Mirando hacia atrás para ver hacia adelante

Mientras en Brasil el mundo del fútbol está en plena ebullición, el Athletic aquí ya está trabajando de lleno en la preparación de la previa de la Champions. La ebullición es similar para nosotros porque la perspectiva de acceder a una competición de tal calibre nos tiene muy pendientes e ilusionados. Lejos quedan los días en donde las angustias clasificatorias condicionaban los ánimos del pueblo zurigorri.  Y la ebullición se genera sola porque la temporada 2013-2014 ha sido magnífica. El equipo estuvo a la altura de la excelencia del nuevo San Mamés y vuelve a ser un referente importante en la Liga. En síntesis, se han hecho los deberes con nota y estamos donde estamos más por méritos propios que por deméritos de los demás.   Personalmente considero que la mejor manera de hablar de futuro es partiendo desde el pasado inmediato, simplemente por una cuestión de los ciclos generacionales.  Así vemos que después del encomiable trabajo de Mané, un hombre que con pocos mimbres logró evitar el descenso de categoría in extremis, el equipo  empezó su construcción bajo la batuta de Joaquín Caparros allá por el 2007.    Recordamos.  Lo primero que hizo Jokin después de renovar en profundidad la plantilla fue asentar el equipo en defensa, era menester frenar la sangría de goles que veíamos sufriendo y Jokin lo hizo posible. Terminamos undécimos en su primera temporada.  Luego con un sistema de juego simple pero efectivo el equipo fue evolucionado hasta alcanzar la final de Copa en la segunda y conseguir la clasificación para la Europa League con un sexto puesto en la máxima competición en la tercera. Buen bagaje del de Utrera.  El cambio de presidencia y la voluntad de los socios propiciaron un cambio en el banquillo que durante las dos temporadas siguientes ocupó el mediático Marcelo Bielsa.  La base estaba y el trabajo del argentino revolucionó por completo la forma de afrontar el juego de los leones. Valiente, vistoso y atractivo con su juego de toque, el Athletic, que terminó décimo en Liga en su primera temporada, deslumbró en Europa alcanzando la final de la Europa League después de 35 años y también llegó a la final de la Copa.  Es cierto que no se pudo conseguir el triunfo en ninguna de las dos competiciones ante un grandísimo Atlético de Madrid y el mejor Barcelona, pero el status del equipo se había revitalizado de manera indudable. La segunda temporada del rosarino, con los follones por todos conocidos y la marcha de varios jugadores importantes, pasó sin pena ni gloria, pero el equipo ya tenía su seña de identidad grabada a fuego y una personalidad manifiestamente competitiva.  Llegó el Txingurri Valverde, se apaciguaron los ánimos y continuó la evolución.  Cambio de sistema basado en el doble pivote pero la misma tendencia hacia la presión constante, los cambios de ritmo y el buen trato del balón  que instauró Marcelo.  La mano de Valverde se hizo notar. Se asentó del todo la defensa que volvió al marcaje zonal y sustentado por un Gorka “resucitado” en la portería, la llegada de Mikel Balentziaga blindando el lateral izquierdo (nuestro talón de Aquiles  particular durante muchos años), la consolidación emergente de Americ Laporte, la exquisita veteranía de Gurpe y la experiencia de Iraola, se logró ser la cuarta defensa menos goleada del campeonato. El centro del campo creció muchísimo con la explosión  definitiva de Iturraspe y la llegada de Mikel Rico, el trabajo de Susa por la derecha e Iker e Ibai (hasta su lesión) por la izquierda,  Ander Herrera como enlace y en punta un Aduriz goleador nos hizo sólidos  y reconocibles.   Como en las viejas épocas el equipo titular se pudo recitar de memoria: Gorka, Iraola, Gurpe, Laporte y Balentziaga, Iturraspe, Rico, Ander Herrera, Susaeta, Aduriz y Muñiain. Ellos y la aportación del resto de la plantilla nos han traído hasta aquí, a un paso de entrar por la puerta grande de los grandes de Europa.  Se ha marchado Herrera (porque él lo quiso) a cambio de la mareante cifra de 36 millones de euros, 6.372 millones de la antiguas pesetas, un jugador  importante pero de ninguna manera imprescindible porque en su demarcación hay cachorros que vienen del Bilbao Athletic con muy buena pinta, y la llegada de Viguera ofrece variantes muy interesantes en un puesto que también Oscar De Marcos ha demostrado jerarquía.  La plantilla no está cerrada aún, saldrán unos cuántos leones por hasta quedar en 23 o 24 jugadores y es probable que llegue algún refuerzo más para afrontar las 3 competiciones. Todas difíciles, todas complejas, pero aún así las perspectivas son muy buenas. Equipo joven, con experiencia y jugadores contrastados. Con oficio (que gran definición para alabar a los equipos que saben manejar los tiempos y las circunstancias de los partidos). Equipo que con personalidad y confianza en sus propias fuerzas y apoyado incondicionalmente por la mejor afición de la Liga, que más se puede pedir…  Si Athletic se toma a pecho el afrontar el futuro “partido a partido”, una manera de ver el fútbol que no ha inventado Simeone como nos lo quieren hacer ver porque  es el ABC de los entrenadores sensatos y el Txingurri lo es a raudales…, las cosas irán a pedir de boca. Ya lo veréis.  AUPA ATHLETIC BETI ZUREKIN!
Por Fernando Valsega, entrenador de fútbol y periodista de Onda Vasca