La canción más famosa de Final Fantasy X no estaba compuesta para el juego
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Un flautista francés rechazó la composición
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Y terminó siendo un icono en la historia de Tidus y Yuna
La banda sonora de Final Fantasy X es un pedazo de la esencia del juego y de su historia, y el gran culpable es Nobuo Uematsu. El trabajo del compositor es casi una religión para los amantes de la saga, y la décima entrega guarda un secreto descubierto ahora en su tema más importante.
El piano que acompaña la travesía de Yuna y Tidus en Spira es uno de los ejes fundamentales para entender el éxito de Final Fantasy X. Nobuo Uematsu es el alma de la franquicia, un genio revestido por multitud de títulos, pero como todo artista de su tamaño es especial. Y la anécdota con respecto a la canción más famosa RPG así lo define.
En una reciente entrevista del compositor en plena promoción de Final Fantasy VII: Rebirth, el japonés ha desvelado el verdadero secreto de To Zanarkand. La pieza, trascendental desde los títulos iniciales de FFX, guarda tras de sí un viaje atípico por estar en sus inicios alejada del videojuego.
Uematsu cuenta en su última charla que la composición no estaba ni mucho menos hecha para el juego. Era una obra originalmente hecha para un flautista francés que le pidió una canción para un recital en Japón. Por suerte para todos los amantes de Final Fantasy X, el artista pensó que la creación era demasiado triste para el momento, y Nobuo la guardó en un cajón.
La entrega tardía de Uematsu y la aparición de To Zanarkand
Años después durante el desarrollo de Final Fantasy X, Uematsu llegó con retrasos a las fechas marcadas y no entregó nada. Ante las peticiones de los productores, el compositor sacó la creación realizada para el flautista y en Square quedaron alucinados. En ese momento nació Zanarkand, el punto de partida del juego desde el prólogo y a la vez el destino final de los personajes en su viaje.
Le dijeron que la composición era brillante y fue el punto de partida para componer el resto de la banda sonora. A veces de la necesidad, más allá de la virtud de crear esa obra, surgen algunos de los momentos musicales más icónicos no sólo del juego sino de los videojuegos en este SXX. Y sé que es un riesgo dejar aquí una hora completa de To Zanarkand porque dan ganas de volver al juego, pero es una genialidad digna de disfrutar durante muchas más décadas.