El AMR24 se ha comportado en las últimas dos carreras como un caballo desbocado. A todos nos extrañó ver a Fernando Alonso salirse varias veces en Imola y eso prueba lo difícil de conducir que se ha vuelto el monoplaza de Aston Martin, quizás por ese intento desesperado de conseguir hacer funcionar las actualizaciones. Como apunta Javier Rubio en El Confidencial, el piloto asturiano se enfrenta al reto mayúsculo de cambiar su manera de conducir para seguir ayudando a su equipo.
Basta con echar un vistazo a las cámaras on-board de Fernando Alonso para ver todo lo que tiene que pelear para sacar los tiempos con el AMR24, sobre todo en las curvas, una prueba de lo difícil de conducir que se ha vuelto este monoplaza. Su antecesor, el AMR23, iba prácticamente entre raíles, como se suele decir el la jerga de la F1, si lo comparamos con el coche de esta temporada.
Fernando Alonso siempre ha tenido un pilotaje fino, cuidado, detallista, una forma de conducir para no dañar los neumáticos en la entrada de las curvas, y ahora se enfrenta al reto mayúsculo de casi olvidar todo lo aprendido en estos 20 años de carrera. Estos nuevos monoplazas son más largos, más pesados y con una aerodinámica mucho mayor, lo que exige una nueva forma de pilotaje. Y a eso tenemos que añadirle la necesidad del asturiano de cuidar sobremanera sus neumáticos, que degradan más que los del resto, lo que también le obliga a adaptar su forma de conducción.
Fernando Alonso no es el único en sufrir a estos coches, los pilotos de la vieja escuela están teniendo exactamente los mismos problemas. Lewis Hamilton, con un estilo de conducción parecido al del asturiano, ha reportado mil y un problemas con su Mercedes, también dificilísimo de conducir tanto la temporada pasada como ésta. Lo que demuestra todo esto es que Fernando Alonso tiene fe ciega en el proyecto deportivo de su equipo y hará todo lo que esté en su mano para salvar la situación.