El rodillo zurigorri: Objetivo cumplido… ¡¡y superado!!

“The Chaaaaaaampions”… esa es la banda sonora de este Athletic triunfal que ha conseguido una meritoria 4ª posición, que permite jugar la previa de la más prestigiosa competición de clubs a nivel mundial. Y sí, de una manera muy merecida. Pero remontémonos al mes de julio de 2013, con un club desgarrado, en plena convulsión por los distintos affaires que agitaron a la institución: la no continuidad de Bielsa, la marcha de los “Fernandos”, una junta directiva que cada vez parecía más alejada de la masa social del club, todo esto sumado a la despedida de nuestra amada Catedral y el complejo traslado a un campo nuevo a medio hacer… Era difícil imaginar un escenario menos idóneo para alcanzar altas cotas deportivas.  Ahí surge la figura de una persona que es la clave del éxito: Ernesto Valverde. Con su aire risueño, esa timidez que le hace rehuir de los primeros planos, ha sido la figura principal de este Athletic para recuperar una senda ascendente, marcada a fuego en la piel de la institución, cuando se conjuró hace 7 lejanos años, en un infausto partido frente al Levante, para resurgir de sus cenizas casi chamuscadas con un desconocido descenso a Segunda. Gracias a Dios, no fue así.  Desde aquel entonces, la institución no ha dejado de crecer, consolidando escalones y etapas, salvaciones menos ajustadas, finales de copa, clasificaciones europeas, finales de UEFA,… con todas y cada de las personas que han pasado por el club, para llevarla hasta esta clasificación de Champions, que esperemos y deseemos no sea su techo deportivo y así poder aspirar aún a más. La ambición es la fe que mueve montañas, y este club ha recuperado el gen competitivo, quiere ser ambicioso. Como decía, el papel de Valverde ha sido fundamental para el éxito. Con su carácter moderado pero firme, conciliador pero enérgico, cercano pero decidido, ha conseguido armar un equipo, recogiendo la mejor parte de la herencia de Bielsa a nivel ofensivo, y rectificando el abultado lastre que le condicionó sobremanera: la fragilidad defensiva. Si tuviéramos que definir a esta escuadra, todos daríamos calificativos similares; fiabilidad, competitividad, regularidad, trabajo en equipo,… Pese a tener a varios jugadores a un nivel brillantísimo, todos coincidimos en la principal virtud de este grupo: ser un equipo. Ha sido increíble ver cómo hemos competido a lo largo de la temporada, en distintos campos, en la mayoría de los casos, con resultados favorables. La solidaridad ha fortalecido al grupo, todos atacan, todos defienden, todos jugamos, todos ganamos, todos perdemos, estamos juntos en esto… Qué bien lo ha entendido Txingurri y qué bien ha manejado el concepto de plantilla. Entrando a un análisis pormenorizado de la temporada, hay un primer hecho que destaca sobremanera: la magia de San Mamés. Cuando arrancamos la temporada, en aquel lejano agosto, tuvimos que partir al exilio donostiarra, después de una sufrida victoria en Pucela (os echaremos de menos en Primera el año que viene!). Aquel desplazamiento ya empezó a marcar la temporada. 24.000 zurigorris se agolparon en Anoeta un viernes a la noche, por obra y gracia de unos horarios de la LFP (gracias Sr. Tebas) que han señalado al Athletic como el pagano de los tejemanejes televisivos. Nunca un exilio dio tanto juego (también gracias Sr. Vela, no estuvo Ud. muy afortunado) y una victoria supo tan rica. 2 triunfos con un futbol aun por mejorar. Entonces nos plantamos en las primeras jornadas con el zurrón lleno y un equipo y un campo a medio hacer. ¿Cómo solucionarlo? Pues al estilo Athletic. No hay otra cuando las cosas no acaban de salir. A San Mamés nos encomendamos. Aquel arranque de temporada, con las ya míticas remontadas, marcó a este equipo. Comenzó a creer en sí