a su magnífico juego".
Cuentan el portal Ciberche que "Su mayor problema radicaba en una personalidad algo bohemia y anárquica, que desgraciadamente le fue llevando hacia el alcoholismo sin afectar, aparentemente, a su magnífico juego".
Gorostiza, en pleno apogeo, fue protagonista junto a los míticos Ricardo Zamora y Jacinto Quincoces de una película en el año 1943, de título Campeones. En ella, interpretaba a Eduardo, jugador de un equipo de fútbol de barrio de medio pelo, consigue conquistar a Paulita, la camarera del bar que frecuenta con el equipo tras los partidos. Julio, el portero del eterno rival, que también es amigo de Eduardo, le convence para que firme un papel que le pone en una situación comprometedora de cara a su equipo. Cuando el club de Eduardo se entera de la existencia de ese documento decide expulsarlo, provocando que se pierda la gran final que está por disputar entre los equipos de Eduardo y Julio.
Pero no sería su última aparición en escena. . Poco antes de fallecer apareció en el documental "Juguetes Rotos" (1966) dirigida por Manuel Summers en el que se entrevistaba a personajes que habían sido muy populares en otras épocas, pero que habían quedado olvidados con el paso tiempo y que vivían situaciones difíciles. El suyo era el mejor ejemplo.
Y es que, aunque 20 años antes había vuelto al País Vasco tras dejar el Valencia, sin dinero ni cabeza para administrarlo, malvivió unos años más hasta que se retiró con 42 años. Una infección pulmonar desencadenó su muerte prematura el 23 de agosto de 1966. Tenía 57 años de edad cuando se apagó la luz de esta leyenda.