Marcelo Villaça, aprendiendo a ser grande
"Para ser grande primero tienes que aprender a ser pequeño". Es la frase con la que Marcelo Villaça encabeza su perfil de Twitter y da buena muestra de la humildad que atesora. Él no necesita ya aprender a ser pequeño porque ésa es la filosofía que le han inculcado sus padres. Ahora vive la maravillosa experiencia de aprender a ser grande. Y lo hace a la velocidad que recorre la banda. Con 18 años pero con cabeza.
Pese a ser juvenil, las circunstancias del primer equipo le han permitido dar el salto, acumular convocatorias y estrenarse en la Segunda División. "Estoy contentísimo. He aprendido mucho de esta experiencia tan bonita. Pero tengo que seguir mejorando", dice en ElDesmarque Jerez. El jerezano se encuentra más motivado si cabe tras comprobar que "no hay tanta diferencia entre ambas categorías y se puede llegar con trabajo y esfuerzo". "No sabía si la intensidad sería mucho mayor, pero me he demostrado que puedo y eso me ha servido para aumentar mi confianza. He tenido buenas sensaciones, aunque me falta mucho que mejorar...", insiste.
Su padre, Ricardo, fue entrenador del Jerez 93 de fútbol sala en la década de los 90, en la élite nacional, y es quien le aprieta para que no se descuide ni cuando lo hace bien. "Siempre está encima mía, atento a los partidos, a las comidas... Para él nunca hago un partido del todo bueno, siempre saca algún detalle que mejorar. En cambio, aunque juegue mal, para mi madre siempre he hecho un partido perfecto...", expresa entre risas el joven lateral izquierdo.
Una posición que no ocupa por casualidad. Para empezar, su padre es brasileño y es de sobra conocida la tradición que los carrileros tienen en Brasil. La historia habla por sí sola de la calidad de sus laterales. Pero en el caso de Marcelo todo tiene, además, un sentido estratégico. "Siempre quise jugar más arriba, pero mi padre siempre me aconsejó que lo hiciera de lateral izquierdo ya que es una posición en la que no suele haber mucha gente. Soy diestro, pero cada vez manejo mejor la zurda y, de hecho, me siento casi más cómodo en la izquierda que en la derecha", explica el canterano, que pertenece al club azulino desde la edad cadete.
Para ser lateral hay que tener un buen físico, algo que Marcelo cumple con creces: "Siempre fue uno de mis puntos fuertes, la preparación física, aguantar los partidos. En el fútbol moderno, el lateral no sólo defiende sino que tiene que ayudar en ataque y para eso es fundamental estar bien preparado físicamente. Estuve un año haciendo atletismo y la verdad es que me vino muy bien".
Admite que la coyuntura del Xerez es idónea para los canteranos: "Tengo esperanzas de contar para el primer equipo; estoy trabajando para ello. El momento del club abre muchas puertas a la ilusión. Otros años, por ejemplo, no ha ido tanta gente joven a entrenar ni han debutado tantos juveniles". Al tiempo que opina sobre el debate surgido a raíz de las palabras de Carlos Ríos acerca de la cantera: "Pienso que se generalizó un poco. Hay mucha gente de la cantera que estaría encantada de participar aunque sólo fuera en un entrenamiento. Cualquier canterano desea jugar en el primer equipo", dice, huyendo, eso sí, de cualquier posible polémica.
En el caso de Marcelo, el esfuerzo ha dado su recompensa: "Estoy recibiendo muchos mensajes de apoyo y de ánimo, me siento muy arropado. ¿Mis amigos? Pues flipando, siempre contentos por mí, porque saben el sacrificio que hacía y cuántas veces me quedé sin salir con ellos por el fútbol", comenta. Y sigue esforzándose en el ámbito académico, ya que se prepara dos asignaturas de selectividad para subir nota e intentar hacer Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. El próximo jueves 20 de junio tiene ambos exámenes.
"Para ser grande en esta vida hay que ser siempre humilde", son las palabras de Marcelo que leo anotadas en el papel y mejor sirven para describir su pensamiento. Un joven que aprende a cada paso del camino que tan ilusionado recorre y que sueña con ser parte del Xerez del futuro, del proyecto que se inicie para devolver al conjunto de Chapín al fútbol profesional. Ha tenido la suerte de probarlo y el sabor, pese a lo amargo de la situación, le ha dejado un inevitable regusto dulce. El mismo que él ha dejado en los xerecistas.
En la segunda fotografía, Marcelo aparece de pequeño con un balón junto a su padre.
