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Regreso a las fuentes de la vida: Subida al Txarlazo
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Regreso a las fuentes de la vida: Subida al Txarlazo

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Subida al Txarlazo e incursión por el ´Monumento Natural del Monte Santiago´, donde, entre hayas, nace el río Nervión

“IMAGINANDO PALABRAS”. Cuaderno de Viajes.   De camino hacia la Fuente de la Teta, si levantamos la cabeza y miramos hacia lo alto de la Sierra Salvada, vemos a la izquierda cómo la virgen de ´Urduña´ se alza majestuosa entronada en el tronco de su moral, y, a la derecha, cómo el pico Tologorri sobresale del resto de la Sierra “semejando la gigantesca proa de un barco”…
…”Hacia la virgen caminamos, sin flores, pues no es Mayo, sino diciembre, mes dedicado a su hijo Jesús, mes que será largo, invasor se adentrará en enero de otro año, no quiere el niño perderse los regalos de los Reyes; nosotros, tampoco, esperaremos. Vamos ahora, cada uno con su peso, pisando un camino “cargado de historia”, pues se trata “de la antigua calzada que unía el Señorío con la Meseta”.
Hablando de calzadas, todavía anda Silvio Rodríguez el cubano esperando que alguien le dé respuesta a lo que en canción preguntó: “Quiénes construyen calzadas que enlazan las islas y los continentes”…Los obreros, Silvio, los obreros, los peones camineros; en otros tiempos, mucho más atrás del XVIII, siglo en el que se abrió este camino que convirtió a Orduña en ciudad aduanera, pongamos que en la antigüedad, fueron los esclavos los constructores, los esclavos de la Roma imperial, por ejemplo, y los de Franco, que si bien fue general del siglo XX, imitaba como nadie los estilos ´fascistoides´ de los Césares romanos”…
…”La primera de las cinco fotografías, virgencita, nos muestra este valle que tú ves todos los días, ya de noche, ya de día, pues no cierras los ojos ni para dormir, ni siquiera pestañeas, no lo necesitas, humedad eterna es la de tus globos oculares, siempre estás llorando, madre mía, lágrima tras lágrima va cayendo tu llanto salado, como gotas de río en cascada, llenando con disimulo el valle de nuestra vida, “Valle de lágrimas”, por algo alguien un día bautizó así a la Tierra entera, generalizando, sin especificar que cada uno debe nadar y guardar la ropa en su propio valle, que son muchos, casi tantos como pueblos montañosos se levantaron en este planeta, y éste, que ella nos muestra según sus ojos en el momento que lo vieron, es uno de ellos, se llama ´Arrastaria´, y la mujer que me sigue y a ti te busca lo ha enmarcado por derecha e izquierda con dos árboles, la parte inferior con una sombra, y la superior con la intangible línea del horizonte”…
…”Por el arte de la magia de la luz, el valle se difumina tanto que casi desaparece, es como un fondo que el pintor trazó con débil pincelada, como un sutil decorado, por no dar la impresión de que cuando caigamos caeremos a la nada, algo habrá que nos espere, aunque sea un mundo incierto poblado de sombras, la incertidumbre. Por lo demás, un camino, el borde del mismo camino que ella pisó, blanco, fina es la capa, como esperma que los dioses del cielo a la tierra derraman en sus noches de amor, semilla que, como uno de esos dioses en parábola profetizara, no germinará, pues el terreno en el que cae es pedregoso, vendrá el sol, sobre la materia arrojará sus rayos y dejará el camino desolado, presto para otra primavera con sus flores, para otro verano con sus rigores, para otro otoño, ¡oh, el otoño: sentiremos, de nuevo, hundirse nuestros pies entre el espeso manto de las hojas caídas…
