¿Sin recursos en la portería? La Balona: desde un lateral hasta un niño de 15 años
Por más inverosímil que parezca, el fútbol nunca deja de sorprender. El pasado fin de semana, a las orillas del Guadalquivir sucedió un hecho insólito a la par que atípico, que bien pudo tener un desenlace aún más estrambótico. Pasó en el Sanluqueño-Balona.
Para desgranar la historia cabe remontarse una semana atrás. En un partido loco entre Balompédica Linense y Sevilla Atlético, los del campo de Gibraltar sufrieron un desenlace inesperado. El portero titular, Javi Montoya, sufrió un hematoma al inicio de la segunda mitad y eso le impidió estar el pasado domingo en Sanlúcar de Barrameda.
Una situación similar a la del habitual arquero suplente, David Robador, que sustituyó a Montola en la cita ante los sevillistas para posteriormente ser expulsado una vez finalizó el partido, por propinarle un pelotazo al colegiado.
Una serie de acciones desafortunadas que dejaron un dilema complicado para Jordi Roger Ceballos y su Balona, que afrontaba el duelo de la séptima jornada del Grupo IV de Segunda B sin ningún portero de la plantilla disponible. Un problema agravado al carecer de equipo filial, lo que obligó al entrenador a reinventarse.
Tal era la desesperación que el propio entrenador barajó la posibilidad de utilizar como portero... ¡Al lateral derecho! Sergio Rodríguez, que bien puede actuar como lateral o interior, se ofreció para debutar como portero, ante la imposibilidad de encontrar un portero apto para competir en la categoría.
Sin embargo hubo otra opción, la de Manu. Un juvenil de 15 años cuyo mayor hito había sido hasta la fecha el de jugar en Segunda Andaluza (juvenil), lo habitual para un chico de su edad. Lo que no sabía es que iba a debutar, y brillar, en la categoría de bronce.
En plena adolescencia el juvenil debutó como titular en El Palmar, brillando y de qué manera ante el Sanluqueño. Una cita que tendría premio doble, pues además de lograr dejar su portería a cero, pese al asedio local, recibió la merecida ovación de todo el pueblo gaditano, que supo reconocer el trabajo de un chico que apenas lograba alcanzar el larguero.
Un niño de 15 años que le negó el gol a un equipo que tenía a históricos como Abel Gómez o Dani Güiza en las filas y que se convertiría en el héroe del partido. Un chaval que apenas una semana antes ni imaginaba entrenarse con el primer equipo y que terminó queriendo ser tocado por todos. De desconocido a héroe. Lo bonito del fútbol.