La emoción de ver a un hijo en el podio de MotoGP debe dar una sensación de mucha alegría; ver a dos, de orgullo. Es precisamente lo que ocurrió este pasado fin de semana durante el Gran Premio de Alemania. Ahí, en Sachsenring, los hermanos Márquez hicieron historia. Álex terminó en tercera posición; Marc, segundo. Si bien la cara amarga para los aficionados españoles la protagonizó Jorge Martín al irse al suelo mientras lideraba la carrera; la cara más bonita posible fue de ellos. Álex y Marc Márquez compartieron un podio en el Mundial por primera vez. Y no solo eso: desde 1997, ninguna pareja de hermanos lo había logrado.
"Somos muy afortunados de la vida, porque lo hemos vivido muchas más veces de lo que uno se podía imaginar: días así, días de los dos ganar o ganar campeonatos el mismo año. Éste era el siguiente sueño que tenía, que lo había soñado muchísimo, cambiaría mis cuarenta y pico podios del Mundial por este, porque es mucho más especial estar en un podio con tu hermano que los cuarenta que tenía hasta ahora sin él encima. Ojalá poder repetir, repetir con un 1-2, pero sabemos que será difícil. Tienes que celebrarlo lo máximo posible, disfrutarlo del momento, porque lo que me ha enseñado el Mundial sobre todo, y estar aquí, es que lo que tienes hoy no sabes si lo vas a tener mañana", resumía el pequeño de los Márquez.
La emoción de Álex Márquez la corroboraba un Marc que sigue enlazando grandes resultados. Pero el Sachsenring tuvo que volver a sus andadas: remontada desde la decimotercera posición para rozar la victoria, que se llevó Pecco Bagnaia. "Lo intento, no lo intento, y ahí, con la caída de Jorge Martín, se nos ha aclarado las ideas. No hemos podido ganar porque han hecho una carrera muy buena, pero subir al podio con mi hermano es muy especial", añadía un Marc que cuajó otra notable remontada.
Mientras la emoción se extendía por el paddock y, sobre todo, por el box de Gresini, a muchos kilómetros de distancia Roser Alentà, la madre de los Márquez, también se emocionada. En declaraciones recogidas por ElPeriódico, Roser cuenta cómo vivió los momentos previos a que sus dos hijos vieran la bandera de cuadros en el trazado alemán de Sachsenring.
"Vaya dos tontos. Cómo me han hecho llorar. Pero qué felicidad tan grande para toda la familia. Qué orgullosa estoy de ellos. Cómo se quieren y cómo lo comparten todo. Al final, yo, que veo las carreras sola, me he pasado las últimas tres vueltas gritando. ¡Álex, déjalo pasar, que esos cuatro puntos igual son vitales para el Mundial! Estoy segura que Álex le ha dejado pasar. Solo quiero que disfruten el momento, después de tanto sacrifico y, a veces, sufrimiento. Sobre todo Marc", resume Roser.