Invierno, Qué toca, Nieve y más nieve, y de cuatro ya van tres, tres misterios, pues misterio es que las gotas de agua de una nube, por pasar cierto frío, se conviertan en copos que al tacto de la cara resultan tan agradables. Si grano tras grano se hace granero, si grano a grano se forman de arena grandes playas, copo a copo se cubre el camino de nieve, no todo él, la nevada no fue copiosa, la cumbre de algunas piedras quedó a salvo dejando claro que las paradojas aquí en la tierra están a la orden del día: todo se cubre de nieve…menos la cima”…
…”Hacia la luz, eso debería ser la vida: un camino hacia la luz. Dicen que lo es, pero son eso, dichos, palabras, lo único cierto es que al final de este viaje, del Gran Viaje, la oscuridad nos espera, ojos cerrados de un cuerpo sin vida no ven, sólo la fe sabe de la luz, la más hermosa, que te envuelve con el papel de regalo de la paz y del sosiego. Y como preludio de lo que con certeza sucederá al final de nuestros años, la senda que nos lleva se estrecha, alguien cercó este camino y lo llenó de sombras, es un estrecho túnel, apenas da para que cuatro personas lo recorran a lo ancho cogidas de la mano. Es oscuro…pero hermoso, cañón, desfiladero, garganta, hoz o ´foz´ de un río que no lleva agua sino nieve, y no digamos llevar, que llevar no lleva, la nieve está quieta, esto no es un glaciar, las piedras que se ven no son morrena arrastrada, o estuvieron siempre ahí o se desprendieron de las paredes rocosas y quedaron en el suelo, en el  medio del camino naturalmente desordenadas…  FRAILE…CAMELLO…DROMEDARIO
Txarlazo. La Virgen que vigila a los ´ciudadanos´ (Orduña: ¡única ciudad de Bizkaia!) que le quedan tan lejos, en el valle llamado Arrastaria. Nos pide –habla la virgen-, que sendereemos por el cortado en busca del río que rompe en llanto por ese miedo atávico que tienen las cosas de la tierra a precipitarse sin red al vacío. Vamos a “paso burra” porque…¡es todo tan bello que nos faltan ojos!. Media hora del reloj más lento del mundo…y nos plantamos, anonadados por lo que vemos, noventa grados a la izquierda: una sugerente aguja desgajada del roquedo cimero, “Pico del Fraile” le llaman. A
un supuesto y anónimo fraile le atribuyen la propiedad o autoría de este pico, por qué será, si los picos no son de nadie; las agujas, sí, las agujas tienen dueño aún siendo de roca, porque con todo tipo de aguja una buena costurera o un sastrecillo valiente son capaces de coser lo más difícil, no llegarán, por imposible, como dijo el mismísimo Jesucristo, a hacer que un camello por su ojo pase, pero cerca andarán.
¿Cómo sucedería? ¿Vendría un día un fraile hasta aquí y se diría, Desgajemos del roquedo cimero una roca en forma de aguja, y lo consiguió? Y con la aguja, en oración, uniría, una tras otra, plegarias, a la vez que cosería  para sumar el trabajo a la oración: “Ora et labora”. Muerto el fraile, la aguja, sola, ahí se quedó, con el nombre del que la abandonó desnuda a todos los vientos.
