Derrota de manual en el Wanda

El partido ante el Atlético de Madrid, ante este Atlético de Madrid de Simeone, es como una prueba del algodón para todo equipo. Más aún para los que aspiran o proyectan competir de tú a tú con los colchoneros toda la Liga. No es que sea determinante, menos en la jornada seis, pero sí da una medida real en este caso para el Sevilla. Y el Sevilla, que lo había ganado casi todo, que solo había recibido un gol, evidenció no estar tan hecho como aparentaba. La derrota en el Wanda fue de las de manual, como de manual fue la victoria ante el Atlético. Los dos equipos propusieron un partido intenso, competitivo, de presión, y el Sevilla mantuvo la cara la primera parte. Pero en el juego del Atlético, el rey es el Atlético, evidentemente. Y reinó. Y el Sevilla sucumbió.

Si la primera parte fue igualada, la segunda le vino grande a los nervionenses. Desde los fallos propios, clamoroso y definitivo el del N'Zonzi, hasta la falta de generación de peligro. El Sevilla apenas supo plantear alternativas al férreo, y conocido y previsto, plan del Atlético. Ni ritmo, ni velocidad, ni remate. Nunca se jugó a lo que quiso el Sevilla, siempre a lo que quisieron los locales. Y acabó ganando hasta cómodo el equipo de Simeone, que se permitió hasta rotar y dar descanso a Griezmann. No fue rival el Sevilla en la segunda parte para el equipo madrileño.
El partido entre el Atlético de Madrid y el Sevilla es uno de los grandes enfrentamientos de la Liga. Dos equipos de la Liga de Campeones, dos equipos que han levantado títulos en las últimas temporadas, dos equipos que han sido y son respetados en Europa, y dos equipos con dos grandes plantillas y grandes jugadores. Y dos equipos bien planteados, al menos de entrada sobre el césped del Wanda Metropiltano. Un gran partido, en definitiva, que no ganaba magnitud por la brillantez, porque apenas se permitía, pero sí por la intensidad, la pelea, la presión y los planteamientos. El partido era a cara de perro y el Sevilla lo entendió y no lo eludió. Por eso el encuentro era tan igualado. Por eso el partido atravesaba fases de juego, mal que bien, en el que uno u otro equipo tenían la pelota. Por eso apenas hubo ocasiones, un palo por cada equipo, de Sarabia con rebote y Filipe Luis. Por eso había tan poca profundidad y por eso el partido se tornó tan competido, agresivo y feo a la vez.
El partido le vino grande al Sevilla, que en todo momento jugó cómo y cuándo quiso el Atlético de Madrid, sin plantear ninguna alternativa 
Entre tanta igualdad, había algunos matices. Porque el Atlético intentó entrar más por los costados (Carrasco fue titular por Thomas), con la movilidad de Vietto. Mientras el Sevilla intentaba percutir por el centro, donde acumulaba a N'Zonzi, Banega, Vázquez más Sarabia o Navas, que también actuaban como interiores. El Sevilla, gracias a esta acumulación, lograba tener el partido más o menos controlado, porque además en defensa no concedía, destacando en la ayuda la labor de Mercado. Pero en ataque es verdad que apenas generaba peligro, salvo la citada ocasión de Sarabia, pues no remató a puerta. Para ello faltaba más ritmo, más agilidad física y mental, porque los colchoneros acudían prestos de dos en dos o de tres en tres a cada futbolista del Sevilla que tenía la pelota en zona peligrosa. Si la pelota no se combinaba rápido, el Atlético atrapaba su presa y robaba. Idéntica táctica del Sevilla, que estuvo aplicado en la presión y en la ayuda y no facilitó en nada las labores ofensivas de Carrasco, Griezmann o Saúl. 
La primera parte fue equilibrada, competida, pero la segunda no pudo serlo. No dio tiempo. Nada más arrancar todo ese trabajo, toda esa labor y concentración, se fue a la basura. Un error clamoroso de N'Zonzi, que con ventaja en carrera con Carrasco dejó la pelota en bandeja para el belga para que batiera a Rico, puso para el Sevilla cuesta arriba el partido. Al Atlético es difícil hacerle daño de por sí, pero más aún con el marcador a su favor. El equipo de Berizzo hizo algunos intentos, incluso con cambios, pues salieron Correa y Ben Yedder por Sarabia y Muriel. Pero la verdad es que apenas hizo cosquillas. Si por una parte el partido se rompía gracias a los metros que ganaba el Atlético a la contra, gracias al desequilibrio de Griezmann sobre todo, el Sevilla seguía atascado en su partido plano. Banega y Vázquez, encargados de generar situaciones de ventaja a través de sus pases, estuvieron erráticos y lejos de las zonas de influencia. Solo jugaban donde les permitía el Atlético. Por los costados tampoco había desquilibrio, salvo un par de acciones de Correa. Pero los laterales no se sumaban y el Sevilla no encontraba huecos. 
La respuesta al gol del Atlético, tras gran fallo de N'Zonzi, fue absolutamente plana, los dos primeros cambios hombre por hombre y el Sevilla ni hizo cosquillas al Atlético de Madrid
La tendencia del encuentro, pues, estaba clara. El Sevilla se chocaba contra una pared y el Atlético generaba contras y peligro cada vez que salía de la cueva. Y más claro se quedó con el segundo gol colchonero. Una mala salida de pelota, una aparición de Correa, el del Atlético, que también había salido, y Griezmann, que estuvo más rápido que el resto de compañeros y rivales para primero salvar con un pase atrás la pelota y luego para definir y hacer el segundo.
Con el 2-0 ya vio Berizzo que sus cambios hombre por hombre habían alterado poco o nada el encuentro, y decidió hacer algo más osado, aunque ya tarde. Retiró a Mercado y metió en el campo a Krohn Dehli, buscando más pase, más profundidad. Pero pese a los intentos del danés, y si bien es cierto que el Sevilla pisó más área, ya poco había que hacer. Se agotó el partido con el Atlético de Madrid demostrando su fortaleza, o lo que era lo mismo, su superioridad ante el Sevilla, al que le viene grande por ahora la pelea con los de Simeone.

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