Eterno Aduriz
Me encanta escribir sobre Aritz Aduriz aunque resulte difícil estar con la tecla a la altura de sus estadísticas como goleador. Genuino delantero, Insustituible en el Athletic Club, un salvavidas para el equipo, toda una garantía aunque él solo no puede liderar siempre las victorias.
Esta sensación de no tener mucho más que añadir a lo ya leído anteriormente se repite cuando crees que se han agotado los calificativos para resumir sus actuaciones. Las últimas sobresalientes (5 goles en 3 partidos). Aunque sea un brete toca ponderar de nuevo sus cualidades porque visto el tono con el que ha arrancado el curso es necesario volver a ensalzar una vez más su figura y si es posible tratando de no repetirnos en los argumentos.
Sería un mal biógrafo, o demasiado subjetivo porque estoy abducido por su trayectoria, marcada por una mejora continua que se resiste a las reglas del envejecimiento. Si Aduriz no existiera habría que clonarlo. Y no quiero centrarme en lo obvio, sus gigantescas habilidades para convertir en gol cualquier oportunidad que se le pone delante, sobre todo con su magistral remate de cabeza. Afortunadamente no solo es eso, sería tan injusto como valorar a Gasol por los 40 puntos que le cascó a Francia en las semis del Eurobasket. Ambos son extraordinariamente eficaces en la anotación, oportunistas y acertados en la resolución pero además tiran del grupo, contagian su estado de ánimo –siempre combativo y competitivo, un admirable carácter ganador, imponderable que no se compra con dinero porque va en el ADN. Ambos maravillan por su humildad, honestidad, pundonor, por esa autocrítica que te hace crecer y por el compromiso inmenso con los proyectos.
Aduriz es además muy cercano. No hay más que pasarse cualquier entrenamiento en Lezama para comprobar la paciencia estoica con la que se fotografía con todo el que le busca o comparte opiniones con quien además de la firma quiere un comentario futbolero de su tótem. Pese a su innegable grandeza la paradójica cercanía de personajes indudablemente mediáticos como Aduriz (sobre todo aquí) convierten al futbol en un deporte en el que no todo son estrellas rutilantes intocables que te miran por el encima del hombro. Con ídolos terrenales como él puedes ver de cerca la esencia del Athletic. Es este comportamiento basado en la normalidad el que lo engrandece aun mas convirtiéndolo en un futbolista fetiche, un símbolo del sentimiento Athletic.
Es la versión crack de Aduriz en el verde, su perfil de imprescindible delantero killer al que fiamos todas las esperanzas en cada remontada, su don para el gol, y, por supuesto, su cara más humilde en la calle lo que alimenta la fidelidad de las nuevas generaciones de seguidores. Gracias a ello la nueva hornada de aficionados ven a sus referentes con admiración y normalidad como si fueran integrantes de su propia familia. El clan rojiblanco los necesita para seguir perpetuándose pese a las amenazas que se ciernen sobre nuestra filosofía. Disfrutemos hoy con cada acción de Aduriz. Aunque esté pasando por la mejor etapa de su carrera nos tiene en vilo porque el fin de ésta está dolorosamente cerca.
¿Se imaginan lo que valdría ahora un Aduriz de 20 años?
Por Angel López, periodista de Onda Vasca
