Los años perdidos
La Platea de Juanma G. Anes
(Huelva Información)
Si alguna vez –que no creo- hiciera una recopilación de todas y cada una de las columnas que, cada martes, asoman por este pequeño rincón, más que una colección de artículos de prensa parecería un libro de condolencias, de esos que se ponen en los funerales. Ya sé que el equipo aún no está muerto y que hay opciones de salvarse, pero es que este club parece un cadáver viviente desde hace más de un lustro. Salvo el espejismo de unos exiguos dos meses de principios del pasado curso (¿la mejoría de la muerte?), desde tiempos inmemoriales los recreativistas no han tenido motivos para sonreír ni para salir en una foto.
Palo tras palo. En estos años no ha habido dos días consecutivos en los que hayamos tenido ni dos míseras buenas noticias seguidas que llevarnos a la boca. El descenso con los Akalé, Nef, Ersen y compañía, lo de Colunga, la entrada en el concurso de acreedores, aquel ridículo que se montó con lo de Merino y Ríos, los Candeias y Barrales, el asuntito del autobús y Cervera, cómo se tiró a la basura la temporada pasada en una oportunidad histórica, los embargos, los impagos, la subasta de la Ciudad Deportiva… Le doy toda la razón a mi amigo Juan Carlos Jara con lo de que “nos hemos acostumbrado a malvivir”. Y eso, que parece muy bonito, prosaico y hasta heroico, ha sido el gran problema. Lo comentado en tantas ocasiones: esto pasa en otras ciudades de España y, de forma muy especial, en alguna con conexión directa por autovía, y se forma la de San Quintín desde el primer minuto… que era cuando el asunto, quizás, hubiera tenido una fácil solución. Por supuesto, yo soy el primero en entonar el ‘mea culpa’.
Al igual que mucha gente de esta ciudad y de parte de la provincia, soy de esos que piensan que el Recre es lo más importante de las cosas menos importantes. Por eso me da hasta pudor reconocer que el presente del club es duro, pero es que el futuro más inmediato es desolador. Nos lo temíamos y lo escribíamos hace meses y, lamentablemente, la cosa no cambia: el Recre se muere y nadie de fuera va a hacer absolutamente nada por salvarlo, más bien al contrario. Los del Trust, infatigables, dicen que aún se está a tiempo de darle la vuelta a la tortilla. Nada me gustaría más que daros la razón, amigos, pero me temo que esta tortilla huele demasiado a chamusquina.
