Eutsi gogor, Athletic!

Eutsi gogor! El grito de ánimo lo pongo en el frontispicio de 2017 todavía disfrutando de la victoria copera ante el Barça. Eutsi Yeray! Después del impacto al conocer la noticia con la que cerramos el 2016 rojiblanco, nadie tiene duda de que lo vas (lo vamos) a dar la vuelta. Afortunadamente, según el parte médico, ya estás en ello. Como escribió acertadamente en Twitter un buen colega (realista, de la Real Sociedad, para más señas): “Mal sitio ha elegido el tumor para meterse. En los huevos de uno de Bilbao... lo lleva claro”.

La intervención de urgencia para extirpar el tumor del testículo derecho de Yeray había alterado el fin de año en la familia rojiblanca. 2016 ha tenido, precisamente, en la irrupción del central baracaldés una de las mejores, sino la mejor, noticia del año. En apenas tres meses, Yeray ha demostrado, a sus 21 años, que ha llegado con la intención de quedarse. Su alto rendimiento medio en los 17 partidos disputados así lo confirma. Eso en un club como el rojiblanco es oro molido.
Porque en el año que nos dejaba ha vuelto a quedar claro que, salvo operaciones sorprendentes como la de Raúl García en la campaña anterior, el Athletic tiene que buscar los refuerzos en  Lezama o atar con firmeza a sus imprescindibles. Yeray, Vesga y Villalibre, llamado a ocupar el hueco del todavía hoy incombustible, pero seguro que no eterno Aduríz, son la aportación de la cantera.
La exitosa maniobra para renovar a Aymeric Laporte hay que anotarla en el apartado que otros clubes reservan a los grandes fichajes. Desde que el defensa de Agen aterrizó en el Athletic siempre ha rondado la duda sobre cuándo se irá. El City, que nadie lo dude, lo tuvo con un pie en el Etihad Stadium, pero al final... al final se quedó aquí y es lo que importa.
Con esos mimbres se hace el cesto.  La gestión de la plantilla por parte de Valverde ha vuelto a ser otra vez, sorprendentemente, objeto de debate en este año. Y digo sorprendentemente porque año tras y año y temporada tras temporada, Txingurri siempre gana esa partida como demuestran los balances finales.
Pero este año, Ernesto y los suyos han rizado el rizo. Lo nunca visto, tres porteros para una temporada. Utilizando un algoritmo, que no acabamos de resolver del todo aficionados y analistas, han conseguido que jugaran de manera armonizada Iraizoz y Herrerin, los porteros de la pasada temporada, con un Arrizabalaga que ya no podía seguir más tiempo fuera de Bilbao porque es el meta que guardará la portería de San Mamés en el futuro.
El tiempo que, como sabe Rajoy (perdón a Valverde, Aspiazu e Iru por la comparación) todo lo arregla, vino a resolver el enigma del trío, dejándolo en dúo. Gorka se va despidiendo con un último servicio en Copa y Uefa, Kepa ya ejerce de líder bajo palos y Iago observa y trabaja para regresar de Leganés. Y todo esto sin ruido, sin líos y ,lo principal, sin que el equipo se haya resentido.
Pero de nada vale opinar sobre la gestión si esta no pasa “la prueba del algodón” de los resultados.  Cada balance anual queda quebrado a la altura Mayo, cuando concluye la temporada regular anterior. En esa fecha es cuando podemos hacer balances objetivos. La temporada pasada nos dejó un quinto puesto liguero que pasaportó  al equipo directamente a la Uefa Europa League; unos cuartos de final de esa competición europea donde el Sevilla, que acabó alzando ese trofeo, apeó a los rojiblancos en la tanda de penalties tras remontar el 1-2 de la ida en La Catedral; y también, cuartos de final en Copa ante ese ogro blaugrana que es el Barça que se anotó, una vez mas, el torneo y que como una maldición bíblica volverá a ser nuestro primer escollo de 2017...y otra vez en Copa.
Yendo a los resultados, el balance es, en mi opinión, de notable. Unos resultados basados en un juego con luces y sombras pero que dejó un regusto dulce en ese tramo crucial de la campaña en que se deciden los objetivos. También en Diciembre se puede hacer un balance (parcial, eso sí) de la temporada en curso. Y ese balance deja un saldo también netamente positivo: En liga, a tres puntos de los puestos Champions; en Uefa League y en Copa, metidos en octavos. En definitiva, vivos y competitivos en todos los frentes.  Bien, pero eso son: “los resultados, amigo”. Otra cosa es el juego, y ese no acaba de convencer, amigo. El juego, fluido, alegre y por momentos brillante que en otras etapas nos han ofrecido los equipos de Valverde, ha desaparecido. Y si bien en San Mamés el equipo va salvando la situación con buenos resultados, el rendimiento lejos de Bilbao está resultando especialmente decepcionante .
Qué le pasa al equipo, esa es una cuestión que, según ha confesado en alguna ocasión Valverde, también le ronda al propio entrenador.
