Andy Murray confiesa que tuvo una depresión que provocó "mucha tensión" en su matrimonio
Andy Murray pasó por un autentico calvario en los últimos tiempos. El que fuera número 1 del tenis mundial en 2016 estuvo a punto de ver como su carrera llegaba a su final tras una lesión de cadera. Un hecho que le llevó a estar completamente depresivo, según desveló él mismo.
Para resolver los problemas que lo tenían apartado de las pistas, se sometió a una operación de cadera en la que le implantaron una prótesis. Poco a poco y tras una larga recuperación el escocés pudo volver a las pistas, primero en la modalidad de dobles y luego jugando individuales. Ya en solitario, no pudo evitar las lágrimas cuando volvió a ganar un título: el ATP 250 de Amberes (Bélgica).
Su mujer, la salvación de Murray
Ahora, Murray ha participado en el equipo británico de Copa Davis y habla sin reparo de lo mal que lo pasó. "Estaba bastante deprimido, eso es seguro. Fue un período realmente difícil para mí porque no fue tanto la lesión en sí misma. Estar herido puede ser frustrante, pero el problema que tuve fue conmigo todos los días, durmiendo y caminando", empezó contando en su entrevista con The Times.
Parte clave de su recuperación fue su familia. Que sus hijos (hace unas semanas que nació el tercero) no le vieran mal, le hacía poner "cara de valiente", aunque su esposa, Kim Sears, sí que sufrió mucho más con su tristeza: "Hubo mucha tensión en nuestra relación, solo porque estaba deprimido todo el tiempo. Ella ha sido brillante y yo, probablemente, fui bastante egoísta, solo en términos de pensar en mí mismo y en cómo me siento todo el tiempo y no darme cuenta del impacto que tiene en todas las personas que me rodean".
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“Cuando todos trataban de alentarme a seguir adelante y seguir intentando y seguir jugando, dije, 'No sabes cómo es. No sabes qué es lo que estoy sintiendo", reveló también.
La operación que le ha cambiado la vida
En su relato, Murray, además, contó cómo la operación le ha cambiado la vida: "El día que desperté (tras la operación) tenía mucho dolor. Tenía un dolor horrible. Probablemente, fue solo alrededor de seis a ocho semanas después, cuando la hinchazón y las cosas comenzaron a calmarse y la cicatriz comenzó a sanar, que comencé a no sentir dolor cuando caminaba. Esa sería la primera vez que no sentía dolor en tres años".
"Realmente cambió mi vida por todo tipo de razones, no solo por jugar al tenis, sino también cuando me arrastro para jugar con mis hijos. Eso no lo podía hacer antes. No era tan placentero jugar con mis hijos como lo hago ahora. Entonces, estoy increíblemente agradecido con la persona que me operó", añadió".
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