El fútbol del Sol naciente

Ahora que no hay trofeo femenino que podría conllevar gabarra. Ahora que ´Emakunde´, Grupos feministas, instituciones varias y tertulianos televisivos del tres al cuarto que creen falsa polémica por el pago de una triste soldada se han quedado sin carnaza.

Ahora, sí, ahora que aquella gente que tomó los medios de comunicación para ejercer de voceros y bocazas no se arriman al sol de Lezama porque, a sabiendas de que, siendo octubre, el suelo es alfombra de hojas secas que en septiembre empezaron a caer, ahora que no es el astro rey, ni por asomo, el que más calienta, ya de manera literal, ya en metáfora literalmente trenzada, más de uno y una, los menos si metemos nuestra mano inocente en la bolsa de las casualidades, entraron al trapo –tropo casero y seco-, o picaron el anzuelo –gente de mar que había trocado en besugos.
El resto, los que, respetando a la mujer, no hacemos distingos de sexo cuando el fútbol se entromete en las conciencias hasta alcanzar el éxtasis de la emoción, celebramos con sonrisa y llanto la epopeya de las leonas, para, de seguido, alertados por el Wating Game de Van Morrison, asentarnos en el córner de la existencia a la espera de que retornara a nuestras vidas el Healing Game, ese juego curativo que es el fútbol…
Tras el verano, ¡Hágase la luz!, exclamó imperativo el que en las alturas hilvana, que no es Dios, también llamado ´el Señor´, sino Iberdrola, mecenas que inclina la balanza de sus cuartos sobrantes hacia ese costado o costilla del llamado ´sexo débil´…
De Bilbao estamos hablando, de su equipo de fútbol, versión femenina que lidera aquel alumno aventajado del fútbol que en San Mamés proponía el llorado Howard Kendall: Joseba Agirre, ese piloto que proclama a los cuatro vientos que… ”con estas futbolistas, hasta el fin del mundo me iría”.
En época romana, en un cabo gallego estaba, mirando al mar desde su galera petada de esclavos remadores, al no ver sino mar, y por ese impedimento que para la vista supone el horizonte, ¡Finisterre! exclamó el que ejercía de vigía… No hay equipos gallegos en la Liga Iberdrola, Joseba Agirre, no un fin del mundo como tal, la Tierra es limitada, los mares tienen costas, diques y acantilados que los delimitan. No te vayas… Con ellas, no. Ya habrá tiempo. Cuando te llegue la hora. De vacaciones, quizás, al término de la enésima temporada en este equipo de leonas que hago mío, ahora más que nunca…
Luego del disgusto a tiro de piedra de la Sirenita de Copenhague. Luego de la más reciente de las derrotas, frente al Valencia en Paterna, previsible para aquellos que, habiendo sido cocineros antes que frailes, sabemos de ese mal que causa el vuelo largo, la huída en mal momento de la mejor central creativa del continente europeo, el mucho ingreso y las pocas altas en y de la enfermería.
Ahora, que, sin dejar de ser leonas, de la hermosa fiera ya no somos la cabeza, desde mi condición de periodista, permítaseme tirar de las orejas a los periódicos que no gastan en tinta china lo que cabe en una pluma, apenas lo que va desde Tirapu hasta Yulema Corres, y eso en la previa y en el día después de la disputa, un triste titular, un puñado de líneas, y ese apartado que se le procura a las ´incidencias´.
“No vende”, se argumenta. En el periódico, a modo de esquela; en la radio, un fogonazo de voz; en la televisión, una triste imagen. Sólo GOL se desvive… y caen  sobre la cadena televisiva ostias como panes. Os habéis vuelto locos. Conmigo no contéis. Con ruedas de molino no comulgo, delicados son mis labios y enorme no es mi boca. Seré como Gabriel Aresti: defenderé la casa del fútbol femenino así que me descoyunten como en potro de tortura medieval inquisitiva…
El lunes 17 de octubre, lunes a la sombra aún sin ser reo, he visionado en ese canal tan denostado por la familia Athletic Club las semifinales del Mundial de fútbol femenino sub 17. Corea del Norte, la maldita, la proscrita, se ha cargado a Venezuela, quizás por no estar ´maduro´ el combinado ´vinotinto´.
Japón, de tres certeros sopapos, ha tumbado a esa ´rojita´ España inestable y débil, acaso porque aquello de la interinidad en la que viven sus políticos y moradores se cobra lo suyo. Corea del Norte y Japón. El oriente más lejano está de moda cuando se trata de chavalas jugando al pelotón. Allá donde el sol amanece.
Esa Corea que nadie menta… Ese país del sol naciente. Veré en GOL televisión la celebración. Degustaré la gran fiesta del fútbol femenino. Para comer, pescado. Para beber, blanco en copa, maridaje perfecto. Venezuela y España pusieron toda la carne en el asador… Se quemó la parrillada.
Siga en bodega, pues, la vino tinto, uva que conserva su género femenino… Sea en la patria de Bolibar así como deberá ser en la Rioja que capitula en Logroño. De blanco jugaba Corea. Zamarra blanca también las talentosas futbolistas de ese archipiélago llamado Japón. Guerras y bombardeos en el recuerdo. Sin el miedo a un terremoto.
Corea del Norte  y Japón de Oriente se citan en el campo más cuco que en Jordania se ha escogido para la ocasión. Ah, se lo recuerdo, si lo quieren ver, sintonicen GOL. Porque sin GOL…no hay fútbol femenino. Pegadito estaré yo al televisor. La final, el viernes 21. En Amman, capital de Jordania que le regala nombre al Stadium del choque final. A partir de las 12:00. Esa hora crítica en la que acaba un meridiano y comienza el otro. Meridianamente claro. Pues eso.
Por Luis María Pérez, 'Kuitxi'.  Periodista y Exjugador del Portugalete. 

@kuitxi