Pico del Fraile, hoy, mucho tiempo después (ayer, cuando era ya casi la Navidad) yo te vuelvo a bautizar, y te pongo como nombre “Pico del Dromedario”, o “Pico del Camello”, pues tu forma, a mi gusto, se me asemeja tanto al rumiante africano de una sola giba…como al rumiante de Asia de las dos jorobas en el lomo. Según los ojos que te miren, tu cuerpo es de una cabeza con su cuello, y de una prominencia o dos en tus largas espaldas, aunque, verdad es, siempre tendrás esa coronilla pelada y ese “hábito” que te convierte en “monje” a los ojos de los montañeros de verdad, como Javier Santxo Elizalde, ´monaguillo´, a la sazón, antes que ´fraile´ navarro…
“Pico del Fraile”. A ella le gustas. Le debes parecer tan bello que te quiere tal y como eres, a ti solo, sin el adorno de las personas que tienen la manía de querer ser siempre ´objeto´ en el paisaje. Te miro, miro tu cara, como ella te miraba, y veo que tu rostro borró de matices tanta inclemencia, el viento, el frío, la lluvia, el granizo, la nieve, y la más reciente y constante de todas ellas, el tiempo implacable, que tanto deja huellas como las borra, a ti te ha deformado tu faz, ya no sé del color de tus ojos, ni de su  brillo, ya no sé lo que dicen tus labios cuando rezan, Oh, Virgen de la Antigua, tú mirando a tus hijos que en el valle lagrimean, y yo aquí, soberbio, dándote la espalda, al servicio mis ojos de la corona de un monte, Perdona a este Fraile, perdónale”…
…”No hace falta ir tan lejos para saber de su expresión toda la verdad. No sé si tú, entonces, al sacar la fotografía, viste lo que yo, al apreciarla en reposo, veo con total clarividencia. No podría decir si el suyo es el rostro de un fraile, pero la cabeza de esa aguja de roca que un día se desgajó del roquedo cimero tiene barbilla o mentón, casi recto, y boca, no cerrada del todo, que expresa asombro o seriedad, y una nariz achatada por las inclemencias de la climatología norteña, y poco pelo, y una frente, y debajo de la frente un ojo, sólo uno, un solo ojo, y aunque aprecio que está perfectamente ubicado en el lado derecho, me surge una duda, y entonces tiemblo, me agarro, para no caerme, con mi mano derecha, enguantada, al alambre que me salva del abismo, y me quedo pensando si el ojo, su único ojo, no será, acaso, el ojo que el viento, poco a poco desplazó del medio de su frente a uno de sus lados, es decir, ¡oh, qué terrible!, ¡oh, cuánta emoción!, si el que mira como si a ninguna parte mirara no es, en vez de fraile tuerto, un gigante monstruoso, uno de esos cíclopes que en mito convirtieron los fantasiosos y eruditos griegos.
Como el mito no muere, hasta nosotros ha llegado muchos siglos después, cíclope pagano que estando tan cerca del cielo se hace fraile cristiano. Cíclope o Fraile, fraile o cíclope, en cualquiera de los dos casos Titán, porque gigante, forzudo y grandioso hay que ser para aguantar, sin doblegarse, el feroz e implacable paso del tiempo”…
…”Al de un trecho, y no necesariamente por cansancio acumulado, me detengo, me agacho, o a  medias me arrodillo, y con el codo sobre mi pierna, y el puño de sostén en mi cabeza, me quedo pensando, de nuevo Rodin que viene a mí y con su cincel me esculpe, con maestría va tallando también mis pensamientos, y lo hace tan bien, que de la materia consigue las respuestas a las tres cuestiones esenciales que, desde que tuvo conciencia, el ser humano se viene haciendo con distinta suerte: De dónde venimos, Qué somos, A dónde vamos. Gracias al genio del artista francés, creo saberlo, puede ser por mi parte osadía pronunciarme, pero allá van las respuestas, que, a estas alturas de mi vida, poco, o nada, tengo que perder… ¿De dónde…Qué…Adónde?....
DE LA NADA…CAMINANTES…A LA NADA  REFLEXIONES CONTEMPLANDO EL SALTO DEL RÍO NERVIÓN
