El E3 ha muerto: el adiós a una época de los videojuegos
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La Electronic Entertainment Expo ya no abrirá más sus puertas en el Convention Center de Los Ángeles
Si bien era un noticia que se esperaba desde hace tiempo, ya es completamente oficial. El E3, la Electronic Entertainment Expo de Los Ángeles, ha sido cancelada. La archiconocida feria californiana de los videojuegos, el evento que movió la industria mundial del entretenimiento interactivo las dos últimas décadas, cierra sus puertas para siempre. Ayer fue la propia organización tras el evento, la ESA (Entertainment Software Association) la que publicaba el adiós definitivo del E3 en un comunicado en sus redes sociales: "Después de más de dos décadas de E3, cada uno más grande que el anterior, ha llegado el momento de decir adiós. Gracias por los recuerdos."
El E3 había mantenido su reinado como el evento más importante del año en la industria del videojuego desde principios de siglo, con algunos importantes altibajos. Pero ya a finales de la década pasada comenzó a sufrir signos de agotamiento y algunos episodios que lo hicieron languidecer, como la retirada de algunos actores importantes de la feria oficial, como Nintendo en 2015 o PlayStation en 2019. Después llegó la pandemia del Covid-19 y, la puntilla final para una enorme feria de muestras que no consiguió adaptarse a los nuevos tiempos de una industria que se ha adaptado como un guante a los eventos online. El testigo parece haberlo recogido definitivamente el Summer Game Fest de Geoff Keighley (el artífice también de The Game Awards), un evento online mucho más adaptado a una industria que no está viviendo su mejor momento.
— E3 (@E3) December 12, 2023
Pero el E3 tuvo momentos brillantes y durante 20 años fue la 'la Meca' absoluta de la industria de los videojuegos. Un evento gigante, espectacular y fastuoso que reflejó esos años de excesos del sector. La guerra de las consolas y las grandes editoras por tener el stand más grande, la pantalla más espectacular, la locura más extravagante y vistosa o las chicas más guapas repartiendo camisetas sobre la moqueta del L.A. Convention Center. Un modelo de feria extremadamente cara para los expositores que, recordemos, era una feria a la que sólo podían asistir profesionales del sector y prensa (sólo en 2017 se abrió al público general a unos precios estratosféricos que sólo consiguió masificar un evento ya de por sí masivo). En resumen, una feria que 'obligaba' a las editoras a montar un stand de varios millones de dólares que era visitado por ¿unas 20.000 o 30.000 personas en tres días?.
Pero es cierto que durante un tiempo ese modelo funcionaba. Si tenías un E3 brillante, si salías 'ganador del E3', conseguías una extraordinaria publicidad, grandísima repercusión y la complicidad de la prensa y eso se traducía en un futuro brillante para tu catálogo de videojuegos en el curso siguiente. Y al contrario, si tu E3 era mediocre o incluso malo, estabas condenado y no había campaña de márketing, por cara que fuera, que levantara esa mala imagen. Y claro, las compañías lo guardaban todo para el E3 y se dejaban la piel en la feria californiana cada mes de junio.
El E3 también era la 'tierra prometida' para todo aficionado de los videojuegos, que soñaban con pisar algún día la moqueta del Convention Center y vivir en esa especie de parque temático donde tenías acceso a todos los grandes videojuegos que llegarían en los próximos años. Para los periodistas especializados era un auténtico premio poder cubrir un E3 (y la mayor paliza de trabajo posible concentrado en tres días) y los que hemos tenido la suerte de asistir a alguna edición hemos guardado allí algunos de los mejores momentos de nuestra profesión y las anécdotas más increíbles (algunas pueden contarse y muchas otras no).
Para el que escribe hoy es un día muy triste, porque el E3 ha formado parte importante de mi profesión desde que comencé en ella. He tenido la suerte de cubrir como periodista especializado nada menos que 11 ediciones de la feria californiana, la primera de ellas la de 2002 y la última en 2018. En todas ellas viví momentos geniales, asistí a presentaciones impactantes, realicé decenas de entrevistas a los personajes más interesantes de la industria, pude probar videojuegos que no verían la luz hasta dos o tres años después y escribir sobre ellos para los fans de este fantástico producto cultural. Y en las calles de Los Ángeles he vivido también las mayores fiestas y los eventos más locos a los que he asistido en mi vida (asistí a un concierto privado de The Who sólo para presentar una nueva entrega de Rock Band, por ejemplo). Todo por el espectáculo. Pero ahora el show baja el telón. ¿Para siempre?