Diario del Artaburumovil, un viaje increíble

Cuando salímos de Bilbao el pasado jueves ya sabíamos que íba a ser un viaje especial. Pero esa apreciación se quedó corta nada más salir... En cada parada que hacíamos para 'descansar' (txikitear) por el camino todo el mundo flipaba cuando nos veía, y más cuando les contábamos a lo que íbamos (uno de nosotros siempre íba sobrio...).
Llegamos a nuestro primer destino. Toledo, donde nos esperaba Alex, un gran athleticzale que nos quería enseñar la ciudad de arriba a abajo. Nosotros le explicamos que a nosotros nos interesaba más el turismo social que el turismo de piedras. Vamos, estar con las gentes del lugar. ¿Y dónde está la gente os preguntáreis? ¡En los bareeees! Dicho y hecho, nos acomodó el 'artaburumovil' y nos fuímos de poteo.
Primero nos llevó a dos bares con tasqueros del Athletic, en los cuales dejamos losetas de San Mamés con sus correspondientes certificados de autenticidad, causándoles gran sorpresa y emoción. Seguímos de poteo por la parte vieja de la ciudad, donde todo el mundo nos decía algo: 'Oye, sóis los del Plus, o los de Cuatro, o los de La Sexta, o los de ElDesmarque jajajaja gente muy maja.
A la mañana siguiente quedamos muy pronto para desayunar porque teníamos que visitar varios establecimientos con athleticzales a su cargo. Estuvímos en un taller de electrónica, en una tienda de ropa, en una carnicería, en dos bares más y en una hamburguesería. Cada uno se llevó su loseta autentificada, por supuesto. 
Empezábamos a estar cansados de ir como motos sin parar, pero sólo ver las caras de, primero, sorpresa al vernos allí, y después de emoción al hacérles entrega de las reliquias de La Catedral nos cargaba las pilas. 
Por supuesto todo el mundo nos invitaba a comer y a beber de todo. En lo que se refiere a nosotros sólo hemos gastado en gasoil. Era imposible pagar una ronda. Por cierto, antes de despedírnos y dárle su loseta a Alex nos regaló una enorme espadón de acero toledano. Ya sabéis, ¡un abrecartas típico de Bilbo, joderrr! 
Antes de salir de León fuímos a realizar la segunda visita obligada de Toledo. Estar con Antonio Montoya. Un gran athleticzale leonés descendiente de ganaderos que vendían su ganado en Bizkaia y Gipuzkoa. Una vez entregada la reliquia, nos llenó la nevera del artaburumovil de cerveza artesana hecha allí. Un gran tipo.
Hacia la una del viernes salímos en dirección Mislata (Valencia) con parada concertada en Añover de Tajo. Un pequeño pueblo con Peña del Athletic, pero allí nos recibieron a lo grande.
Queríamos hacer una visita relámpago pero dos horas después nos habíamos bebído infinidad de cervezas, comido sus mejores cazuelas y visitado incluso sus casas particulares para enseñarnos sus 'altares' rojiblancos. En un lugar en el que teníamos que dejar una loseta dejamos cinco. Aparecen athleticzales por todas partes. Increíble. Nos despedímos entre abrazos y carretera y manta.
En otra parada rutinaria para tomar algo entramos en el único bar de un pueblo y resulta que el tasquero... ¡es del Athletic! Otra loseta entregada con gran emoción de su parte y alegría nuestra. La frase que más oíamos al dárlas en cada sitio era "no me lo puedo creer".
Decidímos no parar más porque nos estábamos quedando sin losetas y todavía nos quedaba visitar Mislata y el plato fuerte, Minglanilla.
Un vez que llegamos a Mislata a las 8 de la tarde tuvímos un recibimiento bestial. Todos nos esperaban con sus camisetas del Athletic puestas a la puerta de la sede. Nada más llegar y tras las fotos nos sentaron para dárnos de cenar.
El viernes desayunamos una siete veces, comímos otras 7 y cenamos unas cuatro. Sin contar lo que nos pudímos beber... Allá donde íbamos todo el mundo nos agasajaba con los mejores platos y vinos de la zona. 
Después de cenar nos llevaron a tomar copas a una falla, una especie de txoko perteneciente a una agrupación. En Mislata dejamos tres reliquias: una en la Peña Gaínza, otra en la Athletic Club, y otra para nuestro querido Antonio Muñoz. Un gran athleticzale valenciano a quien conocímos junto con toda su familia hace un par de años en el Congreso de Peñas de Gamiz-Fika. Nos insitió tanto que acabamos los cinco durmiendo en su casa de Manises. Lo mejor, poder ducharnos por la mañana y el riquísimo desayuno preparado por su novia María José. 
Pero esa misma mañana nos esperaban a 150 kilómetros de allí, en Minglanilla. Nos levantamos pronto y tó p'alante. Llegamos puntuales a las 10 y nos vino a buscar a la entrada de la localidad el presidente de la Peña Athletic, Alberto, organizador del Primer Día del peñista. Nos escoltó hasta su sede donde fuímos recibidos ¡por una multitud a los sones del himno del Athletic!
Después de enseñarnos la espectacular sede, con más de 60 años de historia, nos fuímos de kalejira y poteo con una charanga de música. Lo pasamos en grande. Había momentos que parecíamos estar dentro de una peli de Berlanga jajaja, 'americanooosss'... 
Se nos unió incluso el joven alcalde tocando el saxofón con la banda. En cuanto le vímos con el saxo le empezamos a llamar Bill Clinton y nos da que se ha quedado con el mote jajaja Lo acogió con mucho gusto y sentido del humor. 
Un montón de vinos y de pintxos después nos sentamos a comer unas 150 personas en un restaurante donde nos pusímos las botas. Después de la jamada hicímos entrega de más piedras a la Peña Gaínza de Minglanilla, a otra local, a dos socios muy mayores y a la más pequeña.
Después por la tarde qué hicimos? Ah, nos fuímos todos de tragos (cómo no) por las terrazas del pueblo. Hubo momentos en los que no dábamos abasto para coger botellines con las dos manos. Y todo salpicado de raciones y raciones y raciones... Y tras la cena de copas, y copas y copas... 
Después de dormir tan solo dos horas pero bien duchadítos el presi nos llevó a ver la Hoz de Cabriel, una preciosa reserva natural de belleza incomparable. Ahí hicímos una concesión al turismo visual jajaja 
En la despedida qué decir... Nos esperaban cajas enteras con sus productos de las huertas, vino, licores, miel... No hay palabras para agradecerlo. Impresionante. 
Eso sí, entre tanta risa y buen rollo lo peor del viaje han sido las despedidas. Allá por donde íbamos era duro el momento de decírles agur. 
El domingo ya en ruta a Bilbao nos desviamos hacia Sepúlveda para entregar la última loseta que nos quedaba. Desgraciadamente el restaurante que acoge la Peña Sepulvedana abría muy tarde y nos tuvímos que traer su reliquia a Bilbao. Lástima. Llegamos a casa tras 12 horas de carretera y tras parar por los pueblos de Arratia donde quedaba a buen recaudo el Artaburumovil en su guarida de Dima. 
La sensación que teníamos al llegar a Bilbao era que después de tantas experiencias y tantas personas visitadas en sólo tres días, nos parecía que llevábamos fuera de casa más de un mes. Ha sido una pasada. 
PD: La segunda expedición la realizaremos después de verano por Asturias y León.

Potxolo, miembro de Artaburuak!
@Artaburuak