Tenía todo en contra este sábado el español Carlos Alcaraz ante el polaco Hubert Hurkacz, pero consiguió anular una bola de partido en el segundo set y sellar una remontada épica (2-6, 7-6(4) y 6-3) para clasificarse por primera vez en su carrera a la final del Masters 1.000 de Cincinnati.
El español, que con esta victoria ya está seguro de mantener la primera posición en el ránking mundial, se jugará el título este domingo contra Novak Djokovic en la reedición de la final de Wimbledon. Además, mandó un mensaje para la selección femenina de cara a la final del Mundial: "Vamos chicas, a por el Mundial. ¡Viva España!".
Alcaraz, de veinte años, animó de esta forma a España, que se juega su primer título mundial contra Inglaterra en la final de la Copa del Mundo de Australia y Nueva Zelanda.
Ya se acostumbró a estar contra la pared Alcaraz en Cincinnati. Superó sus cuatro rondas en tres sets, pero este sábado estuvo a un sólo punto de la eliminación ante un Hurkacz que rozó la perfección y que sólo sucumbió tras batalla de enorme intensidad durada dos horas y 18 minutos.
En la larga lista de calidades de Alcaraz no falta la personalidad. Necesitó muchísima para sacar adelante el partido ante Hurkacz, que le anuló diez bolas de rotura antes de recibir el primer 'break', en el tercer set, que abrió a Alcaraz el camino hacia la final.
El español se llevará un balance perfecto de cuatro triunfos de cuatro en las finales de los Masters 1.000, que le vieron levantar el trofeo en Miami y Madrid 2022, y en Indian Wells y Madrid 2022.
Incrementó a tres de tres su balance ante Hurkacz, que se despidió sin premio tras un partido de altísimo nivel.
No pudo empezar peor el partido para el español. Dos bolas de roturas no convertidas en el primer juego y 'break' a cero en el segundo. Si en Toronto sólo aprovechó tres de diez, en el primer set Alcaraz acabó con cero de cinco.
Tuvo mucho mérito Hurkacz, que rozó la perfección en los 38 minutos de primer parcial. Se lo llevó con contundente 6-2, con rotura en el segundo y en el octavo juego. Impidió además los 'break' de Alcaraz con un gran rendimiento al saque y un brillante juego con la derecha.
Alcaraz intentó ganar confianza y firmó unos puntos espectaculares, uno de ellos con una maravillosa volea tras un pasante del rival, pero Hurkacz respondió sin indecisiones. Entraba con contundencia con sus golpes y colocó varios en la línea.
La cuenta de bolas de roturas no convertidas llegó a ocho en el segundo set. Porque Hurkacz mantuvo un nivel extraordinario. Con el saque y también con dejadas de calidad que dejaron a Alcaraz tendido al suelo. El murciano reconoció sus méritos y le estrechó la mano.
Fue frustrante para Alcaraz, que llegó a fingir golpear con la cabeza las publicidades de la pista con 3-3, cuando falló un pasante.
Tenía todo en contra. Pero no dejó de luchar. Incluso en la bola de partido que tuvo Hurkacz con 4-5. La anuló con el saque y forzó un nuevo desempate, tras loss dos de Toronto. Estuvo 1-4 abajo, pero lo cerró con seis puntos consecutivos, culminados con una gran derecha, para forzar el tercer set (7-4).
Lo celebró con fuerza mirando a Juan Carlos Ferrero, en una pista enloquecida que coreó repetidamente su nombre durante la segunda manga.
Había pasado una hora y 41 minutos y empezaba un nuevo partido. Alcaraz regresó a los vestuarios para refrescarse y resetear.
Si hay un límite en el juego de Hurkacz es su emotividad, pero Alcaraz necesitó emplearse a fondo para ponerle en posición incómoda. El polaco, que hasta ese momento había disputado un partido sobresaliente, comenzó a fallar.
Y tras salvar diez bolas de rotura, Alcaraz consiguió convertir la undécima para colocarse 3-1 arriba. Lo celebró por todo lo alto al tiempo que la pista central volvía a corear su nombre.
Pasó la tormenta. Mantuvo su servicio a quince, consolidó la rotura y se escapó 4-1. No volvió a darle opciones de remontada a Hurkacz y sentenció el triunfo con un 6-3 tras una batalla de dos horas y 18 minutos.
Está a un partido de convertirse en el tercer campeón español de Cincinnati, tras Carlos Moyá, en 2002, y Rafa Nadal, 2013.