El curso 'post Berizzo', fracaso deportivo y crisis institucional
-
Mallo: "El objetivo tiene que ser ir siempre a Europa"
-
Los refuerzos de enero, un fiasco absoluto
-
La plantilla se reúne para cerrar la temporada
El Celta de Vigo cerrará el próximo sábado, con la visita del Levante a Balaídos, su temporada más convulsa desde que regresó a Primera división en 2012, marcada por el pobre rendimiento deportivo y por los conflictos institucionales fuera del terreno de juego.
Después de firmar una histórica campaña bajo el liderazgo de Eduardo Berizzo -semifinal de la Copa del Rey y de la Europa League-, y pese al deseo mayoritario del celtismo, la directiva que preside Carlos Mouriño decidió prescindir del cuerpo técnico que lideraba el argentino, del que se había distanciado por discrepancias en los fichajes y sus diferencias económicas.
"Berizzo sí, Mouriño no" o "Mouriño vete ya", fueron algunos de los cánticos que la afición del Celta le dedicó al presidente y máximo accionista durante el último choque de la pasada temporada contra la Real Sociedad, el último del técnico argentino, quien incluso se negó a ir a la cena de final de curso por lo que, en su entorno, calificaron de "traición" de la directiva.
Mouriño y su mano derecha Antonio Chaves, director general, apostaron por un cuerpo técnico que ya conocía la casa del paso de Luis Enrique Martínez por Balaídos: Juan Carlos Unzué (primer entrenador), Robert Moreno (segundo), Rafel Pol (preparador físico) y Joaquín Valdés (psicólogo).
Pero la sombra de Berizzo ha sido demasiada alargada para su sucesor. Unzué nunca llegó a conectar con los aficionados celestes, y lo peor es que, con el paso de los meses, la plantilla también dejó de creer en un técnico al que veían sin el "carácter" necesario para dirigir a un aspirante a Europa.
La irregular temporada del equipo ha coincidido en el tiempo con el fin de las relaciones entre el Celta y el alcalde de la ciudad, Abel Caballero, quien se opone a la construcción de una ciudad deportiva, que incluye el levantamiento de un centro comercial, en un municipio limítrofe con Vigo.
Por si fuera poco, con el equipo inmerso en una profunda crisis de resultados, a principios de mes el directivo Antonio Rosendo, amigo personal de Mouriño, anunció su dimisión "de manera inmediata" por una pérdida de confianza en la línea marcada por el máximo accionista de la entidad.
El Celta vive sus mejores años en el apartado económico, pero en el deportivo se avecina un fin de ciclo, con la salida de jugadores que han sido clave en los recientes éxitos, como el lateral izquierdo Jonny o el centrocampista Daniel Wass, que finalizan contrato en 2019 y con los que se buscará hacer caja este verano.
Pero el mayor de los temores del celtismo es qué va a pasar con Iago Aspas. El internacional español no descarta su salida del Celta este verano. Admite que la baza sentimental le anima a seguir en Balaídos, pero para ello quiere un proyecto ilusionante, capaz de luchar por clasificarse para Europa.
Un proyecto para el que se busca líder, después de que el presidente decidiese que Unzué, por el que apostó fuertemente hace un año, no continúe en Vigo. Jorge Almirón (Atlético Nacional), Asier Garitano (Leganés), Coudet (Racing Club de Avellaneda), Óscar García Junyent o Javi Gracia (Watford) son algunos de los nombres que suenan para suceder al navarro.
En el Celta esperan anunciar el nombre de su nuevo entrenador la próxima semana o, como muy tarde, la siguiente. Unzué se despedirá del celtismo el próximo sábado.
Su equipo, que sólo ha ganado uno de sus últimos diez partidos, corre el riesgo de caer en la última jornada hasta la decimoquinta posición, lo que significaría la segunda peor posición desde el regreso a la élite.