Un triunfo de oro puro para empezar a respirar
El Cádiz CF se trae los tres puntos de Pucela en un partido donde no fue el equipo que se esperaba. Pero ganó. Sufrió mucho porque el Real Valladolid pudo merecer más en la segunda parte. Tuvo, eso sí, la fortaleza para superar los peores momentos gracias a Ledesma y llegó vivo al tramo final. Ahí apareció la suerte que le había faltado en otros momentos.
Los amarillos empezaron en plan mandón. Tenían el balón y la clara voluntad de imponer su necesidad, pero el Valladolid no estaba dispuesto a ser atosigado. Los locales empezaban a meter balones al área y la defensa cadista se mostraba insegura, una vez más.
En el primer cuarto de hora el conjunto gaditano no estaba siendo capaz de crear ocasiones en la portería de Asenjo, sólo un centro de Espino que fue despejado por la zaga local. Sobrino era el jugador con las ideas más claras y que creaba más peligro.
El Cádiz presionaba arriba y lograba algún robo interesante, pero fallaba en el último pase en acciones bastante prometedoras. El equipo de Pacheta también llegaba con cierta facilidad a las inmediaciones del área de Ledesma, que con el paso de los minutos se fue imponiendo. Al borde del descanso tuvo que intervenir el argentino para detener un cabezazo de Weissman.
Sergio González sacó a Alcaraz desde el arranque de la segunda parte, pero hizo un cambio muy extraño quitando a Ocampo. Con tanto en juego, si no había una lesión del uruguayo, no tenía sentido esa operación.
Las ocasiones más claras eran del Valladolid. Ledesma tenía que aparecer en varias acciones consecutivas para evitar lo que parecía inevitable. Era una final, pero no se notaba. El Cádiz ni tenía el balón ni creaba el menor peligro. Un acoso al equipo que no llevaba ni un punto ni un gol en ese momento.
Cuando quedaba media hora para el final, daba la sensación de que era cuestión de tiempo que llegara el gol del Valladolid. Óscar Plano se encontró con el larguero con un lanzamiento lejano.
El conjunto amarillo había salido ileso de los momentos más complicados en la segunda mitad, pero el peligro no desaparecía del todo. Y, por supuesto, lamentablemente no había ninguna ocasión para llevarse la victoria. Sergio González había hecho cambios dando entrada a Bongonda y Negredo, pero el ataque del equipo seguía siendo nulo.
Cuando el partido entraba en el tramo final, ya el empate era un gran tesoro. Sobrino tuvo una situación clara para haber dado el pase de la muerte a pocos minutos del final, pero una vez más faltó claridad.
El balón era del Cádiz en los últimos minutos después de haber sufrido mucho y buscaba el tanto tan esperado. Y llegó. Negredo aprovechó un fallo de Asenjo para marcar tras un centro de Zaldua. Un triunfo de oro puro para empezar a respirar.