Fulgor y muerte del Portugalete, el estéril sacrificio de Ezequiel Loza
"Todos bailamos una tonada misteriosa, entonada a la distancia por un músico invisible", [Albert Einstein]. Cayó cual grano de trigo en la tierra, pero no dio fruto. Será, entonces, que no murió el grano que Ezequiel Loza era. O que este mundo del fútbol tan 'deshumanizado' no sabe de bienaventuranzas. Porque no tenía apego a lo terrenal siguió con vida el entrenador de Santoña. Lo sabía. Pero no se veía capaz de convencer a aquellos que se estaban cobrando su vida a cambio de otro ser que lo sustituyera.
El fútbol ha convertido en mercancía así a los técnicos como a los futbolistas. Plantillas que en el verano incipiente se conforman. Futbolistas que se 'compran' y se 'venden' en el 'Mercado de Invierno'. Y cuando la materia humana ya no da para más, que sea el talento, el destino, el azar, la suerte.
A Ezequiel Loza le habría gustado que su destitución no fuera en vano. Que, más allá de lo argumentado para que entendiera el por qué de su cese, Asier Santana hubiera sido capaz de llevar a buen puerto la nao jarrillera que navegaba en las agitadas aguas de la pandemia.
¿'Crónica de un cese anunciado'? ¡Vaya usted a saber!
Pero seguro que cuando lo convocaron en la misma 'sala de entonces', se temía lo peor. O lo mejor. Porque vivir con la espada de Damocles oscilando sobre la cabeza de un ser humano debe de doler. Mejor con palabras antes de que el afilado acero se precipite sobre la testa atormentada.
Cinco años atrás ya había sido citado. Luego de cumplir el cometido del ascenso a Segunda B, inserto en la categoría de bronce, Rivacoba Zurimendi, mostrando la delgadez de la línea que separa el 'amor' de la llegada y el 'odio' de la despedida. Como un 'César Imperator' al que no le queda otra que hacer cumplir el deseo de una plebe supuestamente encendida. Se marchó. Vino otro. Asier Intxaurraga. 24 partidos por delante. 72 puntos en juego.
Tanto margen a su favor y no fue capaz de evitar el regreso del Portu a esa Tercera División que en La Florida aburre hasta el hartazgo. El sacrificio de Ezequiel Loza había sido en vano. Estéril, improductiva la llegada y larga estancia de Intxaurraga en el banquillo. ¿Se llegó a pedir perdón por el inmenso daño causado?
A su puerta volvieron a llamar. Abrió él. Al otro lado, Rivacoba Zurimendi...
"Ya sé a lo que vienes", le dijo el entrenador al que había sido su presidente. "Sobra la petición, entonces", "Y hasta la oferta está de más", añadió Loza. El 'Portu' seguía siendo su debilidad. A pesar de todo. Del duro desprecio que conlleva el rechazo. Memoria selectiva la de este entrenador. Por encima de todo, en su conciencia, ese 'pequeño Anfield' que para él seguía siendo el estadio de La Florida. Y volvió. Hace falta valor. O amor. Sangre amarilla y negra hirviéndole en las venas.
Entorchado de Tercera División con el Club Portugalete. El segundo en su carrera. Se le atragantó la Llagostera con su campo de cemento pintado de verde. El Prat, gaitero fantasmagórico a las puertas del amanecer. Habría de ser en el siguiente curso. Y fue. 2019-2020. Temporada con 'suspense de la pandemia' culminada en Sarriena con un play off exprés a la vizcaína.
¿Entrenaría Ezequiel Loza al Club Portugalete en Segunda B? Rivacoba Zurimendi así lo deseaba. Y como Loza no es de esos que se hacen desear porque el deseo lo habita, nos plantamos en los Campos de Sport de El Sardinero
Puesta de corto. Brillantísima. Ni en los mejores sueños. En los de nadie. El 'Portu de Loza' dio una exhibición de fútbol a la altura de la 'Premier'. Le dio continuidad a lo excelso una semana después. Quinientos fieles fueron testigos de un duelo en el que el Portu se elevó sobre el Amorebieta. Fue más. Lo suficiente para lograr la victoria. Acabada la batalla, gualdinegros y 'azules' habrían de tomar caminos bien diferentes.
El 'Amore' e Iñigo Vélez de Mendizabal, unidos, en lo bueno y en lo mejor, en la riqueza y en la opulencia. Quién lo habría dicho. Quién, dibujado un escenario con el uno pugnando por LaLiga SmartBank, y el otro, ahogado en el lodo de la quinta categoría de la RFEF. Para llegar a este final, Ezequiel Loza fue cesado en la misma sala en la que cinco años atrás viera el rostro del mismo presidente. Ya fue dicho en este periódico que "Cuatro penaltis fallados provocan el cese de Ezequiel Loza".
No era el juego, ni la solvencia, ni las sensaciones, ni la física y la química entre técnico y jugadores. Se trataba de la suerte. De tentarla. Sacrificar la figura de Ezequiel introduciéndolo con una venda en los ojos en el Laberinto de Dédalo.
Para que el Minotauro diera buena cuenta de él, y así cesara la ira de un destino que se cebaba con el Club de la poderosa 'polis jarrillera'. No murió Loza. ¡El mito nunca muere!. Y fue así que Asier Santana empezó a 'poner de lo suyo' sin saber que de nada serviría su trabajo desde el banquillo de La Florida.
Estaba cantado. Que el Portugalete saldría mal parado de la 'Jaula de Gobela'...
Y que la 'vía larga' que para salvarse se le ofrecía sería, ya de inicio, 'vía - crucis'. 'Cuesta de las Maderas' pendiente arriba y fustigado. Cuando el Haro Deportivo del 'ex' Aitor Calle vino a La Florida, Asier Santana supo lo que se le venía encima: ¡los 'jarreros' de El Mazo! Maldijo al que ideó la metáfora de "camino de rosas".
Probó la hiel. Y de seguido entendió el por qué de su cometido como primer entrenador del Club Portugalete: ¡antídoto contra la mala suerte! Nada personal. 'No Guru, No method, No teacher'. Esa misma noche, en sus sueños, la verdad le fue revelada...
Veía a su presidente ataviado de crupier. Con un cubilete en su mano. Dentro de él, un dado, el dado que en esencia Asier Santana era. Agitaba el cubilete Rivacoba Zurimendi. Con los ojos cerrados, puño y cubilete. De repente todo se abrió: sus ojos, su puño, sus dedos taponando la vía de escape del cubilete. Y fue así que el dado fue lanzado sobre el inmenso tablero, verde y rectangular, de los terrenos de juego. Esquiva, su suerte. Estéril había resultado el sacrificio de su compañero Ezequiel Loza.
"Dios no juega a los dados con el Universo". Con el fútbol, los hombres sí lo hacen. Cubilete. Dado. Agitación. Tentando a la suerte cuando lo suyo es confiar. Paciencia, coño, Paciencia, Paciencia.
"Todos bailamos una tonada misteriosa / entonada a la distancia por un músico invisible", [Albert Einstein].