Death Stranding 2: On the Beach, Kojima vuelve a conectar nuestras emociones

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Una secuela más personal, intensa y visualmente deslumbrante
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Aunque Kojima repite fórmula sin pudor, lo hace refinando todos sus detalles
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Se filtra la primera hora de gameplay de Death Stranding 2
Han pasado casi seis años desde que Sam Porter Bridges cruzara una América devastada con el objetivo de reconectar a una nación fragmentada. Aquella odisea postapocalíptica, cargada de simbolismo, emociones y paquetes para repartir, resultó tan polémica como influyente. Ahora, Hideo Kojima regresa con Death Stranding 2: On the Beach, una secuela que no solo refina la fórmula del original, sino que también reconfigura su mensaje con un enfoque más introspectivo y maduro. Eso sí, tampoco arriesga ni sorprende demasiado.
Aunque la base jugable parece exactamente la misma, desde el primer minuto, el juego transmite una sensación distinta. Esta vez, Sam ya no es el salvador de una nación, sino un padre intentando proteger a su hija adoptiva Lou en un mundo que aún se tambalea entre la reconstrucción y el caos. La amenaza existencial del primer juego cede paso a una narrativa centrada en los vínculos personales, la paternidad y la duda sobre si realmente estamos mejor juntos que separados.

Una historia más personal
La narrativa de Death Stranding 2 se desarrolla unos años después del final del primer juego. Sam ha desaparecido del radar, alejándose del proyecto del UCA (United Cities of America) para cuidar de Lou (el BB que extrajo de su cápsula al final del primer juego). Sin embargo, Fragile lo convence de ayudar en una nueva misión: conectar México y Australia al sistema de la 'red quiral'. Contra todo pronóstico, Sam no pone ni una pega y se pone manos a la obra, echa andar y el juego comienza casi como lo hizo la primera entrega, con un vasto mapa por explorar y conectar.
A partir de ahí, la historia vuelve a mezclar esa ciencia ficción realmente compleja con grandes dosis de drama humano y un elenco de personajes tan extraños como entrañables, que remiten a lo mejor (y más raro) del universo de Kojima. La narrativa sigue siendo densa, plagada de jerga técnica y con complejas situaciones que solucionar que se mezclan con momentos más surrealistas. Pero ahora la historia brilla aun más por sus instantes más humanos. La relación entre Sam y la tripulación a bordo del DHV Magellan recuerda a las grandes series de ciencia ficción de autor. Norman Reedus vuelve a entregarnos una actuación grave y eficaz, mientras que personajes como Rainy (Shioli Kutsuna), Tomorrow (Elle Fanning) y Tarman (George Miller) ofrecen muchos matices y profundidad emocional.

A pesar de algunos tropezones narrativos y momentos algo forzados, Death Stranding 2 consigue un equilibrio entre la introspección y la grandilocuencia, planteando preguntas clave sobre la conexión humana en un mundo transformado por la tecnología, el aislamiento y la desinformación.
Jugabilidad refinada: menos fricción, más inmersión
Aunque la base jugable permanece intacta, la experiencia en esta secuela resulta más pulida y enfocada. Transportar paquetes sigue siendo el núcleo del juego, pero ahora las rutas son más accesibles, los vehículos más útiles y la planificación estratégica es mucho más gratificante y se siente más útil. Los nuevos entornos, como desiertos y zonas volcánicas, aportan más variedad y desafíos específicos, obligando a Sam a adaptarse constantemente.
Las interacciones con los EVs (Entes Varados) se han reducido, pero no eliminado. Aún hay momentos de tensión, especialmente en enfrentamientos con mini-jefes y criaturas gigantescas que emergen del alquitrán. Y la acción ha sido mejorada exponencialmente: las armas no letales son más variadas, el combate cuerpo a cuerpo tiene mucha más profundidad, al igual que los momentos de sigilo y los tiroteos, que terminan llegando, son más satisfactorios. Disparar es mucho más fácil y accesible, sin convertir al juego en un shooter (la escasez de munición sigue siendo una constante).

Sin tantas interrupciones de los EVs, el viaje es más directo y nos enfrenta más a la naturaleza, a la orografía, el declive y la gestión de recursos y a todos los antagonistas del juego, los conocidos y los nuevos. Atravesar bases enemigas repletas de guardias armados hasta los dientes supondrá un desafío entre el sigilo, la planificación y el combate directo. Estos momentos, junto con los enfrentamientos con enormes jefes, son los que más recuerdan al estilo 'Metal Gear', sin perder la esencia Death Stranding.
Kojima sigue apostando por la conexión asíncrona entre jugadores. Construcciones, recursos, ayudas y estructuras de otros jugadores aparecen en el camino, fomentando un sentimiento de comunidad y solidaridad que se mantiene como uno de los pilares temáticos del juego. Colocar escaleras y puentes en lugares complicados o dejar equipo en los contenedores públicos ayudará a otros jugadores, y esa ayuda desinteresada te será devuelta muy a menudo a lo largo del juego. Esta vez, el sistema se ve enriquecido por condiciones climáticas dinámicas, fauna interactiva y un entorno que reacciona más profundamente a nuestras acciones.

El nuevo sistema de mejoras APAS, accesible mediante un anillo en lugar de las esposas del primer juego, permite desbloquear habilidades y mejoras mediante XP. Esto ofrece una motivación adicional para completar pedidos, misiones secundarias y personalizar la experiencia sin convertirla en un RPG tradicional.
Un hito visual y técnico en PlayStation 5
Gráficamente, Death Stranding 2 establece un nuevo estándar en la consola de Sony. El motor DECIMA, potenciado por la experiencia de Guerrilla Games, logra una fidelidad fotorealista impresionante tanto en escenarios como en modelos de personajes. Las expresiones faciales, el detalle de las texturas y la calidad de las cinemáticas colocan al juego entre lo mejor que hemos visto en la generación actual. Los entornos parecen fotografías sacadas de un documental de National Geographic, con un detalle y una calidad abrumadora. Kojima Productions ha echado el resto en este apartado y el resultado es impresionante.

En cuanto al apartado sonoro, volvemos a estar ante una composición sublime. Los momentos musicales están colocados con maestría, reforzando la emotividad de cada tramo del viaje. Las voces de los actores y las peizas musicales nos vuelven a regalar esos instantes mágicos de introspección que ya definieron al primer juego.
Conclusiones: una obra madura, desafiante y emocional
Death Stranding 2: On the Beach no es una revolución respecto a su predecesor, pero sí es una evolución muy coherente, que pule al máximo sus mecánicas, profundiza en su mensaje y se atreve a mostrar las grietas de su propia filosofía. Es cierto que no hay mucha innovación ni sorpresa y eso no lo esperábamos de Kojima, y esta es una importante pega en un juego como este. Pero es que el listón estaba tan alto por culpa del propio Kojima.

Puede que no sea un juego para todos. Su ritmo pausado, su jugabilidad contemplativa y su mundo críptico pueden resultar inaccesibles para muchos. Pero es un título que invita a la reflexión, a la cooperación y a la empatía, y lo hace con una narrativa que, aunque no exenta de excesos, emociona y conecta. Puede que Kojima no haya roto el molde y haya repetido fórmula, pero el 'condenado' lo hace tan bien que te termina atrapando en su hipnótica narrativa y tienes que terminar dándole la razón. Es lo que tienen los genios.
Lo mejor:
- Una narrativa más personal y madura
- Gráficos y ambientación espectaculares
- Mejoras significativas en combate y exploración
Lo peor:
- Dificultad muy reducida respecto al primer juego
- Repite la receta, casi clavada, del primer juego
90/100