Los matices del Betis 3.0 de Pellegrini
El plan del Ingeniero está más vigente que nunca en su tercera campaña. El Betis de Manuel Pellegrini alcanzará el mes de noviembre en posiciones de Champions League, con casi un tercio de la competición liguera transcurrida, y con la clasificación como primero de grupo en la Europa League con una jornada de antelación. Hechos contundentes de un equipo con sello de autor.
Y es que el Betis de Pellegrini guarda un mismo patrón desde la llegada del chileno al banquillo bético, allá por el verano de 2020. Tras unos primeros meses con algún titubeo, los verdiblancos emprendieron desde principios de 2021 una marcha firme que les valió para lograr dos clasificaciones europeas y una Copa del Rey.
Sin embargo, el Betis de Pellegrini evoluciona desde ese patrón y seña de identidad inconfundible. Por ejemplo el de esta campaña ha agudizado su competitividad. Ya era un equipo con esa cualidad años atrás, pero en esta campaña ha acrecentado esa idea de que, por encima de momentos de más o menos brillantez, nunca lo echan de los partidos y siempre compite.
Un Betis que sabe competir hasta en sus fases menos lúcidas para esperar el instante en el que asesta el golpe definitivo. Eso es lo que sucedió este domingo contra la Real Sociedad y lo que ha ocurrido en varios partidos de esta campaña. Por ejemplo el reciente duelo contra el Ludogorets, u otros como los de Villarreal, Osasuna o Girona más atrás.
Se trata de una extraordinaria cualidad de un Betis que ha mejorado también en otras facetas. Es el caso del capítulo defensivo, que tanto margen de mejora tenía si se miraban años atrás, incluso aún sin Pellegrini en el banquillo. El chileno, que en su discurso público ha incidido en numerosas ocasiones en este aspecto, ha ido puliendo lo que era un hándicap para convertirlo en una virtud.
Son seis porterías a cero las de este Betis en doce partidos ligueros. Una ventaja con el talento que atesora arriba para acabar decantando los partidos. Y es que el conjunto verdiblanco de esta temporada ha ido un paso más allá en esa mejoría defensiva que ya experimentó el pasado curso, y que acabó siendo clave para el año redondo firmado.
Pellegrini es consciente de la trascendencia de reducir los goles encajados y en esa tarea se ha esmerado. El de este año, hasta el momento, es el mejor Betis en el capítulo defensivo. Tal vez no haya firmado encuentros tan espectaculares como el pasado por ahora, pero sí es un equipo aún más solvente y sólido, ya sea o no el dominador de la pelota.
Los partidos se pueden dominar desde el balón, también desde no tenerlo y hacerse fuerte atrás. Algo que ha añadido este Betis 3.0 para incrementar su gama de opciones en el juego y hacerse así más camaleónico y competitivo. En muchos momentos juega la pelota y domina, sigue siendo denominador común en la era Pellegrini, en otros también se siente a gusto y no sufre sin ella.
Tal vez este nuevo elemento en el argumentario bético haya ayudado a un equipo que ha sufrido lesiones de jugadores fundamentales en ataque. Durante buena parte de este curso no contó con la atractiva cifra goleadora de Juanmi, o durante algunas semanas Nabil Fekir, galvanizador del juego en la zona de tres cuartos. Talento siguió teniendo, con los Canales, William Carvalho, los goles de Borja... pero entendió la fortaleza defensiva como otro elemento para optimizar recursos.
El caso es que el tercer proyecto de Pellegrini en el Betis cuenta con nuevos matices y ha evolucionado desde una misma idea. Evidentemente hay nexos comunes, como el gusto por el buen juego, el sentirse dominador y practicar un fútbol vertical -no hay más que ver los dos goles en San Sebastián-, pero también es un equipo más solvente y sólido atrás. Puede jugar vistoso, pero no es imprescindible para ganar.