mismo. Vio que el espíritu del viejo campo se había trasladado con los socios a las nuevas tribunas, que cuando el equipo lo necesita, su afición, el rugido de San Mamés, ahí seguía. Hicimos de nuestra casa un fortín. Con más fe que juego, que fue mejorando paulatinamente, con el transcurso de la temporada. Fuera todavía era otra cuestión. Derrotas dolorosas sin futbol ni suerte. Para enderezar esa nave, Txingurri modificó piezas. Con naturalidad, sin estridencias. Con normalidad. Y ahí donde había confiado el mando al gran fichaje mediático, Beñat, introdujo al trabajador humilde que se había labrado una carrera en Segunda, Mikel Rico. Además reforzó la figura del pilar de este equipo, previo paso por el banquillo, Ander Iturraspe. Majestuosa temporada la suya. Esperemos que la corone con la participación en el mundial, donde deben estar los mejores futbolistas, dejando otro tipo de debates. El equipo se convirtió entonces en un martillo pilón. Sólido atrás, liderado por el mariscal Gurpegui, en su mejor temporada como rojiblanco, y marcado una vez más su sino por las puñeteras lesiones. No concedía ni un metro, y bien que se lo agradecía Gorka Iraizoz en la portería, convirtiendo en el 3º guardameta menos goleado, quien también se ha marcado su mejor temporada zurigorri. Arriba, dinamita pura. A la espera del arranque tardío de Aduriz, a quien le costó carburar, pero que cuando lo hizo, la que armó... ahí estaba todo el equipo para sumar goles y triunfos. Pitxitxi San José, Ibai, de Marcos, Muniain, etc todos sumaban. Y ya el Athletic era una realidad. Equipo grande, a la altura de la institución. Los rivales acogotados en San Mamés. Rodillo. Triunfos. Goleadas. Se olía el miedo de los rivales. A degüello. Caen todos. Cae el Barça. Casi cae el Madrid. Empiezan a hablar mal de Gurpegui e Iturraspe en los medios afines al régimen (buena señal…). Nos empiezan a respetar. Solo el Atlético de Madrid compite con sus armas al límite (debe de haber varios reglamentos, según contra quien juegues) y nos derrota en Copa y Liga, más allá del accidente del Espanyol. Fuera, sólidos, solidaros, incómodos para el rival, y con pegada. Queremos el balón. Queremos jugar. No dejamos jugar al contrario. Y sumamos. Y seguimos sumando. Este Athletic se convierte en alternativa. Y nos preguntamos todos ¿por qué no Champions? La palabra maldita. Pero no para Valverde. Normalidad. Tranquilidad. Pero ambición sin límites. Y el rodillo sigue funcionando. Quizá no con tanta brillantez en la fase final de la liga, pero sí con una fiabilidad casi desconocida por estos lares (y ya son unos cuantos años de socio, 34, como para tener una cierta perspectiva). Puntos, altura en la clasificación, pero nada de vértigo. Llegamos a los  decisivos. Tres match points para rematar la faena. Invasión en Vallecas. Nuestra segunda casa. Donde nos quieren y nos aprecian. Donde hay batallas deportivas, solo deportivas. Como en Valladolid. Ojalá el futbol solo fuera eso. Y sigue siendo Madrid. Pero es otro Madrid, muy distinto. El rodillo sigue funcionando. Y a la primera oportunidad, Champions. La cara de Valverde refleja su alma. Increíblemente feliz, alegre, contento, pero siempre comedido que no encorsetado. Es el estilo Valverde.  Algunos ya apuntábamos en el mes de Julio que esto podía suceder. Este club necesita estabilidad deportiva, institucional y social para funcionar. Nada de eso hubo la temporada pasada. Temporada perdida. Ahora no. Solo hay dos nubarrones en el horizonte que pueden enturbiarlo, la renovación de Iker Muniain y los nuevos estatutos. Y un reto deportivo. Superar esa difícil previa que nos espera en agosto. Pero el miedo debe ser de los rivales. Dejemos funcionar a este rodillo. Por Borja Conde del Campo, socio del Athletic y comentarista de Tele Bilbao 
@borconde