Roque en la mesa

A falta de diez minutos Caparrós hizo un cambio, un gran cambio. Metió en el campo a Roque Mesa, quitó a un central, y al poco tiempo el canario levantó la cabeza, enfiló el carril del '8', dribló, encaró y disparó. El gol de Roque Mesa ganó el partido, luego lo remató Munir, y supone un golpe en la Mesa, valga la redundancia, para recordar a todos que el Sevilla está en la más absoluta de las pomadas en la pelea por la Liga de Campeones y por supuesto por Europa.

El Sevilla de Joaquín Caparrós ha ganado tres de cuatro partidos, dos de ellos fuera, donde estaba casi maldito. Y el Sevilla de Caparrós se ha metido en la pomada más absoluta en la pelea por la Liga de Campeones, de la que se queda a un punto tras la jornada, pero ya como quinto clasificado y de nuevo adelantando al Valencia. El Sevilla de Caparrós no es un adalid de la brillantez futbolística, pero en cuatro partidos solo ha recibido un gol y de penalti, y arriba, aunque no con tanta proliferación en ataque, marca y mata. Con todo ello, el Sevilla de Caparrós ha sacado tres puntos vitales de Valladolid, en un partido igualado, sí, en el que el VAR fue injusto con el Sevilla por dejadez, más que por el gol anulado, pues no tuvo la misma vara de medir

El Sevilla salió al Zorrilla en su versión más impersonal, inocua y lánguida. Esa que deja hacer demasiado y hace poco. Esa que se deja ir sin una apuesta clara y esa que ni hilvana ni construye. Salió el Sevilla muy plano, con pocas sorpresas y pocos jugadores que quisieran romper el guion. Sarabia, al no estar Navas, se perdió demasiado en la banda derecha, pero el equipo lo necesitaba en más zonas calientes. El Mudo, sin embargo, se orientaba al centro y dejaba a Promes casi siempre solo en la izquierda para que se la jugara, cuando precisamente ante las subidas del holandés habría sido más productivo un jugador que echara una mano en esa zona del ataque para crear superioridad. Luego Ben Yedder apenas las olía y Munir anduvo desaparecido. Gonalons y Banega, correctos, intentaban crear desde atrás pero apenas encontraban 'amigos' por el centro. Por todo ello el Sevilla se convirtió en plano, peligroso e inocente con el balón en juego. Otra cosa fue a pelota parada, un gran déficit toda la temporada pero que en Pucela creó peligro. Un remate al palo de Mercado y un gol anulado por el VAR de Ben Yedder con gran polémica. Y no ya porque la falta, absurda por cierto, del Mudo no lo fuera, que lo fue por tonta que fuera, sino porque el VAR rearbitró la acción cuando la falta se había producido antes de poner la pelota en juego en el saque de esquina. La cuestión es, ¿debió el VAR entrar en una acción que era antes del balón en juego? ¿fue en todo caso falta como arbitró el colegiado o debió anular la acción y sacar otro córner? Un vacío legal para los analistas del VAR que el protocolo no deja claro, pero que mandó al limbo el gol de Ben Yedder de cabeza.

A cambio, en la primera mitad, el Sevilla dejó hacer con demasiada facilidad al Valladolid en ataque. Alcanzó el equipo local varias acciones y zonas peligrosas, pero la evidente ineficacia goleadora pucelana evitó mayores males en el conjunto nervionense.

En la segunda parte el Sevilla cambió algo el paso. Fue más ambicioso. Para empezar reajustó un par de piezas colocando al Mudo de mediapunta y a Munir en la banda. Y la defensa adelantó metros para intentar dominar el Valladolid, asentarse en campo contrario y generar más peligro y recuperaciones cerca del marco rival. Lo logró. El Sevilla mejoró y generó ocasiones, entre otras un penalti a Mercado que inexplicablemente no revisó el VAR. Como inexplicable fue la ocasión que falló Ben Yedder a pase de Sarabia, solo bajo palos. De las que suele meter siempre el francés.

Fue lo que provocó ese movimiento sevillista, pero con los minutos empezó a diluirse el juego ofensivo del Sevilla, fuera porque las fuerzas bajaron o porque el Valladolid detectó las nuevas fórmulas nervionenses. De hecho, empezó a fabricar alguna contra con peligro, aunque en general apenas sufrió salvo en un disparo de Moi que solventó Soriano con acierto.

Y así, con el partido algo tonto, equilibrado, tomó Joaquín Caparrós una decisión ofensiva, creativa. Sacó del campo a Sergi Gómez y metió a Roque Mesa, retrasando a Gonalons al centro del campo. Y esa energía del canario se notó nada más entrar. Cogió la pelota en tres cuartos, miró hacia adelante, dribló, avanzó y remató, y la pelota se coló a la derecha de Masip ajustada al palo. El atrevimiento de Roque Mesa permitió al Sevilla posicionarse y colocarse donde ya quería. Y permitió a Caparrós lucirse con los cambios, porque minutos más tarde Bryan, otro de los sustitutos, recogió un pase de Promes y asistió a Munir para hacer el 0-2 y matar el encuentro.

El Sevilla reivindica su personalidad, su amenaza y su sitio en LaLiga. Ahora viene el derbi, que puede marcar el ascenso de este Sevilla de Caparrós.