…”Pinto un cuadro que rebosa de hermosura. Lo hice sin querer, pero con la mejor de mis intenciones, y el fruto, ahí lo tenéis, ese camino, ese sendero, piedra, hierba, y un poco de nieve, que sube a la par del borde del abismo o precipicio, algún árbol que a ella se acerca y, por no tener hojas, por estar desnudo, no le da sombra, y al fondo esas paredes colosales del circo donde el agua, cuando la hay, salta mortalmente y no se mata, y no porque una red, abajo, poco antes del suelo, la recoja, sino porque el agua, por muy dura que sea la caída, nunca muere, ni se hiere gravemente, diré más, ni un solo rasguño le verá el que, exhaustivamente, la analice. El agua cae, se expande, y luego se junta. Más tarde, asociada, agrupadas todas sus gotas, se echa a correr, y aquí no ha pasado nada, y nada seguirá pasando, la muestra la tenemos en lo mucho que ha llovido desde el primer día que llovió y en lo nada que el agua se ha quejado, tan resignada ella, tan acomodaticia, le muestras un camino y te lo sigue, se interpone una piedra ante ella y no pelea, la esquiva, la circunda, y sigue su camino, atrás queda la piedra, que no encontró contrincante…
Como el agua querría que esta mujer se comportara, que no viera en mí obstáculo, sino cauce, cauce de un río, que quisiera fuera siempre manso, que no tuviera, por causas naturales, esos rápidos, esos meandros, esos remolinos que la agotan y la dejan desvalida. Río, soy el cauce que te mira, que te espera, pues cauce sin río y río sin cauce son cosa anormal, naturaleza distorsionada, y yo quiero, necesito, que las aguas vuelvan a su cauce, ven a mí, limpia, pura, cristalina, y también fresca, que aquí en lo alto te espero con los brazos abiertos, río que sube, jamás nadie vio fenómeno semejante, quien hizo la ley hizo la trampa, y la naturaleza, ahora, se burla de sí misma, justa es la causa, burla piadosa, que ella hasta mí y en mí se derrame, y en su fluir encuentre el descanso tan necesario, y que, poco después, repuesta, o “reponida” (como dirían los niños que en escuela instruye), me invite a adentrarme unos metros en el bosque, hayedo, ´Monumento Natural del Monte Santiago´”…  …”Sabedor de que a su derecha hay un vacío, un precipicio muy hondo, se agarra con fuerza a mi brazo y me pide, No me sueltes. Si ahora no lo hace, es porque el camino se desvía lo suficiente del acantilado como para tomarse un respiro, y me dice, Anda, ve, camina, asciende lo suficiente como para que, cuando yo te mire, te vea borroso, no te preocupes, lo que importa no eres tú, es el tramo de senda que de ti me separa, la vegetación escarchada que enmarca una calzada nevada…
¿Quién construyó la calzada que une dos miradores?...
Silvio, intruso, qué haces aquí, por qué te entrometes. Si de Cuba sabes tú, de esta ruta somos nosotros los conocedores, déjanos, no nos persigas con tus pasos, cada uno una interrogación, Dios, qué cruz, siempre una cuestión, una duda, un lamento, una impresión, cómo son los poetas, cuánto complican lo que de entender sencillo resulta, de un mirador a otro, así de fácil, el recorrido, como se dice, es “de libro”: a la izquierda, el bosque de hayas; a la derecha, el abismo o vacío, mejor si decimos precipicio, ya que si, por voluntad o accidente, alguien cae, tarde o temprano, depende de lo poco o mucho que uno pese, acabará chocando contra algo, y no tendrá la misma suerte que ´corre´ el agua del río, que ésta no sufre, y aquél se descompone sin poder ser luego, tras golpe tan violento, recompuesto, rehecho, Ave Fénix incapaz de resurgir de sus vísceras rotas que por tierra ruedan”…  BROCHE FINAL
Si Dios, llámese Cristo y sea algo, o Caos y sea la nada nos dan vida y salud en tiempo y cantidad necesarias, yo le tengo prometido a la mujer de estos mis días, de esos nuestros viajes, que volveremos al Monte Santiago, a su hayedo, a su lobera, a sus animales; a los miradores y sus balcones, al salto del río, porque habremos de ir en temporada de deshielo o de diluvio. Cuando ese día llegue, que habrá de llegar (soberbio soy que a Dios y Caos desafía), me levantaré de la roca en la que ella me vio sentado.
La esperaré hasta que a mi lado llegue, y, de la mano cogidos, sin prisas que valgan, pues la prisa, además de mala consejera, es inservible, sin prisas, decía, lentamente, como dos caminantes que con paso burlón derrotan a la nada, o la esquivan, nos adentraremos en el bosque que ella busca y apenas ve la desnudez de su fachada. En el bosque del único libro verdadero, en el bosque de los cuentos de hadas, gnomos, duendecillos, y ardillas que trepan ágiles y libres por el tronco de un árbol hasta su copa. Volveremos algún día, mi promesa es el regreso, y ya lo anuncio, será en Septiembre, al inicio de un Otoño esplendoroso…
“En Septiembre: cuando las hojas empiezan a caer…”.     Escribe: Samuel Aguirre  

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