Más triste que un fado

La Platea de Juanma G. Anes
(Huelva Información)



Debo saber bastante poco de fútbol -mucho menos de lo que ya tenía asumido- porque al ver el parsimonioso ritmo del Decano ante la Ponferradina se me rompieron los esquemas. Tras la vital victoria en Soria me imaginaba que, para coger el impulso definitivo, el equipo trataría de salir a comerse al rival desde el túnel de vestuarios. Lo del domingo era tan clave que no concebía otra cosa. Pero no, todo el ritmo del partido lo llevaron los visitantes. Vale que los leoneses están arriba por algo pero, recuerdo, era la Ponferradina… ¡Y aunque hubiera sido el Milán de Sacchi, narices, que nos estamos jugando la vida! Si algo se ganó en los últimos tiempos era ir a por el contrario sin complejos; hasta al Betis, con mil veces más potencial, se le logró amedrentar pisándoles los talones en su área. Como me decía una compañera de fatigas en el Colombino señalando al banquillo, el estilo del Decano fue más triste que un fado. Y mira que un fado es triste.
Después está lo de Braulio. Yo no sé qué puñetas ven en él para que los entrenadores sigan dándole minutos. Que hace un mes hiciera tres amaguitos medio destacables y hace una semana diera un buen pase… ¿justifica el resto del tiempo perdido? No es desequilibrante ni por alto, ni por bajo, ni jugando de espaldas, ni jugando al espacio, ni provoca faltas peligrosas, ni saca amarillas al rival… Si esa temporada la hace cualquier canterano se hubiera tenido que ir a Cuenca, como muy cerca, a buscarse las habichuelas. Lo dicho: cada día entiendo menos de esto.
Y luego está lo del colegiado. No soy capaz de culparles de casi nada, porque ha sido el propio club el que se ha puesto más piedras en el camino que nadie, pero hace mucho que no creo en las casualidades. Me apuesto lo que quieran a que si la última jornada de liga es decisiva o que si nos la jugamos en Pamplona nos ponen al impresentable del domingo o al que nos ‘mangó’ ante el Betis. Hemos llegado a un punto en el que todos los estamentos y todos los árbitros respetan más a la Ponferradina que al Decano del fútbol español, lo que dice mucho de lo ‘bien’ que se han hecho las cosas en los últimos diez años. Pues eso. Como para no mirar al horizonte y ponerse tristes; más tristes que un fado.