Un cambio necesario

Por David Martínez Campos

Ahora parece obvio, ¿no?, y después de ganar en El Sardinero, más aún. Se empezaran a oír muchos “…si ya lo decía yo…”, ¿por qué entonces se le dio cancha a un entrenador que perdía crédito con el paso de las jornadas? Chaparro llegó casi con calzador, cuando pocos confiaban en él. Creo que el máximo accionista nunca quiso al de Triana para el primer banquillo. Lo que sí es cierto es que el técnico tuvo el apoyo de un buen sector de la Prensa. Por eso no me ha gustado que se haya ido de esta manera, enfurruñado como casi siempre, y viendo crecer fantasmas y enemigos en los que una vez lo apoyaron, a un ritmo solo comparable a los puntos que se perdían en el campo.

Pidió tiempo, y lo ha tenido; pidió respeto, y también lo ha tenido; pidió jugadores, y el máximo accionista, mal que le pese a muchos, se los dio. No ha hecho más que pedir…y ha dado muy poco. Ni siquiera a sus jugadores, a los que ha culpado hasta en el día de su despedida, haciéndolos responsables directos de su fracaso. Con su actitud, con su doble rasero, se echó encima a los que pidieron su renovación, y a medio vestuario. Y esto es lo más grave. En vez de integrar, disgregó. En vez de unificar, escogió a los que pensaba que le iban a sacar las castañas del fuego, marginando a otros…Y, una vez más, se equivocó. Algo no marchaba bien ahí dentro. No ha aceptado la ley del fútbol y ha preferido seguir mirando para otro lado, antes de asumir que el entrenador siempre es el último responsable. ¡Qué ilusos fuimos los que pensamos que había en Chaparro un buen perdedor! Porque no lo ha sido.

Quizá algunos componentes de la primera plantilla de este Betis le hayan decepcionado, como a muchos aficionados, pero también hay que poner en el debe que su crispación haya traspasado las puertas del vestuario. Por su miedo al fracaso, pasó del juego vistoso de los primeros partidos al atasco soporífero de los últimos. Y lo que es más grave, a los buenos jugadores los hizo mediocres, y a los no tan buenos, almas en pena. Y para cuando ha tenido el vestuario al completo, ya era demasiado tarde. Ahora, José María Nogués tendrá su oportunidad. Todo parece más fácil, la salvación se ve más cerca con un triunfo…pero no nos equivoquemos, que Chaparro también ganó en Santander. Ojala el catalán sepa llevar a buen puerto de un barco tan grande.