Con licencia para soñar

Dijo Bielsa, poco antes de dejar el Athletic, que todo lo sucedido esa aciaga temporada iba a ayudar a este grupo a crecer y a madurar. Fue un año difícil, por muchos motivos que dejaremos ahora de lado, lo que por supuesto no significa que no tengan su importancia para poder valorar en su justa medida lo que ocurrió, que no fue poco. Pero nos quedaremos con esas palabras pronunciadas por el técnico argentino, porque venían de alguien que conocía bien a la plantilla y sus potencialidades, y porque de fútbol algo sabe. Los hechos así vuelven a demostrarlo. 
 
Cumplida la primera parte de la liga, el Athletic acumula números impecables y ofrece los suficientes argumentos positivos como para pensar que pueda ser un año a recordar. El extraordinario trabajo que está llevando a cabo Ernesto Valverde en su retorno al club, a su club, permite que en estos momentos la ilusión se haya instalado de nuevo entre los athleticzales, después del primer e inolvidable año con el "Loco", y obviando el paréntesis competitivo de la 2012/13. En tres temporadas, podemos encontrarnos con dos presencias europeas (y quizá una de ellas en Champions), además de dos finales, a la espera de lo que podamos alcanzar en esta edición de la copa. No parece mal balance para un club imán de agoreros (a menudo dueños de inconfesables intereses) y que en su día decidió vivir con sus propias reglas de juego, en un mundo tan complicado e inhóspito para aventuras como la nuestra. Pero el tiempo nos acabó dando la razón, hace ya mucho. Y ése parece que será también el caso con Bielsa. 
 
A los incontestables números que ofrece el equipo en el ecuador de la campaña, y que nos obligan a desempolvar estadísticas de otros años como espejo donde mirarnos, hay que sumar otros detalles. Uno es el hecho de que el nuevo estadio permanezca sin ser profanado: sólo Valencia y Elche han logrado capturar parte del botín en juego, en forma de empate; los demás, incluido el todopoderoso Barça, se han tenido que ir como llegaron, sin puntos. Además, y por seguir con lo que el equipo está ofreciendo como anfitrión de sus poco agasajados huéspedes, conviene destacar asimismo las remontadas de las que ha hecho gala, demostrando así que quien quiera inscribir su nombre como primer equipo en ganar en San Mamés con una camiseta distinta a la centenaria elástica rojiblanca tendrá que ofrecer unas muy serias y contundentes razones. Y puede que ni así. 
 
Y es que los leones se han propuesto dilatar todo lo posible el verse superados en la nueva Catedral, y en ello van a seguir empleándose con firmeza, porque además puede ser de paso la base del éxito de nuestro regreso a Europa, quién sabe si además con la llave que abra la puerta grande, la de la Champions, a través de la cuarta plaza que tenemos en nuestro poder. Y, para permanecer en ella, es cierto que el equipo deberá mejorar sus números lejos del calor de su afición, pues podemos dar por hecho que los ávidos perseguidores no cejarán en su empeño de arrebatarnos el codiciado y necesario billete para poder disputar la máxima competición continental, de modo que en esta endiablada carrera seguirán pisando los talones a los de Valverde sin descanso, boqueando si hace falta, mientras la lucha esté vigente porque las matemáticas así lo indiquen. 
 
Haciendo la radiografía del equipo, y por comenzar desde los cimientos, en defensa se ha logrado reducir la sangría de goles encajados. El espectador neutral lo agradece menos, cierto es, pero se compensa con la mayor tranquilidad de la que gozan ahora los corazones rojiblancos. Y en lo relativo al capítulo ofensivo, destaca ante todo el equitativo reparto de los bacalaos (con la encomiable labor de un pistolero tan implacable como inesperado, y que responde al nombre de Mikel Rico, como demostración de tal hecho), lo que nos lleva a una doble lectura, de signo opuesto: que estamos bien cubiertos, pero que los encargados en mayor medida de estas gestiones con los metas rivales no acaban de dar con la tecla con la asiduidad deseada, tanto por ellos como por nosotros. Pero nos hemos propuesto ser positivos y optimistas, así que nos quedaremos con el primero de los enunciados y el hecho de que estén siendo los hombres de segunda línea, e incluso más allá, quienes estén aportando su pericia para cuadrar así los más que saneados números ofensivos que ofrece el equipo a estas alturas, que a fin de cuentas es lo que vale, porque es de lo que se trata. 
 
Lejos de ser ahora mismo una apisonadora en ataque, si exceptuamos obviamente el "set" al Almería, el equipo del "Txingurri" se está manejando con soltura cuando se trata de obligar a los guardametas rivales a recoger balones de sus mallas. Salvo el doble y consecutivo accidente ante Real y Betis a domicilio, sólo tres estadios (Los Cármenes y el Calderón en liga, y Balaídos en copa) se han quedado sin ver marcar a los leones. Ello, además del hecho de que varios jugadores se hayan sumado a la causa realizadora o que el candado colocado atrás goce de buena salud, permite añadir razones para el optimismo, en un curso al que aún le restan, hay que reconocerlo, demasiados capítulos. Somos plenamente conscientes, por tanto, de que todos los rivales nos irán saliendo al paso con sus respectivas urgencias clasificatorias como insoslayable argumento, lo que invita a permanecer alerta, ojo avizor, y a movernos con tiento, cordura y con la máxima precaución ante las amenazas que sin duda se nos presentarán en el camino. La misma precaución que, por otra parte, deberán tener todos los que se midan a este ilusionante y convencido Athletic. 
Por Fernando Mendikoa, periodista de Radio Popular