Cantando bajo la lluvia...sin paraguas

La cara de felicidad que lucía Gene Kelly cuando brincaba por las calles de atrezzo en la célebre escena de la mítica película dirigida por él mismo y Stanley Donen no tiene mucho que ver con las que se veían este pasado domingo en el palco del Nuevo Los Cármenes. Al menos las de los representantes del Real Betis.

A Gene Kelly el paraguas le valía de poco, pero se le veía feliz, con su eterna sonrisa acorazada ante el torrente. A los máximos dirigentes béticos se les notaba más bien compungidos. La lluvia deportiva les está crujiendo las facciones. Y ni siquiera llevan paraguas, por poco que éste les pueda ayudar ya en el diluvio.

Disponían de uno amplio, confortable, que les mantenía a resguardo de chubascos y posibles tormentas. Con bigote o sin bigote, lo mismo da que da lo mismo. Un impermeable verdiblanco a prueba de tempestades y relámpagos de crisis. En contra de cualquier protocolo de sentido común, a contracorriente de la opinión de casi todo aquel con el que se cruzaban, decidieron cerrarlo y guardarlo. Si lloviera, ahí vamos a cuerpo gentil, diríanse.

Probablemente, pensaron que tardaría en llover; que los nubarrones que habían llegado procedentes de Cantabria se marcharían en mayo, como agua de ídem. Que con una gabardinita bien puesta se podía echar uno tranquilo a la calle del fútbol, a la vida diaria del Betis.

Mucha gente lo entendió como una medida temeraria. No hacía mucho que había llovido y hubieron de recurrir a ese paraguas, aparcado en el olvido de la modernidad, denostado por la supuesta falta de vida útil, orillado por el Big Data. Tras utilizarlo convenientemente en los días desabridos con horizonte lluvioso, el ajado paraguas se guardó en su gastada funda y pasó al recuerdo, deslegitimada su necesidad por la esperanza de un sol brillante.

Pero el sol no acaba de salir para el Betis, ni pinta tiene de que lo haga. Sus dirigentes han preferido la sombrillita del vermú de mediodía de un restaurante cuqui para cubrirse de tempestades. Y la lluvia ha llegado, virulenta. Y moja como sus mulas. Y cuesta encontrar ahora el paraguas que proteja palcos y mejoras en los distintos ámbitos del club. Y molesta la situación. Y yo me pregunto: ¿habrá impermeable que pueda proteger la fe de tantos béticos?