Creer en tiempos revueltos

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Al Sevilla, a Lukebakio y compañía, le toca creer y arrastrar al sevillismo en esa creencia
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El Sevilla FC está igualado a puntos con el octavo puesto, que si todo sigue como parece, dará acceso a Europa, y a solo un punto del séptimo que le podría devolver a su competición fetiche. Es el segundo mejor equipo a domicilio de 2025, el cuarto con más porterías a cero, ha ganado en campos de equipos 'europeos' como los de la Real Sociedad o el Girona, y parece jugar con más libertad y confianza cuando lo hace lejos del Ramón Sánchez-Pizjuán. ¿Por qué? Probablemente, porque en Nervión nadie o casi nadie cree en él.
El sevillismo -o parte de él, que toda generalización es injusta por definición- es una suerte de grupúsculo incrédulo que crece en una sociedad que, en general, no cree en nada. O al menos, en nada positivo. Y para colmo se vanagloria de ello. ¿Cómo si no se explica que tanto aficionado blanquirrojo siga refiriéndose con miedo al descenso cuando, a falta de once jornadas, el casillero de puntos marca 36, diez más que el antepenúltimo?
Así se explica, también, que cada partido en el Ramón Sánchez-Pizjuán sea una especie de batalla a vida o muerte con un ambiente de tensión que ni el del Despacho Oval en la visita de Zelensky. Se la juega el Sevilla en cada partido en casa, y ni siquiera si acaba ganando su hinchada es plenamente feliz. Si no lo era en la época de Lopetegui, cuando ganaba por castigo, no iba a serlo ahora.
La temporada del Sevilla hasta el momento ha sido de encefalograma plano. Cuando parecía que podía encaramarse a los puestos altos, pinchaba, y cuando todo apuntaba a que se metía en el lío, se sacaba una victoria inesperada. No ha sido capaz de ganar dos partidos seguidos, pero solo una vez perdió de forma consecutiva -ante Real Sociedad y Leganés en noviembre-, y desde entonces solo los grandes han sido capaces de imponerse a él. Todo lo atestigua, a jornada 27, sus nueve victorias, nueve empates y nueve derrotas.
La temporada del Sevilla hasta el momento ha sido de encefalograma plano. Cuando podía encaramarse a los puestos altos, pinchaba, y cuando todo apuntaba a que se metía en el lío, se sacaba una victoria inesperada
Creer en el Sevilla
¿Por qué no se gana el sevillismo la ilusión de creer en el regreso de su equipo a Europa? El nivel de LALIGA es el que es, y su equipo no solo no desentona en él, sino que además tiene sus opciones intactas para ocupar un puesto que le haga viajar de nuevo por el Viejo Continente, allá donde es respetado y donde se han forjado sus mejores hazañas.

Cuenta, sí, con una plantilla corta y descompensada, a años luz de las que tanta gloria dieron, pero de momento no está sufriendo los rigores del calendario y parece contar con más gasolina en el depósito que sus rivales más directos. Es un plantel con numerosas carencias, pero no tantas como para haberse caído de una lucha con equipos que, tendrán otras distintas, pero al peso son similares.
Volver a Europa sería un paso al frente en la esperada reconstrucción de una entidad que camina hacia abajo en picado desde hace ya demasiado tiempo. No solo los ingresos extra que supone estar en competiciones UEFA, sino la posición a la que llegaría al mercado a la hora de vender a sus mejores jugadores. Los que van a salir, sí o sí, serán más rentables si la necesidad económica del club se atenúa, aunque sea un poquito. Lo de los agoreros fijando la hace poco imposible clasificación europea como la sentencia del club, no se lo esperaba nadie. Ni ellos.
A falta del tramo final de temporada, al Sevilla, a Lukebakio y compañía, le toca creer y arrastrar, ahora sí, al sevillismo en esa creencia. Creer que, muchos meses después, son de verdad un equipo capaz de ganar a cualquiera. Hasta ahora, ha demostrado ser competitivo, y exceptuando los partidos ante FC Barcelona y Real Madrid, se cuentan con los dedos de una mano en los que ha sido clarísimamente inferior que su rival.
Le falta ese paso al frente, esa segunda victoria consecutiva y, después, buscar una tercera, por qué no. Y esa pizca de fortuna de los que tienen fe. Esa palabra en desuso en la sociedad actual y que, sin embargo, es garantía de éxito. Luchen con fe, crean en sí mismos y, sobre todo, aléjense del ruido. Será todo mucho mejor, pues el fútbol no debería ser sino motivo de ilusión y alegría en un mundo crispado que se toma hasta la cosa más nimia como un drama insuperable.