El Faro del Málaga en Riazor

Los periodistas deportivos gastamos mucha tinta, saliva y teclas en hablar y escribir sobre los actores del fútbol: jugadores, entrenadores, directivos, árbitros, representantes... Pero, ¿y de los aficionados? ¿Qué pasa con ellos, acaso no existen? Detrás de muchos seguidores blanquiazules se esconden extraordinarias historias dignas de contar y que todos las conozcan. Hoy os traemos una de un gallego y malaguista de ley que lleva tres décadas recibiendo al Málaga en La Coruña y agitando la única bufanda blanquiazul en el estadio de Riazor. Se llama Antonio Morales y esta es su historia:
"En el gélido Riazor, donde cohabitan en ciega armonía meigas, balones y corrientes marinas del Atlántico también hay vida malaguista. Allí, en La Coruña, donde fue a parar Hércules para derrocar a un rey troyano y formar parte para siempre de la leyenda, del escudo y del paisaje de la ciudad con su famoso Faro, también hay un color blanquiazul que no es el del Deportivo. El Málaga tiene raíces en aquel precioso rincón de la península. Existe un Faro que alumbra nuestro sentimiento en Riazor.
Su cara es famosa entre los expedicionarios que viajan cada año con el Málaga a Coruña. Antonio Morales suele hacer guardia en el antiguo Aeropuerto de Alvedro desde hace casi tres décadas. Es un ‘malaguinho’. Tal cual. Porque Antonio nació en Galicia, donde el viento sopló a su padre, él sí malagueño, por azares de su trabajo como ingeniero. “Hizo la mili, estudió aquí y se quedó para siempre, aunque conserva familia en Málaga. ¡Mi abuela tiene 103 años y vive en Calle Larios!”, relata Antonio previa consulta a su mujer Loli sobre la edad precisa de esa Súper Abuela. El caso es que el señor Morales no salió muy futbolero, pero su inquieto hijo sí: “Me gustó de siempre, y de pequeño bajábamos los veranos a Málaga y veía los Trofeos Costa del Sol”. Digamos que ahí empezó su leyenda, entre cálidos partidos de merienda y toalla de playa en Martiricos.
Claro que el único malaguista conocido y reconocido empadronado en La Coruña no es un mindundi de tan distinguida pasión. “Me sé todos los resultados de memoria, y tengo unas mil fotos con jugadores desde la época de Juanito”. Y es verdad, conoce la historia al dedillo. Se le llena la boca con datos, anécdotas y recuerdos que expulsa en cascada: “Soy amigo de Josemi y tengo buena relación con Jaro, pero el mejor de todos los que he conocido es Don Fernando Peralta, un caballero”.
Antonio es pensionista, una operación de cadera le generó una incompatibilidad con su empleo y el Málaga se ha convertido un buen acaparador de tiempo libre: “Veo todos los periódicos locales a diario y apunto en un blog las noticias y las frases que más me gustan desde hace más de 20 años. Las fotos las guardo en las carpetas y a final de año hago un álbum de cada temporada”. Y así respira el malaguismo en Coruña, entre recortes, paseos por las rúas y vivencias anuales que Antonio comparte ahora con su hijo, de doce años, y heredero de todo: “A él le tira más el Unicaja, al que visitamos cuando juega en Santiago. Tiene todos los pósters colgados en el cuarto”.
Ya va para una década sin bajar por Málaga y, aunque reconoce que le encantaría hacerlo, mata la nostalgia con la ilusión intacta de esperar a su equipo año a año en el salón de su ciudad entre bolis, flashes y sonrisas. Así es Antonio, un ‘malaguinho’ al que hay que querer. El incombustible Faro del Málaga en Riazor".