El Escudero Valiente es una de esas obras atrevidas capaces de crear emociones en el jugador desde multitud de perspectivas. Apellidado como uno de los indies más esperados del año, el juego que tiene detrás a James Turner es un plataformas original nacido de un cuento. Una idea brillante entre géneros con batallas, puzles y exploración que salta entre escenarios 2D y 3D.
Con Astro Bot volví a la infancia, aquí sentí que el niño dentro de mí no estaba tan emocionado por la aventura de Jota. Es duro, pero es la realidad. La avalancha de juegos y el contraste hace que sea complicado catalogar títulos sin pausa incluso obviando desarrollos tan disparoes, pero las sensaciones son la única realidad frente al mando o al teclado.
El Escudero Valiente es como esos días contados de excursión en el colegio. Llegas con la ilusión cargada a él, tiene todo lo que esperas para que sea un gran día, pero el momento definitivo no cumple las expectativas por todo lo que habías proyectado la noche sin apenas dormir. Y eso no empaña ni mucho menos el trabajo tras un juego realmente entretenido, pero que no termina de conectar conmigo.
La historia detrás de Jota, El Escudero Valiente, es realmente original. Un protagonista de un cuento que necesita salir de su propio libro para solventar su futuro desde la realidad de la habitación de un chaval que aspira a ser dibujante. Una caricia preciosa al entramado artístico con James Turner a la cabeza, el exdiseñador gráfico de Game Freak enfocado en Pokémon que tras 12 años decidió buscar sus propios proyectos.
La maestría para colocar un juego entre las páginas de un cuento tiene un buen desarrollo en la idea y puesta en escena. Y el narrador, con reminiscencias en español a la propuesta de Pocoyo, tiene una presentación continuada con un estilo muy similar. Voz en off, avance de las aventuras y un diseño artístico muy similar al de la ficción.
Los combates son verdaderamente sencillos, y no por dificultad, sino por la ausencia de complejidad. Es uno de los enfoques más claros en que la historia, los puzles y la trama detrás de cada punto de la acción están por encima de todo. Y la ciudad de Artia es el mejor ejemplo, una explosión de guiños ocultos en un minijuego externo que deja pasar todo ese horizonte en sólo segundos.
Tengo esa sensación con el juego. A pedazos me asombra por cómo es capaz de pasar de una página sombreada a un minijuego en 2D para saltar al 3D. Es una inyección singular desde el punto de vista de la creación, pero con el mando en la mano falta algo para sentir la emoción de otros títulos.
Que no se malinterprete, todos los aspectos de El Escudero Valiente están muy logrados. Algunos más sencillos y otros más complejos, pero personalmente el cuadro completo no me maravilla y lo entiendo como algo muy personal independientemente de valorar cada uno de los matices en personajes, diálogos meta y referencias a otros títulos.
Ese cuento para niños tiene una conexión especial, incluso en casa ha enamorado a la peque lo poco que ha visto. Los conceptos originales no cesan, pero hay determinados elementos que me sacan del juego. Uno de ellos es la repetición de puzles similares o el vacío que siento en el mundo 3D, lo que menos me convence de toda la experiencia.
Colocar muchas expectativas en un indie me han pesado a nivel personal a pesar de la sorpresa visual que propone El Escudero Valiente. Plasma a la perfección el espíritu del héroe para desmembrar el cuento en una experiencia jugable, pero no tiene un acabado fino. Te saca una sonrisa constantemente, es original y juega bien sus bazas, pero le falta fuerza para ser algo más.
El Escudero Valiente es original, pero no rompedor. Es divertido, pero sólo en retazos puntuales del guión, y es tan sencillo como lineal en cuanto a conceptos, puzles y combates. Por eso la perspectiva del jugador es fundamental para entender el juego de Turner como un destello indie o una decepción si esperabas uno de los títulos más rompedores del año.
77/100