Si hacemos un análisis somero, encontramos que las lesiones han lastrado al equipo en estos últimos meses. El caso más palmario, el de Oscar De Marcos. El lateral desapareció con una misteriosa lesión en el pie de la que no termina de recuperarse, y eso se esta haciendo notar en la arquitectura del equipo. Pero además, otros que se han visto “tocados” en los últimos meses (Laporte, San José, Beñat...) no han rendido al mismo nivel que tenían antes de sufrir sus respectivas bajas.
La zaga, desde que comenzó la temporada 16-17 solo ha tenido a Balenziaga como elemento inalterable e inalterado. El centro del campo, el lugar donde se elaboran las ideas, no tiene la clarividencia que le dieron Beñat y San José, y que le llevó a este último a la Euro.
Iturraspe podría incluirse entre uno de los misterios de Fátima. Ha perdido la confianza del entrenador que le sigue pidiendo más implicación. Quiero, muchos Yerays, dijo Valverde cuando se le pregunto por enésima vez sobre la ausencia de Ander. Algo, que el común de los mortales no acabamos ver, pasa para dejar de lado a quien parecía llamado a ser el director de orquesta.
En las bandas tampoco la cosa acaba de marchar. Con Susaeta, cada vez con menos protagonismo, Williams sigue en su master acelerado y Muniain... Muniain  no solo no acaba de ser el líder que sus piernas prometieron sino cada vez se aleja más de ese rol gracias a sus presuntuosas, vacuas y un tanto infantiles declaraciones públicas. El liderazgo se logra con ejemplo y actitud y si no que les pregunte a Raúl García y Aduriz. Ambos se han convertido por su trabajo y efectividad en los pilares fundamentales del equipo.
Con Raúl y Aritz arriba como faros, el equipo se ve obligado a jugar de manera más directa en detrimento de un juego más mascado, más elaborado. En mi opinión, se pierde un poco de espectáculo y eso se hace notar más cuando no llegan los resultados. Sin embargo, es tanta la eficacia, y no solo en goles, sino en otros aspectos menos cuantitativos que el “sacrificio” a favor de ambos hay que darlo como bueno.  El Athletic no está jugando bonito. Su juego no entusiasma. Cuando un equipo llega al nivel de excelencia que ha mostrado este grupo en otros momentos, se le pide vencer y convencer.  Lo sabe el propio Valverde. Él sabía muy bien que el día del Sassuolo su equipo, por mucho que hubiera superado la liguilla europea, no había hecho un partido cojonudo. La impropia expresión de alguien que maneja hábilmente la ironía pero que nunca cae en el mal gusto, le delató.
Txingu sabe, porque le vemos en la banda, y los de la tele somos unos puñeteros con los primeros planos, que el equipo no transmite, que en ocasiones anda con las ideas fundidas. Afortunadamente, reacciones como la de aquel día tuvieron un contrapunto en el último partido contra el Celta. Se ganó, pero todos, incluido el propio Valverde, tuvimos claro que así no se van a sumar muchos puntos. El entrenador siempre ha hecho gala de un enorme sentido común.  Para 2017, me preocupa Valverde. El ya mentado día del Sassuolo evidenció que esto del banquillo quema. Él ha sido el primero en poner muy alto el listón. Él, sin duda,  es el primero que quiere mantenerlo alto. Y eso desgasta. Y mucho más si a eso se añade que lo haces en tu club y ante tu gente. Luis Enrique lo acaba de confirmar con sus declaraciones en Can Barça hace unos días.
Urrutia que conoce bien a Ernesto no le mete prisas con la renovación. Ya encontraremos el momento, dice el Presidente. Pero sin más. Josu es así. No estaría, sin embargo, de más que el máximo dirigente le lanzara una declaración de respaldo firme, que le transmitiera lo que, entiendo yo, quiere la mayoría de los aficionados. Porque, es cierto que a veces el juego del equipo no llena, que a veces resulta insulso y aburrido, pero al final, año tras año el equipo no solo cumple sino que lo hace con nota.
No se recuerda en el Athletic moderno una época tan continuada de alto rendimiento y nula tensión ambiental. Valverde y Aspiazu manejan al equipo con mano firme y guante de seda. El equipo funciona. Funciona bien y eso hay que hacérselo saber a un entrenador al que el cansancio le puede hacer dudar. En lontananza, además no se ve, y que me perdonen los potenciales candidatos, a alguien con la capacidad y conocimiento del club, para tomar el relevo con garantías.
Ahora, por si fuera poco, a Valverde le van a llegar los cantos de sirena de Barcelona. Las dudas de Luis Enrique ha disparado la lista de candidatos a ocupar su lugar en el Camp Nou, y Txingu está en lo más alto. No sería la primera vez que Valverde rechaza entrenar a uno de los grandes por quedarse en el más grande. Pero ahora, el paso de los años en Lezama y San Mamés pueden hacer mella. Ojalá alguien le haga ver que con días mejores y peores, se valora su trabajo y la estabilidad con la que vive el club y el equipo. Renovar al técnico sería otra muesca en la gestión de Urrutia.  Acabo como empezaba. Animando a todos a seguir mirando con optimismo el futuro, Eutsi Gogor.      
Por Juan Carlos Abascal, periodista de Antena 3

@espinosabas